La fortuna del tiempo lento
?sta es una de esas historias de amor que deben permanecer ocultas. Que se callan. Y todo porque una muchacha ama la recreaci¨®n de un hombre que le repite: 'Yo no existo. T¨² no me has visto nunca'. Ha vuelto Elena Santiago a contar sobre la pasi¨®n, su estr¨¦pito y su vileza. Sobre esa obsesi¨®n que se instala y revuelve hasta lo m¨¢s antiguo y cansino y que llega acompa?ada tanto del demonio de los celos como del ¨¢ngel que trae recuerdos de abrazos que se esperan. Todo sucede en un rinc¨®n de Galicia donde el mar y su olor impregnan el paisaje y maceran la piel, y el rostro no es m¨¢s que una prolongaci¨®n de sal y de niebla, y es entonces cuando crece el verd¨ªn en el latido del coraz¨®n y ahoga cualquier aliento. As¨ª logra Elena Santiago sembrar la incertidumbre: reblandeciendo la realidad y pudri¨¦ndola.
ASOMADA AL INVIERNO
Elena Santiago Espasa. Madrid, 2001 306 p¨¢ginas. 15,03 euros
La autora, que obtuvo el Premio Rosa Chacel al conjunto de su obra, recrea, en Asomada al invierno, un universo aterido por una humedad que desdibuja y desestabiliza los perfiles del paisaje y sus habitantes. Personajes a los que ha concebido en estupendos instantes, como aquellos en los que se hallan portentosamente desgastados por la soledad, como si les pesara ya la infancia a causa de las leyendas y de un mar que no trae s¨®lo olas, sino historias de desaparecidos; pues en la novela la mirada de la ni?ez es ya la de sus mayores: esa espera silenciosa y desgarrada de un cad¨¢ver. Y en ese tiempo se instala la locura y la esperanza, pues el mar de Finisterre le roba aqu¨ª hasta a la muerte, ya que le hurta cuerpos que enterrar y con ellos los ritos que dan forma al dolor y al duelo. Es un hallazgo ese tiempo lento que sabe decir Santiago, de ah¨ª que sea tan inquietante ese movimiento de Gela y Cova, las dos mujeres que recitando gestos robados a la rutina los transforman en terribles y blasfemos cuando en sus mentes anida ese suplicio que es un amor que se oculta, y que convertido en obsesi¨®n repica como si se ta?eran las campanas del infierno. En ese mundo que habla del mar y de la vida con esa extra?a mezcla de azar y destino que revuelve la enigm¨¢tica tranquilidad de los habitantes de la aldea, est¨¢ la mejor letra de la autora.
Pero a veces sucede que Elena Santiago quiebra la asfixiante atm¨®sfera al perpetuar palabras en sus di¨¢logos y hacerlas repetir a sus personajes, pues de este modo desgasta la fortaleza del momento, que no necesita de artificios.
Liberada la lectura de esa insisten
cia, hay que decir que la autora transmite un envolvente mundo propio que ya hizo llegar a sus lectores en su novela Amor quieto, hablo de esa conversaci¨®n que la autora entabla entre los deseos y los pasos en falso. ?se es su mundo y ¨¦se es su acierto. Elena Santiago habla sobre la vida cotidiana, que no es sino la ca¨ªda libre pero ralentizada hacia el abismo, pues cualquier misterio es un tesoro que debe esconderse, como esa voz de hombre que se acerca en la oscuridad para susurrar: 'Yo no existo. T¨² no me has visto nunca'.
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