Un arte con conciencia ¨¦tnica
Las artes visuales contempor¨¢neas en Australia son como un shiva hind¨² de m¨²ltiples brazos -tal es su variedad de estilos y lenguajes- que desde el continente mira hacia Oriente y Occidente. ?sta es la primera conclusi¨®n a que se llega cuando se intenta dibujar el perfil de las artes visuales de esta vasta isla. Y es que el di¨¢logo permanente entre artistas con distintos backgrounds culturales ha convertido sus resultados creativos en una pr¨¢ctica muy diversa, comprometida socialmente y llena de frescura.
El n¨²mero de creadores visuales es muy alto pese a que el mercado australiano es reducido. No puede ser de otra forma en una naci¨®n de 20 millones de habitantes. Por ello, galeristas, directores de museos y de bienales -la de Sydney, con Richard Grayson al frente, y la de Adelaida son las de mayor impacto p¨²blico-, y responsables del Australia Council for the Arts acuden a Arco con un considerable despliegue de medios y entusiasmo: que Australia haya sido escogida como invitada de honor puede ser un primer paso para que su arte sea conocido y ensanchar as¨ª su mercado con Europa.
Ciento treinta y seis artistas australianos, 30 directores de salas de arte y 12 coleccionistas representan a su pa¨ªs en esta edici¨®n de Arco
En los ochenta, los artistas abor¨ªgenes se incorporaron desde las periferias creativas a los centros art¨ªsticos
La mayor parte de las galer¨ªas australianas han incorporado obras ind¨ªgenas a su programaci¨®n
Las contradicciones sociales, los marginados y los abusos cometidos son temas recurrentes
En este pa¨ªs, el t¨¦rmino artes visuales contempor¨¢neas incluye tanto el arte que sigue modelos occidentales como el que parte de la enso?aci¨®n y mantiene sus ra¨ªces en la tradici¨®n ind¨ªgena. Fue en los ochenta cuando los artistas abor¨ªgenes se incorporaron con fuerza desde las periferias creativas a los centros art¨ªsticos no sin tensiones ni momentos amargos. A partir de entonces, en Australia existe un solo arte contempor¨¢neo. Su car¨¢cter es por tanto dual porque uno y otro se basan en conceptos distintos, tal como se?ala el cr¨ªtico Andrew Sayers.
La narrativa no figurativa y de c¨®digo cerrado de los artistas ind¨ªgenas cohabita con la de formas occidentales. Ya no viven separadamente. Es m¨¢s, algunos creadores de procedencia aborigen como Gordon Bennet, Tracey Moffatt, Destiny Deacon y Michael Riley han desdibujado incluso esta l¨ªnea de diferenciaci¨®n al sustituir los soportes tradicionales como la pintura por otros nuevos como la fotograf¨ªa, el v¨ªdeo y la instalaci¨®n. Sin embargo, tal como afirma Wally Caruana, ex responsable del ¨¢rea de arte aborigen del Museo Nacional de Australia (Canberra), 'estos creadores que trabajan con lenguajes occidentales siguen manteniendo elementos conceptuales o formales ind¨ªgenas en su obra y reflexionando a menudo para atraer la atenci¨®n cr¨ªtica de los espectadores hacia la realidad aborigen'.
El arte aborigen es considerado como parte del conjunto que constituye el arte contempor¨¢neo australiano. Y con este car¨¢cter se presenta a esta edici¨®n de Arco 2002. Paul Greenaway, comisario del programa y a la vez el australiano m¨¢s veterano en la feria (lleva 10 a?os asistiendo a ella con la galer¨ªa que regenta en Adelaida), comentaba en Sydney: 'No podemos subestimarlo. Ha sido el acontecimiento de la vida art¨ªstica australiana m¨¢s significativo de los ¨²ltimos 20 a?os. Y no es un material de inter¨¦s etnogr¨¢fico, como lo fue en el pasado, sino que forma parte intr¨ªnseca de la realidad de las artes visuales australianas'.
