Estrategias para el catalanismo
El nada desde?able documento sobre mejora del autogobierno que han firmado el PSC, IC y ERC ha sido presentado como un giro copernicano en las estrategias del catalanismo para alcanzar m¨¢s cotas de poder pol¨ªtico y econ¨®mico. Creo que es verdad: es un cambio estrat¨¦gico importante, una alternativa a la estrategia del pujolismo. No estoy seguro, por el contrario, de que sea una estrategia mejor, m¨¢s efectiva, aunque es cierto que los ¨²ltimos a?os han sido especialmente complicados para aplicar la estrategia hist¨®rica de CiU.
Dibujemos los trazos gruesos del panorama. El catalanismo -en el que militan la mayor parte de las fuerzas presentes en el Parlament- tiene por objetivo incrementar la cuota de autogobierno, para conseguir al mismo tiempo preservar mejor los intereses de los catalanes y los rasgos espec¨ªficos de la catalanidad pol¨ªtica y cultural, lo que llamamos la propia identidad. Este poder que el catalanismo quiere obtener est¨¢ en Madrid: lo tiene el Estado. No se trata de obtenerlo de Europa o de los ayuntamientos, sino del Estado central. Arranc¨¢rselo o convencerle para que nos lo d¨¦. Y la llave de lo que hace el Estado la tienen los partidos que en el Estado gobiernan o pueden gobernar, que son dos: socialistas y populares.
Con el documento de autogobierno del PSC, IC y ERC se quiere obtener poder aliado con la izquierda espa?ola
La estrategia del pujolismo, en 20 a?os, ha sido clara: aprovechar las necesidades o las flaquezas de quien manda en Madrid para que ceda poder pol¨ªtico a cambio de estabilidad pol¨ªtica o parlamentaria. A veces, complementando una mayor¨ªa relativa. En tiempos m¨¢s complicados de mayor¨ªas absolutas, aportando un apoyo que la otra parte pueda considerar ¨²til para sus intereses. Pero la clave ha sido que la fuerza que gobierna en Catalu?a se entienda con la que gobierna en Madrid. No puede decirse que CiU haya preferido en esto a unos y a otros: ha colaborado, a cambio de estas cesiones de poder pol¨ªtico, con todos los que han gobernado en Madrid. La estrategia era que una fuerza pol¨ªtica catalana en solitario obtuviese mejoras pol¨ªticas para Catalu?a ali¨¢ndose con quien pod¨ªa darlas. Es decir, con quien mandaba, aunque la oposici¨®n, en Madrid y en Barcelona, pusiese el grito en el cielo.
Tradicionalmente, la oposici¨®n catalana ofrec¨ªa como alternativa a esta estrategia una no-estrategia, muy est¨¦tica, muy ¨¦pica, pero poco pr¨¢ctica: el unitarismo. Ven¨ªa a decir que para reclamar de Madrid mejor ir todos juntos que una fuerza pol¨ªtica en solitario. Toda la raz¨®n para gritar m¨¢s y para pedir mejor, pero no para obtener. Aunque todos estuviesen de acuerdo en todo -que no era el caso-, el frente catal¨¢n ante Madrid era un frente de oposici¨®n, de queja, pero o se ten¨ªa much¨ªsima fuerza para asustar al Gobierno central o no era f¨¢cil obtener nada nuevo con este m¨¦todo.
El documento tripartito representa una alternativa m¨¢s pr¨¢ctica a la estrategia del pujolismo. Reconoce que el poder pol¨ªtico al que aspira el catalanismo debe sacarse de Madrid. Pero en vez de proponer pactar con quien mande en Madrid, propone pactar con las izquierdas para que cuando manden nos den lo que pedimos, porque seremos sus aliados permanentes. La idea del pujolismo es ir con quien manda en Madrid, UCD, PSOE o PP. La idea del tripartito -no nueva en la historia del catalanismo- es ir del brazo con las izquierdas, porque nos comprenden mejor, manden o no manden, con la esperanza de que cuando manden se acuerden de nosotros. No pretendo caricaturizar la postura. En algunas fases de la historia ha dado buenos resultados. En otras, nefastos. Pero es una estrategia.
?Problemas de esta estrategia? Algunos. El primero, que las izquierdas por ahora no mandan y por tanto se alarga el plazo de obtener alguna cosa. Segundo, que no est¨¢ claro que las izquierdas sean mucho m¨¢s amigas que las derechas del incremento del poder pol¨ªtico para Catalu?a.Depende. Tercero, que tampoco est¨¢ claro que cuando las izquierdas -o las derechas- mandan se acuerden de lo que prometieron cuando estaban en la oposici¨®n.
Aparentemente, poder pactar con dos -con uno o con otro- parece m¨¢s rentable que poder pactar s¨®lo con uno. Pero es cierto tambi¨¦n que la estrategia del pujolismo se enfrenta ahora con sus peores circunstancias: CiU no tiene mayor¨ªa en el Parlament y el PP tiene mayor¨ªa absoluta en Madrid. Y no s¨®lo mayor¨ªa absoluta: proyecto espa?ol, vocaci¨®n de reconquista, patriotismo constitucional y todo lo que cuelga. Y la estrategia de CiU, que en mi opini¨®n es mejor sobre el papel que la estrategia alternativa, tiene una exigencia que no s¨¦ hasta qu¨¦ punto se cumple ahora: para negociar bien, es imprescindible poder romper las negociaciones. Si tu producto tiene un solo comprador posible, sea el PP o el PSOE, o si tienes la necesidad imperiosa de venderlo, porque ni se te pasa por la cabeza la idea de enfrentarte, el precio lo acaba marcando siempre el comprador. Es decir, le sale barato.
El objetivo del catalanismo no es s¨®lo influir en Madrid. Es tambi¨¦n obtener de Madrid poder y recursos. Para conseguirlo, hace falta una estrategia de pactos. Mejor que sean posibles con todos que s¨®lo con unos. Pero tambi¨¦n -y a prop¨®sito de las generosidades envenenadas de Aznar-, no se puede dar por cerrado prematuramente el proceso de obtenci¨®n de poder y de recursos. El catalanismo -si es catalanismo- no puede entrar en el Gobierno de Espa?a s¨®lo para influir, sino tambi¨¦n para cambiar aspectos estructurales del Estado. Colocar ministros en un Gobierno espa?ol que d¨¦ por cerrada tal como est¨¢ la estructura del Estado no es ejercer el catalanismo, sino convertirse en un lobby. No se puede estar al frente de la manifestaci¨®n y en el balc¨®n del Gobierno al que esta manifestaci¨®n le reclama algo. Y el catalanismo todav¨ªa debe estar en la manifestaci¨®n.
Vicen? Villatoro es escritor.
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