?Pueden hacer la mili los embriones?
Al amparo de la Fundaci¨®n Valenciana de Estudios Avanzados y de la Generalitat, que es como decir su presidente, se ha celebrado esta semana en Valencia un seminario sobre ¨¦tica y clonaci¨®n del que, entre otras conclusiones m¨¢s o menos plausibles, se puede colegir que nuestro cient¨ªfico m¨¢s afamado por el momento, Bernat Soria, director del Instituto de Bioingenier¨ªa de la Universidad Miguel Hern¨¢ndez, de Elche, debe hacer las maletas y continuar sus trabajos en otras latitudes m¨¢s propicias a la investigaci¨®n y menos enquistadas por la escol¨¢stica o la pirotecnia mental carpetovet¨®nica. Resistir aqu¨ª, d¨¢ndose bofetadas dial¨¦cticas con el atavismo cr¨®nico, es una p¨¦rdida de tiempo imperdonable por mor de la ciencia, de los beneficiarios potenciales de sus hallazgos -que son millo-nes- y de su propia carrera profesional.
Como el lector podr¨¢ comprender, no voy a cometer la temeridad de echar mi cuarto de espadas en un debate en el que ni siquiera coinciden los especialistas de alto bordo. Pero desde mi modesta condici¨®n de zoquete curios¨®n no me parece un arcano percibir que la disputa mollar de dicho seminario y de buena parte de la comunidad cient¨ªfica, sumariamente descrita, consiste en la viabilidad ¨¦tica y legal de investigar en Espa?a con c¨¦lulas madre embrionarias para remediar enfermedades, y muy especialmente la diabetes y el mal de Parkinson, sin obviar las muchas posibilidades terap¨¦uticas de esta nueva frontera. De la clonaci¨®n de individuos no hay nada que hablar porque nadie la patrocina.
Pues bien, cuando deber¨ªamos estar disparando cohetes por las ¨®ptimas expectativas de los descubrimientos en buena parte logrados por el mentado profesor del campus ilicitano, resulta que ni la ley vigente encaja estas pesquisas ni el clan ind¨ªgena cat¨®lico conservador se aviene a bendecir los hallazgos. Para este venerable estamento, experimentar con embriones es tanto como destruir vidas humanas. As¨ª pues, con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho. 'El embri¨®n es un ser humano con identidad definida y derechos', ha pontificado un jurista egregio. A partir de aqu¨ª, la controversia se trueca en lid metaf¨ªsica o, en el mejor de los casos, en pol¨ªtica o humor¨ªstica. ?Podr¨ªan los embriones ser reclutados, dada la crisis de vocaciones castrenses?
No es sorprendente que el pensamiento m¨ªtico o m¨ªstico trabe la progresi¨®n de la ciencia, que acaba fatalmente imponi¨¦ndose, bien sea por el peso de su raz¨®n, bien por la conveniencia de las multinacionales farmac¨¦uticas, en este caso. Pero tal fangal no favorece la aplicaci¨®n de los estudiosos, y de ah¨ª la penosa admonici¨®n para que se busquen la vida en otra parte. Tanto m¨¢s cuando hay sobrados s¨ªndromes que delatan el brioso resurgimiento social de los sectores cristianos menos complacientes con los cambios. En el mismo PP gobernante -y aludo a la grey valenciana- se le ve arrogante y perfectamente desplegado, no obstante sus cautelas, para neutralizar los escarceos de la facci¨®n liberal y la eventual sucesi¨®n del molt honorable, sin perder de vista, claro est¨¢, las grandes maniobras econ¨®micas. Ellos siempre con el mazo dando.
A la luz de esta pi¨ªsima relevancia, precisamente, se nos antojan llamativas las iniciativas del presidente Eduardo Zaplana, tanto la que ha permitido este c¨®nclave de sabios y de ¨¦ticos como la que propon¨ªa abrir una ventana en el pr¨®ximo congreso nacional del PP al debate sobre el uso cient¨ªfico de las c¨¦lulas madre embrionarias con fines terap¨¦uticos. Pod¨ªa haberse abstenido y no significarse por un plus de progres¨ªa del que pueden pasarle factura. Que haya sido un gesto t¨¢ctico -calculado- o sincero, no nos incumbe, en tanto que juicio de intenciones. Lo innegable, y plausible, es que intent¨® enmendar una ponencia y, adem¨¢s, ha reunido este congreso que comentamos, tal cual antes hizo con la Ley de Uniones de Hecho, que tampoco fue grata al macizo eclesi¨¢stico y al del partido.
Al parecer, va a fletarse un centro de debate sobre estos asuntos para que juristas, ¨¦ticos y cient¨ªficos le hallen los tres pies al gato. Los investigadores no deben entretenerse en estas algarab¨ªas. Por duro que sea, han de seguir su camino experimental en otros -y lejanos- tajos. Una pena y un sonrojo.
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