No dejaba de insistir en ello terminada la presentaci¨®n del programa Australia with the Rest of the World ante algunos de los 136 artistas, 30 directores de salas de arte y 12 coleccionistas que se trasladar¨¢n a Madrid: 'Los miles de a?os de tradici¨®n art¨ªstica de las comunidades abor¨ªgenes es el elemento que marca el car¨¢cter de cosa ¨²nica que posee el arte de este continente. Ello junto a la apuesta de muchos artistas por las nuevas tecnolog¨ªas (un fen¨®meno que se ha dado igualmente en la vida diaria y que ha roto de una vez el feroz aislacionismo que hab¨ªa caracterizado a este pa¨ªs) y de las intensas relaciones con pa¨ªses asi¨¢ticos plasmadas en m¨²ltiples influencias e intercambios'.
Gene Sherman, codirectora de las galer¨ªas que llevan su nombre en Sydney y que se cuentan entre las vanguardistas de m¨¢s prestigio, se refer¨ªa a las artes de los ant¨ªpodas con estas palabras: 'El mundo es uno. Pero este continente es distinto de todos y aislado. Durante mucho tiempo ha vivido separado del resto del planeta. Y cuando ha tenido la oportunidad de crear lo ha hecho partiendo de cero y con total libertad, sin que asomaran el peso de la historia y de la tradici¨®n'.
Lo explicaba en su casa de Paddington, un barrio a la vez bohemio y residencial donde se concentran la mayor¨ªa de galer¨ªas de la ciudad. Rodeada de lienzos de John Olsen, el gran poeta de paisajes abstractos que mantuvo un idilio con la cultura espa?ola y que vivi¨® en Mallorca entre 1957 y 1960, Sherman afirmaba: 'Los creadores australianos adem¨¢s son muy cr¨ªticos, cosa que los distingue de los europeos en este momento. Las contradicciones de la sociedad australiana, los marginados, los abusos cometidos con los ind¨ªgenas, son temas recurrentes en sus obras. En sus or¨ªgenes modernos este pa¨ªs fue colonia penitenciaria. La mayor¨ªa de sus habitantes (o como m¨ªnimo sus familiares) llegaron en condici¨®n de emigrantes y de personas desplazadas por guerras. ?stos son los antecedentes de los mismos artistas sin ir m¨¢s lejos. Y ello explica su especial sensibilidad por los temas pol¨ªticos y sociales. Imants Tillers, hijo de letones, es paradigma de ello y uno m¨¢s entre muchos'.
Los espacios p¨²blicos para los artistas abundan. El Australia Council for the Arts mantiene un inter¨¦s prioritario hacia ello. RMIT Gallery (Melbourne) y CAOS son muy activos. Esta ¨²ltima es una asociaci¨®n que se extiende por todo el territorio. Artspace y el Centro de Fotograf¨ªa de NSW, en Sydney, son dos de sus miembros. Sobre CAOS pivota el desarrollo de las pr¨¢cticas y de la reflexi¨®n cr¨ªtica m¨¢s innovadoras de las artes visuales.
Nicholas Tsoutas est¨¢ al frente de Artspace desde 1981. Es contundente respecto al car¨¢cter del arte austral: 'Estas dos ¨²ltimas d¨¦cadas, los trabajos de los creadores visuales son muy potentes y seductores. Europa y Am¨¦rica contin¨²an siendo puntos de referencia, pero Asia atrae muchas miradas por su proximidad geogr¨¢fica'.
Lo cierto es que la atenci¨®n de los creadores hacia Jap¨®n, China y Corea es un hecho incontestable. Gia Nhi Phuna, directora de la Gallery4A de Sydney -un espacio dedicado a artistas asi¨¢tico-australianos sin ¨¢nimo de lucro-, destacaba que el inter¨¦s por Asia ha trascendido el estadio de curiosidad para convertirse en un elemento de la identidad cultural australiana. 'Y Jan Minchin, de Tolarno Galleries (Melbourne), apostillaba: 'Aqu¨ª uno nunca se aburre. La gente llega con distintos backgrounds y ofrece nuevas perspectivas cada d¨ªa. Por ejemplo, Occidente converge con Oriente en una pintura del artista Tim Johnson que se podr¨¢ ver en Arco. El autor invit¨® al artista tibetano Karma Phuntsok para que pintara la imagen de buda en el centro. Otras obras de Johnson incluyen im¨¢genes de Vietnam y de China y referencias al arte aborigen'.
