Espacio protegido
Aun cuando ha sido, desde el inicio hasta hoy, una ambici¨®n prioritaria, la vertiente internacional de Arco no acaba de desterrar por entero la sombra de una fr¨¢gil constituci¨®n. Un tanto a la manera de los cultivos de especies raras en la estufa de un bot¨¢nico, es, por supuesto, atracci¨®n espectacular esencial de la visita, mas siempre bajo amenaza de que una crisis parasitaria o un fallo del microclima artificial que los sostiene d¨¦ al traste con tanto esfuerzo. Y ni el despliegue de extravagante invenci¨®n, indesmayable prodigalidad hospitalaria y confabulaci¨®n de padrinazgos, que confieren a la feria su perfil tan pintoresco, han logrado diluir ese escollo.
Justo todo lo contrario, sin embargo, de lo que dicha pol¨ªtica de cuidados intensivos obtiene como fruto en lo que al arte espa?ol se refiere. Surgida en las ediciones tempranas del certamen, a modo de estrategia de lucha por la incierta supervivencia de la feria en un contexto tan ¨¢rido y raqu¨ªtico como era, dos d¨¦cadas atr¨¢s, el del mercado de arte contempor¨¢neo en este pa¨ªs, recab¨® compulsivamente apoyos de toda ¨ªndole, desde las distintas administraciones -estatal, auton¨®micas y municipales- hasta las instituciones culturales o sectores empresariales, as¨ª como una singular complicidad por parte de los medios de comunicaci¨®n. Pero ha sido finalmente tal la inercia acumulada en estos veinte a?os a partir de ese impulso, que Arco acabar¨ªa por convertirse a la postre en el fen¨®meno medi¨¢tico y de masas que hoy conocemos. As¨ª, lo que en un principio era voluntarismo solidario, cobr¨® de pronto el valor a?adido de que cuanto se ejecutara en el marco de la feria ten¨ªa al punto garantizado una extraordinaria proyecci¨®n p¨²blica, con lo que una parte del coleccionismo institucional ha tendido a concentrar en ella lo esencial de su pol¨ªtica de adquisiciones. Ello ha dado a la postre como consecuencia que la feria madrile?a tenga un peso proporcional inusitado en el negocio del mercado art¨ªstico de nuestro pa¨ªs.
En ese sentido, Arco brinda al arte patrio su espacio protegido por excelencia. A¨²n dir¨ªa m¨¢s, es hoy como un recinto tematizado que recrea en escenarios virtuales las delicias del Jard¨ªn del Ed¨¦n, con lo que los creadores justamente representados en la feria se extas¨ªan, presos de patas en su porci¨®n de la tarta, mientras que el resto, los parias, queda desterrado al tenebroso p¨¢ramo de olvido exterior. Dicha situaci¨®n ha redundado tanto en las consiguientes tensiones asociadas a las galer¨ªas que son rechazadas en la selecci¨®n del certamen o en la ansiedad de los propios creadores por verse representados en ese fabuloso escaparate, como en un incremento de la eficiencia profesional en la propuesta de los participantes.
Sin embargo, el hecho de que el nivel de lo presentado sea cada vez m¨¢s contundente, no es necesariamente sin¨®nimo de que en ella quede reflejado lo mejor de nuestro arte del momento. Conviene no olvidar que Arco no es un acontecimiento cultural equivalente a una bienal, sino ante todo un instrumento de mercado. De ah¨ª el recurso constante a mecanismos como el de conceder mayor ¨¦nfasis a los tics m¨¢s en boga dentro de la moda de turno y el protagonismo coyuntural de determinados nombres, asociados a la celebraci¨®n de una retrospectiva o destacados en alg¨²n certamen internacional de referencia durante la temporada en curso. De igual modo, buen ejemplo de ese perfil de comportamiento, as¨ª como de hasta qu¨¦ grado Arco es el mercado ideal de lo nuestro, es una de las rutinas habituales de no pocos galeristas extranjeros, al desempolvar para la ocasi¨®n sus fondos de nombres espa?oles por ver, a la manera de aquel viejo filme de las navidades en junio, de hacer as¨ª 'su agosto en febrero'. Una de las tendencias de las ¨²ltimas ediciones ha sido un mayor nivel de presencia de obras hist¨®ricas de envergadura aun cuando en el caso m¨¢s excepcional, el de la deslumbrante Femme au jard¨ªn de Picasso, su protagonismo absoluto en el Arco de hace unos a?os no era casual, sino que respond¨ªa al deseo de calibrar la reacci¨®n del medio ante una negociaci¨®n en curso que desemboc¨® en la incorporaci¨®n de la escultura a la colecci¨®n del Reina Sof¨ªa.
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