Un fr¨ªo y furioso estruendo

Nada hay que objetar a que el cineasta brit¨¢nico Ridley Scott aspire por su trabajo en Black Hawk derribado a otro premio a la direcci¨®n -aunque ya tiene en las vitrinas de su casa mucha ilustre chatarra merecida- si por direcci¨®n se entiende la mec¨¢nica de realizaci¨®n de la filmaci¨®n y de la puesta en pantalla de lo filmado. El brillant¨ªsimo y trepidante filme eleva esta mec¨¢nica a alturas de notable virtuosismo t¨¦cnico y alcanza secuencias con insuperables rizos dentro del territorio de la visualidad de la violencia y, en concreto, de la violencia del g¨¦nero b¨¦lico, dentro de cuyos patrones cl¨¢sicos Scott introduce, con oficio y astucia, sofisticadas maneras de llevar la mirada de la c¨¢mara a angulaciones in¨¦ditas que nadie hab¨ªa osado adoptar. De ah¨ª que haya secuencias de pasmosa audacia expositiva, tocadas de rara perfecci¨®n, en esta singular y vigorosa pel¨ªcula, que, sin embargo, en conjunto es insatisfactoria.

Narra Black Hawk derribado la espeluznante encerrona que, en octubre de 1993, atrap¨® a dos pelotones de soldados estadounidenses -que formaban parte de una operaci¨®n pacificadora de las Naciones Unidas en la guerra de Somalia- en el centro del laberinto urbano de Mogadiscio, donde fueron atacados, tras caer derribados los dos helic¨®pteros Black Hawk que los transportaban, por centenares de mercenarios del caudillo somal¨ª Mohamed Farrah Aidid, con los que cruzaron una refriega a muerte, una batalla de supervivencia de 16 horas de irrespirable y enloquecedora duraci¨®n.

La reconstrucci¨®n de aquel s¨²bito infierno por Ridley Scott, el estupendo guionista estadounidense Ken Nolan (que sabe tocar el delicado acorde¨®n f¨ªlmico de la compresi¨®n y la dilataci¨®n de los sucesos), el fot¨®grafo polaco Slawomir Idziak (recu¨¦rdese su genial trabajo en el Dec¨¢logo de Krysztof Kieslowski) y una decena de actores en estado de trance, de los que tiran con fuerza Josh Hartnett, Ewan McGregor, Sam Shepard y Tom Sizemore, es un pu?etazo de verismo visual entre ojo y ojo, pero el territorio esc¨¦nico resultante de ese afinado despliegue es un infierno observado desde todas las angulaciones posibles, fr¨ªo pero emocionalmente distante, ajeno y sin fuerza de arrastre ¨ªntimo ni empuje para conmover.

Caza humana

Es una ver¨ªdica historia de caza de hombres por hombres, presagiada por la precisa y preciosa elipsis del jabal¨ª abatido desde el helic¨®ptero. Est¨¢ llena de instantes de en¨¦rgico destripamiento de la violencia, pero visualizada desde tantos y tan dispares puntos de vista que no hay manera de que el espectador descubra su propia mirada entre tanta, y tan mareante, abundancia de angulaciones, encuadres, enfoques, ¨®pticas, saltos de eje y cambios de observatorio. De ah¨ª que, pese a algunos buenos y liberadores respiraderos y descansillos en la escalada de la atronadora ensalada de tiros, haya en Black Hawk derribado m¨¢s exactitud visual que conmoci¨®n moral. Y ¨¦se es el tal¨®n de Aquiles de este alarde de gran oficio, que quiere, y no le salen con sabor a sinceros y convincentes, dar alas a rememoraciones de obras cl¨¢sicas del cine b¨¦lico moderno como La chaqueta met¨¢lica, de Kubrick, y Salvar al soldado Ryan, de Spielberg, cuyas huellas busca con regla de c¨¢lculo, y no encuentra, Ridley Scott.