Milosevic pone contra las cuerdas al primer testigo de la acusaci¨®n
El ex presidente serbio interroga durante tres horas implacablemente a un l¨ªder de Kosovo
Tenaz y agudo, Slobodan Milosevic es un temible interrogador. Mahmut Bakalli, un veterano ex dirigente comunista y ahora diputado kosovar, fue sometido a una feroz prueba de m¨¢s de tres horas y media por parte del acusado y defensor de s¨ª mismo en la sesi¨®n de ayer, en el juicio contra el ex l¨ªder serbio abierto hace una semana en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia.
El pobre Bakalli, de 66 a?os, resopl¨® cuando el juez Richard May le dijo: 'Puede marcharse, est¨¢ libre'. Debi¨® sentir como el final de una pesadilla en la que un viejo conocido le machac¨® una y otra vez y dejo en entredicho la habilidad de la fiscal Carla del Ponte, que tal vez pod¨ªa haber escogido un testigo m¨¢s impactante en el estreno del turno de testimonios.
'Conteste s¨ª o no', '?Sabe que est¨¢ bajo juramento?', fueron frases que se repitieron a lo largo de la sesi¨®n y que sal¨ªan de la boca del imputado, implacable desde su silla. Ten¨ªa derecho a levantarse y hasta moverse por la peque?a sala, pero prefiri¨® no hacerlo. Sigui¨® un gui¨®n, pr¨¢cticamente el mismo que el de Geoffrey Nice, el ayudante de la fiscal, el d¨ªa anterior. Y trat¨® de desmontar una a una las tesis del enemigo. Estuvo ir¨®nico cuando abord¨® la persecuci¨®n del sistema de ense?anza en alban¨¦s y la creaci¨®n de escuelas paralelas en Kosovo: '?Es que acaso es diferente estudiar matem¨¢ticas en alban¨¦s o en serbio o saber de Plat¨®n, Galileo o Giordano Giordano?'.
Milosevic, abogado de formaci¨®n pero que jam¨¢s ha ejercido, emul¨® al mejor Perry Mason cuando le exigi¨® pruebas documentales de que los trabajadores en Kosovo tuvieran que firmar una declaraci¨®n de lealtad a Serbia una vez que se introdujeron en 1989 las enmiendas constitucionales que pusieron fin a la autonom¨ªa de la provincia. Su v¨ªctima contest¨® que las hab¨ªa pero se excus¨® por no haberlas tra¨ªdo. Tambi¨¦n pidi¨® disculpas por no haber suscitado el problema del apartheid ¨¦tnico la primera vez que se reuni¨® a solas con ¨¦l en 1998, cuando el acusado era todav¨ªa presidente de Serbia.
Y a¨²n le puso en m¨¢s aprietos al entablarse la cuesti¨®n del futuro de Kosovo despu¨¦s de que el testigo dijera que la 'poblaci¨®n kosovar aspira a la creaci¨®n de una rep¨²blica independiente y a su integraci¨®n en Europa'. Milosevic le record¨® la resoluci¨®n 1244 de la ONU, aprobada al t¨¦rmino de la guerra en junio de 1999, que deja muy claro el mantenimiento de la provincia dentro de Serbia.
No pudo faltar el argumento central de su defensa: la agresi¨®n de la OTAN y el presunto respaldo de ¨¦sta a las acciones del ELN, el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional alban¨¦s. 'La acci¨®n de la OTAN fue justificada y en Kosovo la poblaci¨®n no se sinti¨® amenazada por los bombardeos', declar¨® Bakalli. El testigo admiti¨® haber asesorado pol¨ªticamente a uno de los l¨ªderes de la guerrilla, actualmente extinta, pero neg¨® que el ELN hubiera cometido atentados terroristas contra serbios en Kosovo. 'No hubo terrorismo y si lo hubo fueron acciones individuales', afirm¨® nervioso. Para reafirmar su tesis de que la v¨ªctima hab¨ªa sido la minor¨ªa serbia, Milosevic le comunic¨® que 40.000 serbios hab¨ªan tenido que huir de Kosovo en los ochenta y que 360.000 lo hab¨ªan hecho como consecuencia de la guerra de 1999.
El juez May se interes¨® en varios momentos por conocer cu¨¢nto tiempo iba a necesitar el acusado para interrogar el testigo. La parte fiscal hab¨ªa empleado el d¨ªa anterior una hora y media. Milosevic contest¨® que varias horas porque necesitaba desmontar las 'muchas mentiras' que hab¨ªa dicho el lunes. Al final se apiad¨® de la salud ps¨ªquica del compareciente y le hizo la ¨²ltima pregunta m¨¢s de tres horas y media despu¨¦s de formular la primera: '?Puede vivir tranquilamente hoy una persona no albanesa en Kosovo?'. 'S¨ª', le contest¨® el otro exhausto m¨¢s por liberarse de esa presa de caza que por convencimiento de que as¨ª es.
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