CdR
A pesar de que el Comit¨¦ de las Regiones (CdR) es un ¨®rgano consultivo, sin sede y sin otro objeto que elaborar informes (y aunque est¨¢ relativamente devaluado porque a¨²n no se ha definido el papel de las regiones en las instituciones europeas), no deja de tener importancia que el jefe del Gobierno valenciano ocupe ahora su vicepresidencia y dos a?os despu¨¦s alcance su presidencia. Entre otras cosas, porque proyecta el nombre de la Comunidad Valenciana, subraya su dimensi¨®n europea e incluso la dota de una cierta utilidad exterior. Sin embargo, el episodio pol¨ªtico que ha conducido hasta la elecci¨®n de la vicepresidencia, lejos de establecer 'un ¨¦xito sin precedentes', como lo ha calificado Eduardo Zaplana, ha sido el incidente m¨¢s demoledor en su trayectoria. A nadie se le escapa (por mucho que ahora se niegue o se afirme, seg¨²n convenga disimular o desviar la culpa hacia los socialistas) que Zaplana aspiraba a presidir el organismo durante el primer per¨ªodo, como as¨ª queda reflejado en la escenograf¨ªa del pleno convocado en las Cortes Valencianas el 19 de noviembre pasado, tan s¨®lo unos d¨ªas despu¨¦s de que el secretario general del PPE, Alejandro Agag, y el l¨ªder del PP en el Parlamento Europeo, Gerardo Galeote, lo envolvieran con sus presencias en Bruselas y le comunicaran que suya era la plaza y, con toda probabilidad, suyo ser¨ªa el primer turno. Porque, se trate de una traici¨®n de los socialistas o de una precipitaci¨®n de los populares, el resultado final es que Zaplana se ha quedado con las verg¨¹enzas al aire, tratando de cubrir su desamparo el d¨ªa anterior en un despacho de la delegaci¨®n de la Generalitat en Bruselas. Por mucho que ahora su entorno medi¨¢tico quiera acolchar este fracaso, vistiendo el cargo de la primera de las catorce vicepresidencias con todos los perifollos que se quiera, incluso encabezando la delegaci¨®n de seis miembros al Comit¨¦ con cascabeles, el CdR es la piedra contra la que Zaplana se ha roto el casco. Tanto, que Agag y Galeote llegaron tarde a la elecci¨®n y se le acercaron lo menos posible. Por no hablar de su incomodidad en la breve rueda de prensa, en la que habl¨® como si s¨®lo se dirigiera a Canal 9. Ahora Zaplana se ha enredado en su propio ovillo.
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