El fantasma del nuevo pacto local
Aunque no parece sea exigible a los dirigentes pol¨ªticos una conducta marcada por una l¨®gica estricta, opino que s¨ª les es exigible una cierta coherencia intelectual, aunque s¨®lo sea por el hecho de que sin ¨¦sta dif¨ªcil es que sean consistentes y arm¨®nicas las pol¨ªticas p¨²blicas que un partido o un gobierno desarrollan. Por eso me parece preocupante que el se?or presidente del Gobierno y del PP, en un mismo discurso, tras anunciar el cierre del Estado Auton¨®mico y la negativa a abrir un proceso constituyente que nadie ha pedido (reformar la Constituci¨®n es otra cosa, como bien sabe cualquier estudiante de primero de Derecho), se descuelga con la propuesta de un pacto local para proceder a una 'segunda descentralizaci¨®n'. Con lo que tenemos el bonito espect¨¢culo de c¨®mo el partido de la mayor¨ªa lanza el buque de un proyecto de Estado y, al mismo tiempo y en unidad de acto, lanza a la l¨ªnea de flotaci¨®n de ese nav¨ªo el torpedo que necesariamente lo va a hundir. Pues ?no hab¨ªamos quedado que el Estado se compone de municipios, provincias y comunidades aut¨®nomas, como reza la Constituci¨®n?, si eso es as¨ª ?c¨®mo vamos a cerrar el modelo de Estado sin una determinada asignaci¨®n de tareas p¨²blicas a cada escal¨®n en forma de un reparto de competencias y de su financiaci¨®n, c¨®mo vamos a dar por concluida la construcci¨®n del modelo sin unir a lo anterior la articulaci¨®n de las instituciones y medios de coordinaci¨®n e integraci¨®n correspondientes? Y, siendo las cosas como son ?c¨®mo vamos a poder completar el modelo sin reformar la Constituci¨®n en aquellas cosas en las que se ha quedado vieja ( Senado y UE, por ejemplo)? Proclamar el cierre del modelo de Estado y vedar la reforma constitucional ( abrir un proceso constituyente es otra cosa, como sabe cualquier alumno de primero de Derecho ?o se abri¨® un proceso constituyente en 1992 cuando se reform¨® el texto de 1978 para ratificar Maastrich?) y, al tiempo, propugnar la 'segunda descentralizaci¨®n' son cosas que se dan de bofetadas. La contradicci¨®n es flagrante.
Aun m¨¢s, la contradicci¨®n anida en el seno mismo de la propuesta de 'Pacto local', y es, adem¨¢s, m¨²ltiple. Asoma por de pronto con la atomizaci¨®n municipal ?qu¨¦ quedar¨ªa del presupuesto auton¨®mico en asistencia social una vez dividido por los algo m¨¢s de quinientos ayuntamientos del Pa¨ªs?, ?qu¨¦ capacidad de gesti¨®n del territorio o de los transportes tiene un ayuntamiento de 50, 100 o 500 habitantes, que a veces no tiene ni un polic¨ªa local?, ?qu¨¦ sentido tiene reclamar la competencia sobre el transporte para las grandes conurbaciones, que requieren planeaci¨®n y organizaci¨®n supramunicipal (como en Valencia)? Sigue por uno de los problemas b¨¢sicos de la vida local: la actual ley de r¨¦gimen local impone servicios, pero no reconoce competencias a los entes locales: dotar a estos de competencias propias supone otra ley, que al momento nadie plantea. Contin¨²a por la diversidad municipal ?c¨®mo meter en el mismo saco a las grandes agrociudades andaluzas, los dispersos municipios gallegos y los superubanizados vascos , o, si no se quiere salir del Pa¨ªs, como tratar de la misma forma a mastodontes como Castell¨®n, Elche o Valencia y a minifundios como Daimuz o Lugar Nuevo? ?No requerir¨ªa el mapa municipal o bien una simplificaci¨®n dr¨¢stica o bien la reserva a la comunidad aut¨®noma de la competencia exclusiva sobre r¨¦gimen local (que tiene hasta la autonom¨ªa escocesa), o bien una mixtura de ambas cosas? Y si las cosas son as¨ª ?c¨®mo compaginar la respuesta a todo eso con el cierre?
Si se examina la cuesti¨®n m¨¢s de cerca pronto aparece que el Pacto local tiene su truco: a nadie se le escapa que la descentralizaci¨®n s¨®lo es operativa en un pu?ado de grandes ayuntamientos, que pueden contar, en principio, con la capacidad organizativa, los medios y el personal para gestionar nuevas competencias. Para los dem¨¢s, la asignaci¨®n de nuevas competencias ser¨ªa meramente literaria: o no interesan o no se tienen los medios, o la organizaci¨®n, o ambas cosas. En la mayor parte de los casos la descentralizaci¨®n tiene, como efecto de retorno, aumentar el papel de las diputaciones provinciales, como suplentes de la mayor parte de los ayuntamientos. Lo cual nos lleva directamente a un doble problema pol¨ªtico que me parece se ha calibrado mal, o no se ha calibrado en absoluto: de un lado, una diputaci¨®n m¨¢s importante exige una elecci¨®n democr¨¢tica (por sufragio universal igual, como reza la Carta Europea de Poderes Locales) en lugar de ese residuo de las elecciones indirectas franquistas que hay hoy ?d¨®nde est¨¢n las propuestas correspondientes? De otro lado aparece el problema de la coordinaci¨®n inherente a las materias compartidas, como esa no es factible si no hay cierto grado de homogeneidad pol¨ªtica y la Constituci¨®n no permite crear una C¨¢mara de las Entidades Locales al lado del Parlamento aut¨®nomo, ?c¨®mo resolvemos la papeleta, con la soluci¨®n balear de que sean los diputados del Parlamento aut¨®nomo los miembros de las diputaciones?
Como se ve un buen jard¨ªn en el que los buenos prop¨®sitos del cierre est¨¢n condenados a ingresar en la esfera de la poes¨ªa. La descentralizaci¨®n municipal requiere nada menos que un redise?o radical del mapa de las administraciones p¨²blicas y un replanteamiento de una parte de las instituciones representativas, cuyo resultado pol¨ªtico-electoral es imprevisible. Por eso hasta la fecha el Pacto local no ha pasado del estadio de fantasma, y no parece que hayan muchas oportunidades de que adquiera mayor importancia terrenal. Mas all¨¢ de la supresi¨®n del IAE, buen candidato al premio de impuesto m¨¢s imb¨¦cil del mapa fiscal, y su sustituci¨®n por otros, a buen seguro indirectos y que aumentar¨¢n la carga fiscal, como viene haciendo la mayor¨ªa que nos rige desde 1996, y, si acaso alguna modificaci¨®n de los gobiernos municipales poco m¨¢s va a dar de s¨ª el retorno del fantasma.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Cardenal Herrera.
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