Mejor que las letras sean fucsia
En el Moll de Marina, cerca del hotel Arts, en Barcelona, el otro d¨ªa hab¨ªa un grupo de cuatro personas (una de ellas con una c¨¢mara de cine) que estaban rodando una escena de amor. Llevaban un radiocasete en el que sonaba, a un volumen civilizado, Dile de que la quiero, de David Civera, ese que fue a Eurovisi¨®n. No pod¨ªa ser un videoclip, porque los dos actores no pon¨ªan cara de asco ni llevaban gorro de lana negro. Mientras trabajaban vino un guardia, al que llamaremos Bustillo: '?Qu¨¦ hacen? ?No saben que aqu¨ª hay que pedir permiso para rodar?'. Contestaron que era el v¨ªdeo de una boda y Bustillo se fue.
Me qued¨¦ a mirar, y la directora, Maite S¨¢nchez, al verme tan entretenida, me cont¨® que lo de la boda era mentira, que en realidad estaba rodando un karaoke, esas escenas que se ven en la pantalla de televisi¨®n mientras pasan las letras. Esas escenas que transcurren en la playa o en bares raros (que adivinas que son del padre de alg¨²n actor) y en las que nunca te fijas. Maite dec¨ªa: 'Venga, acci¨®n, Vanessa, pasa por delante de ¨¦l, dile que no con la mano, muy bien; t¨², muy chula. Miguel, supl¨ªcale de rodillas'.
Como el 'porno', el rodaje de v¨ªdeos para un 'karaoke' tiene unas normas de estilo: los protagonistas no pueden salir cantando
Al final de la ma?ana el rodaje hab¨ªa terminado, y era la hora de ir a consumir, porque por la tarde tocaba rodar Sarandonga (en el Poblenou) y al d¨ªa siguiente por la ma?ana Ni?a, dulce ni?a en unos autos de choque. Me incrust¨¦ a ellos y me contaron muchas cosas. Maite gan¨® un premio por su cortometraje La prueba (lo he visto y es muy bueno), antes hab¨ªa rodado Pensi¨®n de mala muerte y ha trabajado de accesorista en la pel¨ªcula En construcci¨®n, de Jos¨¦ Luis Guerin.
Los dos actores, Miguel Mateo y Vanessa D¨ªez, quieren dedicarse al cine. ?l ha estudiado en la academia Tot Models y ella en la escuela Quince de Octubre. Han hecho de figurantes en Faust.5, de La Fura dels Baus, y en la serie de TV-3 Ell y ella.
Como el porno, el karaoke tiene unas normas de estilo. Por ejemplo, los protagonistas no pueden salir cantando o tocando alg¨²n instrumento (el radiocasete que llevaban era s¨®lo para ambientarse). Hay que dejar bastante espacio en la parte de abajo del plano, porque all¨ª es donde habr¨¢ que sobreimprimir la letra de la canci¨®n. Los actores no pueden ir vestidos de fucsia, porque es el color de las letras, que son lo importante. Qu¨¦ alegr¨ªa. Prueben a ir a ver la pel¨ªcula Fargo subtitulada, a ver si consiguen leer alguna frase. En las pel¨ªculas donde nieva deber¨ªan prohibir que los subt¨ªtulos fuesen blancos. Otra norma importante es que no se note demasiado que has rodado en Barcelona, por si exportas, y siempre es mejor que los protagonistas sean chico y chica (ley que no se cumple en 16 toneladas, de Jos¨¦ Guardiola, que es la vida miserable de un minero).
Maite rod¨® Hoy quiero confesar, de la Pantoja, con dos chicas, y el jefe le dijo que le hab¨ªa quedado un karaoke ambiguo. Tampoco se puede ser conceptual. No puedes sacar la cl¨¢sica mano que apaga el cigarrillo en el cenicero lleno de colillas, que sale en los cortometrajes. Es como si a un fot¨®grafo de bodas y bautizos le diese por el blanco y negro. Habr¨ªa que recordarle que las fotos en blanco y negro (y desenfocadas) son ideales para los reportajes sobre Cuba que salen cada tres semanas en los peri¨®dicos.
Imaginen ese recurso tambi¨¦n cl¨¢sico, pero ideal para un karaoke, en el que las manecillas de un reloj se mueven muy deprisa, para demostrar que pasa el tiempo (tan ideal como ese otro del calendario al que se le van cayendo las hojas para demostrar que pasan los d¨ªas). El recurso del reloj se consigue filmando las manecillas durante horas y despu¨¦s montando el resultado, pero claro, si est¨¢s haciendo un karaoke no puedes permitirte el lujo de perder horas, as¨ª que un director amigo de Maite, trajo un taladro, perfor¨® un despertador por detr¨¢s y lo conect¨® al mecanismo de las manecillas. Qued¨® aparente.
Esta noche, he ido al karaoke Bugatti de Barcelona y me he fijado en algo m¨¢s que en las letras. Me alegra que las historias sean siempre muy literales. Por ejemplo, en esa canci¨®n de Loquillo que dice 'tus padres no lo dicen pero me miran mal' sale una se?ora, efectivamente mirando mal a uno y poniendo cara de desde luego. Ojal¨¢ las cartas de los restaurantes y los art¨ªculos de opini¨®n fuesen tan poco po¨¦ticos. Los karaokes de Maite adem¨¢s, tienen la gracia de ir m¨¢s all¨¢. Puede que conozcan ese m¨ªstico tema llamado El secreto de Ori¨®n, de Cristina del Valle (la cantante que est¨¢ siempre en contra de los malos tratos). La letra dice: 'Estoy pegada al suelo, parece que vuelo, s¨¦ que estoy a punto de tocar el cielo'. Pues Maite la rod¨® desde el punto de vista de una pelota de golf que surca los aires (porque si est¨¢s a punto de tocar el cielo, es que eres una pelota). En el Bugatti ese karaoke gusta mucho, pero cuando el jefe de Maite lo vio se quej¨® un poco. 'Pod¨ªas haber sacado a una chica, ?no?', le dijo. Para compensar, ella se pasa los rodajes haciendo fundidos y primeros planos de bocas de mujeres que esperan en un bar.
Se ve que ahora con Operaci¨®n Triunfo ha aumentado la demanda de karaokes, pero Espa?a es el ¨²nico lugar de Europa donde el negocio sigue siendo rentable. No s¨¦ si eso es bueno. En cualquier caso, un karaoke es el ¨²nico lugar del mundo donde de vez en cuando hay subt¨ªtulos en catal¨¢n para adultos.
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