Cl¨¦ment Rosset celebra la alegr¨ªa de vivir frente al pesimismo radical de Cioran
El fil¨®sofo franc¨¦s comenta que el autor rumano parte de la 'peque?ez del ser humano'
Hay un acuerdo de fondo entre el pensamiento de Rosset y el de Cioran: que todo es un desastre. 'No hay ning¨²n bien en el mundo al que un examen l¨²cido no le haga parecer, en ¨²ltima instancia, irrisorio y desde?able', escribe el primero. El segundo contaba que en cuanto se toman distancias frente a cualquier persona surge la pregunta irremediable: '?C¨®mo ser¨¢ que no se mata?'. Ayer, Rosset volvi¨® a hurgar en las complicaciones de la existencia en una conferencia sobre Cioran. Para concluir que 'sin conocer lo m¨¢s tr¨¢gico, no es posible conquistar el gozo de vivir'.
Como Cioran, Cl¨¦ment Rosset (1939) es de esos pensadores que no le tienen miedo a transitar por las zonas m¨¢s ¨¢speras de la realidad. En una entrevista poco antes de su conferencia, de lo que se trataba era de abordar las grandes l¨ªneas de su pensamiento que, partiendo de un diagn¨®stico radicalmente tr¨¢gico de la condici¨®n humana, se empe?a una y otra vez en celebrar la alegr¨ªa, el gozo, de vivir. Hab¨ªa, por tanto, una larga lista de cuestiones: el car¨¢cter decisivo de las ilusiones en la vida de los hombres, la importancia de la risa, el peso del azar en el rumbo ciego de los acontecimientos, el car¨¢cter artesanal de un oficio como el de la filosof¨ªa que se propone elaborar un acercamiento total a la realidad, nuestra realidad. Pero Cl¨¦ment Rosset se puso a hablar de su familia.
'Soy franc¨¦s por casualidad. Mis tres hermanos y mi hermana nacieron en Madrid. Cuando empez¨® la guerra civil, y por prudencia, mi padre traslad¨® a su familia a Francia. ?l se qued¨® aqu¨ª y, por su condici¨®n de extranjero, pudo ayudar a gente de los dos bandos que padec¨ªan las inclemencias del conflicto'.
Rosset habl¨® ayer de Cioran en el C¨ªrculo de Bellas Artes. Fue esta propia instituci¨®n la que lo trajo, junto a la editorial Pre-Textos, que celebra con una serie de conferencias su 25? aniversario, y la Embajada de Francia. Se esforz¨® en hablar en espa?ol, una lengua que se le fue contagiando por su ambiente familiar, apasionado por las cosas de este pa¨ªs, y por sus lecturas. 'En lo que he escrito ha sido muy importante la alegr¨ªa de vivir. Y eso es algo que descubr¨ª en Espa?a. No hay nada que merezca la pena si no se hace con entusiasmo. Sin el gozo de la sexualidad, no hay vida, no hay alegr¨ªa, no hay nada. Ni siquiera filosof¨ªa'.
Un baile en Mallorca
Durante la entrevista, Rosset tom¨® la palabra con una decidida, aunque oculta, voluntad de utilizar la estrategia Cerros de ?beda. Pero, de vez en cuando, y como quien no quiere la cosa, alud¨ªa a su trabajo. 'Todo lo que rode¨® mi infancia remit¨ªa a Espa?a. Tom¨¢bamos el vino en unos vasos en los que se le¨ªa 'T¨ªo Pepe'. Y v¨ªaj¨¢bamos con frecuencia a Mallorca, donde mi padre hab¨ªa comprado un chalet. Fue all¨ª donde tuve una experiencia que considero esencial para el desarrollo de mi obra. Fue en 1953, en un peque?o pueblo de unos 120 habitantes. Asist¨ª a un baile que me revel¨® que lo verdaderamente importante es la alegr¨ªa, la brusca irrupci¨®n de la sexualidad, la fiesta, la risa'.
Todo esto ven¨ªa a cuento de una pregunta sobre Cioran, el fil¨®sofo rumano sobre el que Rosset disert¨® en Madrid y sobre el que ya hab¨ªa escrito en La fuerza mayor, publicado en Espa?a por Acuarela. 'Conoc¨ª a Cioran gracias a Savater y fuimos muy buenos amigos', cuenta. Pero subray¨® enseguida: 'Nunca hablamos de filosof¨ªa'.
'Cioran no es exactamente un pesimista a la manera tradicional', cont¨® Rosset, 'aunque condenaba de una manera fulminante la vida'. Y, precisamente entonces, cuando se esperaba una floritura conceptual sobre el brillante ensayista rumano, Rosset prefer¨ªa contar an¨¦cdotas. 'Era un gran jugador, le gustaba divertirse. Era muy cort¨¦s, un seductor. Ten¨ªa problemas de ¨²lcera, as¨ª que cuando beb¨ªamos un poco de vino miraba con envidia la cantidad que nos hab¨ªamos servido su mujer y yo, pues ¨¦l s¨®lo pod¨ªa contentarse con un cuarto de vaso'.
