No todos los caminos conducen a Roma
Estar¨¢n Vds. de acuerdo conmigo que un tema tan importante como el de la reforma del sistema educativo de un pa¨ªs s¨®lo puede dejarse en las manos de seg¨²n qui¨¦n y conforme, como reza la expresi¨®n. Viene ello a la renovada fidelidad del Gobierno de nuestra naci¨®n a la m¨¢xima grouchiana que proclama: 'De victoria en victoria hasta la derrota final'. En este caso, su iniciativa de restaurar la rev¨¢lida ha originado un considerable revuelo en el gallinero nacional. El otro d¨ªa, paseando fugazmente por la caja tonta (vulgo zappeando) me encontr¨¦ a nuestro risue?o presidente quien, con aspecto de muy convencido y seguro, dec¨ªa algo as¨ª : 'Sin duda, la exigencia es un requisito de la calidad y lo que no puede ser es que nuestros j¨®venes no sepan escribir veinte l¨ªneas seguidas sin cometer una falta de ortograf¨ªa'.
No s¨¦ si el estudio sobre el que se basa el Gobierno para afirmar que nuestros estudiantes est¨¢n muy mal situados en el ranking europeo es fiable porque hace relativamente poco tiempo que en Inglaterra y Estados Unidos andaban tambi¨¦n muy preocupados por similares razones. En cualquier caso, coincido con el presidente Aznar en que lo de las veinte l¨ªneas es realmente grave. Y lo digo desde la amarga experiencia de corregir ex¨¢menes de Universidad en los que se pueden encontrar frases del tipo : 'Nuestras exportaciones an ido preferentemente ha Europa' y en los que buscar el sujeto, verbo y predicado de las frases, el sentido de las comas o la existencia de puntos es toda una aventura.
Pero enfermedades como ¨¦sta hay muchas formas de atajarlas y me temo que el Gobierno de la naci¨®n sigue siendo persistente en sus errores. En primer lugar, por una cuesti¨®n de formas, no parece adecuado anunciar la dichosa restauraci¨®n de la rev¨¢lida y, a continuaci¨®n, 'reclamar' un amplio debate social y pol¨ªtico sobre la educaci¨®n. Creo que hubiera sido mejor, plantear los problemas, abrir el debate y tomar decisiones ex post y no ex ante. M¨¢s all¨¢ de esta cuesti¨®n formal, existen sofismas varios y cuestiones de fondo. Lo del sofisma viene a cuento de la relaci¨®n causal que se establece entre nivel de exigencia y calidad. Las oposiciones de notar¨ªa son tan exigentes que han llegado a producir m¨¢s de un suicidio y un sinf¨ªn de depresiones y no creo que puedan ponerse como ejemplo de nada. Por tanto, cuando la exigencia se sustenta en pruebas irracionales no conduce a la calidad sino al sadismo.
Aclarado ¨¦ste punto, tratemos de aportar nuestro granito de arena al requerido debate. Por decirlo en pocas palabras y aun a riesgo de incurrir en alguna que otra excesiva simplificaci¨®n, soy de los que piensa desde hace bastantes a?os que la educaci¨®n debe proporcionar buenos fundamentos y que dichos fundamentos tienen poco que ver con la acumulaci¨®n enciclop¨¦dica y memor¨ªstica de conocimientos. Pongamos un s¨ªmil. Si uno quiere llegar a jugar bien al baloncesto, tiene que empezar por saber botar y pasar la pelota, correr con ella hacia delante y atr¨¢s sin tropezarse ni hacer pasos, mirar fijamente al contrario mientras realizas una asistencia al compa?ero etc... Esto es el ABC previo a ensayar jugadas, t¨¢cticas y trucos varios. Pues bien, los buenos fundamentos en la educaci¨®n se resumen en muy pocas, pero importantes, pr¨¢cticas. En realidad, bastar¨ªa con que al final del bachillerato la gente joven supiera hablar, leer y escribir correctamente, tuviera una cierta capacidad de razonamiento abstracto y de capacidad de discusi¨®n, se defendiera en un par de idiomas y leyera el peri¨®dico. Y para conseguir este estatus no hay que descubrir las Am¨¦ricas sino pr¨¢cticar las buenas costumbres: leer, leer y leer; hacer exposiciones orales y debates; familiarizarse con bibliotecas y hemerotecas; conocer los recursos que ofrece Internet; estudiar matem¨¢ticas e historia de la ciencia... Y yo no a?adir¨ªa mucho m¨¢s. En todo caso, recordar que, bien explicadas, materias como la historia, la sociolog¨ªa, la geograf¨ªa y la econom¨ªa propocionan un bagaje human¨ªstico interesante y que las horas de lat¨ªn y griego no son horas perdidas.
Pero todo ello, desde una voluntad expl¨ªcita de proporcionar fundamentos y de ense?ar a aprender, puesto que el conocimiento no es sino la capacidad de aprender a aprender.
Yo tambi¨¦n estoy de acuerdo con el Gobierno de la naci¨®n en los ex¨¢menes de grado. Es decir, en pruebas en las que se demuestre que se sabe hablar, leer, escribir, discutir, razonar. Pero no en pruebas tan est¨²pidas como el desaparecido COU en la que en una semana te examinabas de toda la materia (excesiva a todas luces) que se hab¨ªa desarrollado durante todo el curso en r¨¦gimen de evaluaci¨®n continuada. Y si en la rev¨¢lida hay que volverse a saber los reyes godos o los r¨ªos y afluentes de Espa?a, apaga y v¨¢monos.
Hay en esta propuesta un peque?o problema del que nuestro presidente no ha hablado cuando se trata de la otra parte contratante como dir¨ªa, de nuevo, Groucho: los profesores. Porque si hay algo dif¨ªcil en la ense?anza es motivar positivamente al alumno, conseguir que le guste leer, que tenga curiosidad, que vea que el esfuerzo que realiza aprendiendo idiomas o estudiando matem¨¢ticas tiene recompensas concretas. Reconozco que no es f¨¢cil y que la primera reconversi¨®n deber¨ªa ser la del profesorado. Un cursillo intensivo de pedagog¨ªa no nos har¨ªa ning¨²n da?o. Y por favor: en un mundo cambiante en el que lo importante es la capacidad de aprendizaje y la versatilidad, hacer que menores de edad tengan que elegir su especializaci¨®n es, tristemente, una broma macabra. Buenos fundamentos y lo dem¨¢s se os dar¨¢ por a?adidura, como dice el Evangelio. Salud.
Josep Sorribes es profesor de Econom¨ªa Regional y Urbana de la Universidad de Valencia.
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