Estrella prodigiosa
El canto m¨¢s humano, carnal y lleno de alma, la poes¨ªa m¨¢s antigua y moderna, la m¨¢s universal, los sonidos y sentidos m¨¢s hondos que acaso murieron con las jarchas, con Lorca y Pastora Pav¨®n, han reencarnado en Estrella Morente. Se ha vuelto a hacer el milagro. Esta mujer es ella sola una sinfon¨ªa prodigiosa de todos los instrumentos del cuerpo y del alma. Su cante es tan hondo como las ra¨ªces m¨¢s hondas de la encina o la chumbera, esas tiernas y blancas que pueden imaginarse temblando de alegr¨ªa por la lluvia convertida en humedad oscura, subterr¨¢nea. El cante de Estrella no se sabe d¨®nde nace ni ad¨®nde llega. Si prestas o¨ªdo, a lo sumo sabr¨¢s por d¨®nde pasa. Si tienes alma te la arrancar¨¢, para devolv¨¦rtela limpia como si estuviera ore¨¢ndose a la vera de un r¨ªo joven. Su voz y su comp¨¢s -ese golpe de ritmo y sentimiento que nace en la base del est¨®mago y bate en la garganta- son dos hermanillos cogidos de la mano, corriendo al aire, desnudos. Cuando su vientre empuja al diafragma, y el diafragma a los pulmones medio vac¨ªos, su voz se aspira con una p¨¢tina de voz antigua que, en los pellizcos del genio, la gracia y la plenitud, se deja un hilo ir por los arcos nasales. Luego salen los dos, voz y comp¨¢s, que parece que se van a quebrar, y con tanta experiencia de la vida -?Dios santo, si apenas tendr¨¢ 20 a?os!-, que s¨®lo puede ser la confluencia de muchas generaciones. Limpias y claras como el agua que baja por los brazales, limpias y oscuras como el agua dormida de los aljibes. Ello es as¨ª en los sonidos medios, y en los graves y agudos de baja intensidad, que son como caricias. Pero cuando despega el diafragma de las tripas, y voz y comp¨¢s salen a pleno pulm¨®n, el efecto es el mismo: un c¨¢lido caudal acerado y antiguo te punza sin dolor delante del cerebro, donde se guarda la m¨¢s larga memoria y m¨¢s exacta de los viejos pregones y retah¨ªlas de las muchachas del campo, y un escalofr¨ªo recorre tu m¨¦dula en cualquier ciudad del mundo.
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