Sin embargo, esta calidad de ideas lo mismo que el esp¨ªritu innovador, cuestionador y multicultural de las artes visuales australianas es un fen¨®meno reciente. En los cuarenta, cuando la sociedad australiana era radicalmente euroc¨¦ntrica, autores que siguieron postulados de modernidad como James Gleeson y James Kant no pasaron de copiar a los surrealistas europeos. Y otro tanto con la obra de los abstractos Grace Crowley, Ralph Balson y Frank Hinder en los cincuenta y sesenta: sus obras son pura m¨ªmesis de los expresionistas americanos. Estos resultados no significan que no preocupara encontrar un estilo personal, pero la fuerza del paisaje australiano y la falta de una tradici¨®n de modernidad daba al traste con ello. Las excepciones fueron contadas: Margaret Preston, Sydney Nolan, Ian Fairweather, Arthur Boyd y John Olsen. Pese a ello, el esp¨ªritu vanguardista tuvo un elemento positivo: prepar¨® el terreno para las generaciones posteriores.
En Australia se empez¨® a generar un arte personal y con conciencia ¨¦tica y social, a finales de los setenta. Los autores clave desde entonces han sido: el conceptual Ian Burn (muri¨® en 1993), el posmoderno Imant Tillers, el fot¨®grafo Bill Henson y Mike Parr, maestro de instalaciones. A partir de los ochenta, destacan sobretodo otros pintores y performers como Fiona Hall, que con seductora delicadeza indaga el impacto de la colonizaci¨®n en la naturaleza; Peter Callas, el m¨¢s avanzado y atrevido en el uso de nuevas tecnolog¨ªas, y Linda Lee, de origen asi¨¢tico que rastrea el racismo en Australia con una est¨¦tica mezcla de abstracci¨®n, zen y mitolog¨ªa. Desde finales de los ochenta, cabe citar a Gordon Bennet -el primer artista aborigen urbano- y a Tracey Moffatt-muy conocida en Espa?a-. Y ya en los noventa entran en escena con fuerza Destiny Deacon y Constanze Zikos, seguidos de la generaci¨®n m¨¢s joven que sigue incorporando un amplio repertorio de estilos y g¨¦neros (escultura, pintura, nuevas tecnolog¨ªas, instalaciones, fotograf¨ªa y performances), sin dejar de lado su preocupaci¨®n por lo marginal y por los puntos flojos de la sociedad australiana: Patricia Piccinini, que indaga en los desesos consumistas; Mari Velonaki, con sus sensuales instalaciones, y Carmen Soraya Moreno Hern¨¢ndez, catalana de origen (Girona, 1967), que con sus geometr¨ªas de ordenador ha sido la gran revelaci¨®n de la ¨²ltima Primavera del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Sydney.
Vivienne Webb, comisaria del citado museo, resume de forma gr¨¢fica lo que distingue a estas generaciones: 'Los artistas australianos trabajan con un gran abanico de formas y en un contexto global. Sin embargo, existe una corriente que se distingue por la fuerza de sus planteamientos al tomar historias reales como puntos de mira. Son muchos los que han optado por la identidad como tema. Y es que en este pa¨ªs se juntan una historia ancestral de pueblos abor¨ªgenes, un pasado colonial reciente y las realidades de los emigrantes'.
Caruana considera 'que la introducci¨®n de pinturas sobre cortezas de ¨¢rbol y de esculturas abor¨ªgenes en el Museo de Nueva Gales del Sur a finales de los a?os cincuenta de la mano del curador Tony Tuckson y asimismo en el de Canberra (inaugurado en 1982) signific¨® el reconocimiento definitivo de este arte'. Y a?ade que 'otro de los signos que lo corroboran es que las principales galer¨ªas de arte han incorporado obras ind¨ªgenas a su programaci¨®n estable'.
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