Argentino
En 1908 mi abuelo emigr¨® a la Argentina. De aquel viaje, ¨¦l evocaba tres hechos: la visi¨®n del Teide desde alta mar, pir¨¢mide blanca sobre el agua; una tempestad bajo el cielo de Cabo Verde, y el olor a caf¨¦ junto a la costa de Brasil. Ya en Buenos Aires, se coloc¨® de mozo en una familia del barrio de Palermo. Un d¨ªa, sin embargo, fue humillado por el due?o de aquella casa, y mi abuelo se march¨® de inmediato, sin que de nada sirvieran los perdones y dulzuras de la esposa del se?orito. Poco despu¨¦s encontr¨® un empleo de oficinista en los tranv¨ªas de Rosario, cuatrocientos kil¨®metros hacia el interior. En 1911 volvi¨® a Espa?a. Fue un emigrante golondrina, como tantos otros. Tal vez por eso le gustaba poco hablar de su aventura austral. Le incomodaba. Y yo pienso ahora que si mi abuelo hubiera perdurado en aquella rep¨²blica, yo ser¨ªa en estos momentos un se?or de clase media sudoroso, arruinado y asido a una cacerola. Un se?or hambriento en el pa¨ªs que disfrut¨® durante a?os del mayor n¨²mero de calor¨ªas por habitante de todo el planeta. Un se?or desolado que prepara las maletas rumbo a la ciudad de Valencia, en la madre patria, donde un vecino m¨ªo de Rosario, un tal Mario Claudio Felman, ha logrado salir adelante como vendedor de libros por las casas, lo que tiene un valor incalculable.
Ayer vi a Mario Claudio Felman. Fue en Valencia, en la esquina de Col¨®n y Pizarro. Yo le hab¨ªa conocido casualmente el a?o pasado en las gradas de Mestalla, y desde entonces no hab¨ªa vuelto a saber de ¨¦l. Despu¨¦s de saludarnos, Felman me habl¨® de Rosario, de la calle donde hab¨ªamos jugado de ni?os. Yo le dije la verdad, que nunca hab¨ªa cruzado el charco, pero ¨¦l me rog¨® que no le vacilara. Tal y como se estaban poniendo las cosas, acab¨¦ por seguirle la corriente, y sucedi¨® al poco que las personas que yo inventaba, y que supuestamente eran vecinas de nuestra calle, en Rosario, exist¨ªan en la realidad, y ¨¦l las recordaba con todos los detalles. Fue entonces cuando supe, m¨¢s que nunca, que si yo no fuera espa?ol, ser¨ªa argentino. Y me gusta recordar que un d¨ªa viaj¨¦ a Buenos Aires desde Rosario, y que vi a Borges en la calle de Maip¨².
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