Fotohibridaci¨®n
A prop¨®sito de Arco, y desde hace algunas ediciones, resulta chocante la perplejidad que produce en determinados sectores el impulso creciente que ha adquirido la presencia de la fotograf¨ªa, tanto en su acepci¨®n m¨¢s convencional (la 'fotograf¨ªa fotogr¨¢fica' ) con sus fronteras bien delimitadas en el ¨¢mbito del documento como por los m¨²ltiples usos que hacen de ella los circuitos de difusi¨®n de lo pl¨¢stico (donde se sustituye la etiqueta de 'fot¨®grafo' por la de 'artista'). Tal actitud no es de extra?ar en un pa¨ªs en el que, a estas alturas, las galer¨ªas especializadas son una excepci¨®n, las apuestas p¨²blicas por el medio se pueden contar con los dedos de la mano y las fuentes de investigaci¨®n hay que buscarlas en el ¨¢mbito de lo individual m¨¢s que en el ¨¢mbito institucional.
Pero lo cierto es que el fen¨®
meno de la irrupci¨®n de la fotograf¨ªa en este tipo de eventos viene de viejo, de ello dan fe otros pa¨ªses que manifestaron su inquietud al respecto con unas cuantas d¨¦cadas de antelaci¨®n con relaci¨®n al nuestro (anteriormente se hab¨ªan ocupado de ello sus galer¨ªas, museos y universidades, a la par que se multiplicaban todo tipo de colecciones p¨²blicas). Como escribe Klaus Honnef -uno de los especialistas que con mayor claridad han expuesto el papel de la fotograf¨ªa como veh¨ªculo del arte y el uso que la instituci¨®n art¨ªstica ha hecho de ella-, la consolidaci¨®n de esta tendencia tuvo lugar en la d¨¦cada de los setenta del pasado siglo con ocasi¨®n de la celebraci¨®n de una de las convocatorias de arte contempor¨¢neo de mayor trascendencia internacional: la Documenta de Kassel. Concretamente, fue en la Documenta V (1972) donde tuvo su comienzo y en la Documenta VI (1976) cuando se culmin¨® el proceso.
En la primera (1972), la funci¨®n art¨ªstica aparec¨ªa como subsidiaria, contrariamente a lo programado en la de 1977 que 'elev¨® la fotograf¨ªa a la categor¨ªa de medio art¨ªstico independiente', para ello se present¨® un recorrido hist¨®rico a trav¨¦s de la obra de un buen n¨²mero de autores seleccionados, referentes de las diferentes claves est¨¦ticas del siglo, que iban desde Stieglitz y Strand hasta Lucas Samaras y Katharina Sieverding, pasando por Bourke White y Cartier-Bresson, Salomon y Wegee, Blossfeldt y Friedlander hasta Mapplethorpe (fue su presentaci¨®n en Europa), Les Krims, Christian Boltanski y Gilbert & George..., entre otros.
Ahora el panorama es muy distinto, s¨®lo cabe hablar de algunos denominadores comunes que perfilan la mayor¨ªa de los registros destinados a esta suerte de eventos: una puesta en escena influenciada por lo cinematogr¨¢fico, lo teatral y los c¨®digos del monitor de televisi¨®n aderezado con la sombra de una cierta naturaleza muerta que se cierne sobre las im¨¢genes y una buena dosis de elementos propios de la denominada posfotograf¨ªa con toda su parafernalia digital computerizada... (y as¨ª hasta cerrar un potencial infinito de posibilidades de hibridaci¨®n).
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