Extra?a forma de vida
Unos doscientos loquines recluidos en B¨¦tera reciben un duro castigo de las tropas europeas de intervenci¨®n r¨¢pida instaladas a su vera y salvan la piel haciendo de figurantes del futuro museo de cera
Reconocimiento
Ya lo saben ustedes. Los miembros del Parlamento de Vitoria manejan el derecho a la pensi¨®n ¨ªntegra si acreditan cuatro a?os de ejercicio, as¨ª que nadie se sorprenda si los j¨®venes que rumiaban apuntarse al Ej¨¦rcito se deciden por el master de parlamentario vasco para solventar su vida en lo que canta un gallo. No se sabe si la medida afectar¨ªa tambi¨¦n a bedeles y dem¨¢s personal subalterno de esa instituci¨®n, tan expuesta a los da?os colaterales como sus jefes, ni tampoco si su ejemplar oportunidad se extender¨¢ a otros parlamentos auton¨®micos, tan expuestos a da?os como los que legislan bajo el conflicto del Norte. Se abre la v¨ªa para que los pol¨ªticos de riesgo, que son todos y en casi todas las extensiones del t¨¦rmino, reclamen las stock options a cambio de una creencia traducida en el monto del numerario a percibir.
Complementos
La que se ha montado por el velo de una adolescente magreb¨ª escolarizada en precario. Pone los pelos de punta la reacci¨®n de la derecha ante el asunto. Jim¨¦nez Losantos ve en ello las largas u?as de Bin Laden -y no, por una vez, la conjura del polanquismo-felipismo-, como es l¨®gico, ignorante quiz¨¢s de que su colecci¨®n de corbatas forma parte de id¨¦ntico ritual de pertenencia que la hiyab, mientras que el doliente anarquista en n¨®mina Gabriel Albiac sugiere sin inmutarse que despu¨¦s del chador viene la ablaci¨®n, que es como decir que en el fondo de la ca?a de cerveza se agazapa el crack. Desprop¨®sitos interesados de ese tipo aparte, llama la atenci¨®n tanto revuelo xen¨®fobo. Bien est¨¢ que lleguen en pateras -vienen a decir-, pero, se?ores, que encima se traigan a sus cr¨ªas y pretendan juntarlas con las nuestras en el cole sin abjurar de su cultura, eso ya se pasa de la raya.
Delitos, carencias
Es asombroso. La comunidad m¨¢s din¨¢mica y emprendedora del mundo, que es la nuestra aunque nadie pueda percibirlo en la vida de los d¨ªas laborables, no da abasto en sus hospitales para acoger a los enfermos, en las c¨¢rceles para hospedar a los delincuentes, en las escuelas para ense?ar a los ni?os, en los institutos para formar a los adolescentes. No crean que esa amarga realidad desprovista de futuro -junto a otras que vienen a ser todo excepto estimulantes- aten¨²a la exaltaci¨®n autista de los responsables del Gobierno, ni siquiera que la integran en ese confortable discurso institucional que glosa lo mucho que se ha hecho sin olvidar por esa feliz circunstancia lo mucho que, sin duda, queda por hacer. En realidad, uno pensar¨ªa, en la tiniebla cegata de lo que observa en los sem¨¢foros, que m¨¢s bien est¨¢ todo todav¨ªa por hacer, incluida la limpieza de las calles. Espeluznante, ya digo.
La cultura, ella
Recuerdo, no se ya en qu¨¦ papel, una observaci¨®n de Joan Fuster sobre el c¨¦lebre Adagio de Albinoni, en el que ven¨ªa a decir que ese diamante era de disfrute privado para esp¨ªritus selectos frente a las miserias colectivas, o algo de esa clase. Se ve que el mestre era de Sueca. Y que apenas sali¨® de all¨ª. Ya es raro que la monserga de esa musiquilla (que, por cierto, utiliz¨® de una manera espl¨¦ndida Joseph Losey en su ya olvidado filme Eva, precisamente en una f¨²nebre ceremonia veneciana, que nada tiene que ver con La Albufera), se arguya como ejemplo de alta cultura cuya audici¨®n deleitosa ser¨ªa patrimonio de las ¨¦lites. Quiero decir que como ejemplo de exquisitez musical hay otros centenares de partituras que jam¨¢s podr¨¢n ser orquestadas por Luis Cobos y sus mariachis, y que esa elecci¨®n, a¨²n por v¨ªa de ejemplo, dice m¨¢s sobre quien la formula de lo que imaginarse puede.
Locos sueltos
?Y sabes ese que dice que van a montar un parque de atracciones y un museo de cera en un psiqui¨¢trico y va y no saben qu¨¦ hacer con los loquines que tienen dentro? Entonces, el alto mando de la OTAN sobrevuela la zona y decide montar all¨ª uno de sus cuarteles de respuesta r¨¢pida, aunque tienen prohibidos los ejercicios de tiro contra las instalaciones anta?o sanitarias, de manera que el jefe de la CIA estudia la posibilidad de fletar a todos esos residentes hacia Guant¨¢namo para que se distraigan con el talib¨¢n. Pero como tampoco hay precedentes de un conjunto l¨²dico lindando con la m¨¢s severa de las instalaciones militares, ni se han previsto las posibles fugas de informaci¨®n por parte de las personas recluidas en el recinto hospitalario que consigan escapar, se baraja como alternativa que los cr¨®nicos hagan de figuras vivientes de un ins¨®lito museo de cera m¨®vil con chador, a fin de despistar al airado isl¨¢mico en caso de un ataque nuclear.
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