Pablo Runyan, pintor paname?o
El pasado jueves d¨ªa 14 fallec¨ªa en Madrid el pintor paname?o Pablo Runyan. En verdad: una muy singular persona. Cuando en 1948 llega por primera vez a Madrid en bicicleta desde Par¨ªs ya hab¨ªa dado por dos veces consecuivas la vuelta al mundo como marinero en cargueros de matr¨ªcula sospechosa.
En Nueva York era protegido por la escritora Ana?s Nin, crey¨¦ndolo el cl¨¢sico marinero perdido en tierra firme. Cuando finalmente se entera que su padre es un afamado m¨¦dico especializado en enfermedades tropicales, y su madre, la autora de un tratado, muy conocido en el mundo anglosaj¨®n, sobre la preparaci¨®n y cultivo de los bonsai, Ana?s Nin rompe con Pablo Runyan, no sin antes introducirlo en la elitista academia de pintura Max Ernst, y en las clases de fon¨¦tica de la actriz Elissa Landi, la int¨¦rprete de El signo de la cruz, de Cecil B. de Mille, unas clases especiaizadas en el bien pronunciar en tres lenguas: ingles, franc¨¦s y alem¨¢n. Al decir entonces de todos, Elissa Landi era hija natural de Elizabeth, la emperatriz austroh¨²ngara conocida con el sobrenombre de Sissi.
A las j¨®venes y a los j¨®venes de aquellos enlutados a?os de la Espa?a del nacionalcatolicismo, Pablo Runyan les abr¨ªa nuevos y luminosos horizontes. Y, dada su incre¨ªble generosidad, convirti¨® su casa madrile?a en un impar lugar de encuentro, cuyo alcance nos resulta hoy poco menos que imposible de evocar. Pablo Runyan no abandon¨® nunca su pasi¨®n por la pintura. En su estudio, rodeado de p¨¢jaros tropicales, se encerraba en una soledad creativa que todos respet¨¢bamos. Nunca tuvo af¨¢n alguno de notoriedad. Aunque para s¨ª quisieran no pocos pintores consagrados las bell¨ªsimas l¨ªneas que le dedicara Octavio Paz. Esperemos que llegue un d¨ªa en que Panam¨¢ valore en su justo alcance a este su ins¨®lito hijo pr¨®digo.
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