De Cl¨¦ment Rosset se han publicado cinco libros en Espa?a: La antinaturaleza (Taurus, 1974), La l¨®gica de lo peor (Barral, 1976), Lo real y su doble (Tusquets, 1983), El principio de crueldad (Pre-Textos, 1994: hay traducci¨®n catalana, Principis de saviesa y de follia, en Eliseu Climent, 1997), y La fuerza mayor, que apareci¨® en 2000. Su obra, de una rara originalidad, reivindica lo que llama pensamiento tr¨¢gico frente a aquellas escuelas filos¨®ficas que parten de la hip¨®tesis de que el hombre puede mejorar, perfeccionarse. Rosset no se hace ilusiones. Pero tampoco lloriquea.
Sus referentes son Nietzsche, Pascal, Montaigne, Spinoza o Lucrecio. As¨ª que sabe qu¨¦ es lo peor. Pero declar¨®, rotundamente, que la afirmaci¨®n de la vida s¨®lo tiene sentido cuando se conoce de cerca lo m¨¢s sombr¨ªo. 'S¨®lo el conocimiento de lo m¨¢s tr¨¢gico te lleva a la alegr¨ªa de vivir'. Est¨¢, por tanto, de acuerdo con Cioran cuando ¨¦ste critica a aquellos que celebran la felicidad despu¨¦s de olvidar, despu¨¦s de ponerse de espaldas a los conflictos de la vida. La alegr¨ªa de la que habla Rosset procede de una ra¨ªz bien diferente.
Un 'bon vivant'
?Habr¨¢ alguna forma de que Rosset se pronuncie, m¨¢s all¨¢ de los chascarrillos, sobre Cioran? Pone mala cara. 'Eso ya lo he contado en mis libros. Es tremendamente dif¨ªcil escribir sobre cosas complicadas de expresar. Y m¨¢s dif¨ªcil a¨²n cuando hay que hacerlo de manera sencilla. Al ver aquel baile de Mallorca, entend¨ª que lo m¨¢s importante era la alegr¨ªa de vivir despu¨¦s de conocer todos los sufrimientos. Lo ten¨ªa claro, pero a ver c¨®mo lo explicas. En buena medida, el conocimiento te llega como una gracia, como un don, como un milagro'.
Por no hablar de grandes conceptos, Rosset fue capaz de contar incluso alg¨²n secreto. 'De esos que dan verg¨¹enza', dijo. Y explic¨® que, hace a?os, supo de un traductor que le hab¨ªa preguntado a Cioran sobre un tal Rosset. Y que ¨¦ste hab¨ªa contestado: 'Es un bon vivant al que la filosof¨ªa no ha estropeado'.
As¨ª que el bon vivant vino a Madrid para hablar de Cioran. Su pesimismo, escribi¨® Rosset en La fuerza mayor, se desencadena al constatar que la 'paradoja de la existencia es la de ser algo y, al mismo tiempo, la de no contar para nada'. Por eso es un pesimismo at¨ªpico. No procede de descubrir el absurdo de la existencia. Es el resultado de saber la condici¨®n ef¨ªmera del hombre, 'la peque?ez del ser humano'.
Pero Rosset vuelve enseguida a las historias. '?Sabe que Cioran quer¨ªa instalarse en Espa?a? Dec¨ªa que el franquismo era s¨®lido y que le ven¨ªa bien a su car¨¢cter. As¨ª que viaj¨® a pie y en bicicleta buscando un lugar donde vivir. Al final me confesar¨ªa que para nada, que el r¨¦gimen no era tan serio, que Espa?a era un garito'.
Nada importa nada
En una breve introducci¨®n a El principio de crueldad, Rosset cuenta un episodio de Ast¨¦rix en Hispania. Unos gitanos invitan a Ast¨¦rix y a Ob¨¦lix a unirse a su baile nocturno. El cantaor no tarda mucho en desgranar el estribillo. 'Ay, ?qu¨¦ desgracia haber nacido!'. La fiesta, pues, y enseguida la presencia de la muerte. Rosset no tarda en destacar cu¨¢n cerca est¨¢n en Espa?a la alegr¨ªa de vivir y el sentimiento tr¨¢gico de la vida, y reivindica la jota aragonesa, que expresa con una gran intensidad 'ese misterioso y esencial v¨ªnculo que relaciona la verdadera alegr¨ªa de vivir con un conocimiento ¨ªntimo y constante de la muerte'. Y es que en Espa?a, explicaba ayer Rosset, el folclor revela constantemente 'el car¨¢cter irrisorio de la vida'. La fiesta y la muerte. La risa y el conocimiento y la certeza del dolor. 'Para transmitir, al fin, que nada tiene una importancia decisiva, que nada importa nada'. Para Rosset, no hay mejor lecci¨®n para aprender a vivir.
Babelia
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