Cuesti¨®n de confianza
A ra¨ªz de la crisis del gigante el¨¦ctrico Enron, los inversores han descubierto con aprensi¨®n que las cuentas de las grandes empresas resultan significativamente opacas por pr¨¢cticas contables indescifrables o insuficientemente contrastadas y que los directivos de algunas grandes compa?¨ªas, estadounidenses y europeas, han utilizado informaci¨®n sensible de sus empresas para enriquecerse en Bolsa. Las deficiencias en la contabilidad de Enron, IBM o General Electric ponen en cuesti¨®n la fiabilidad de las cuentas que algunas empresas presentan a sus accionistas o inversores; las inversiones oportunistas del ex presidente de Enron, vendiendo acciones de la empresa cuando supuestamente ya conoc¨ªa la gravedad de sus balances, o las pensiones que se conceden los ex presidentes de la multinacional europea ABB, dicen mucho y mal del poder sin control que tienen algunos directivos.
La informaci¨®n err¨®nea impide el funcionamiento correcto del mercado. Las autoridades econ¨®micas americanas y europeas, incluyendo las espa?olas, deben imponer normas contables que exijan mayor precisi¨®n en las cuentas, para corregir problemas tales como los pasivos fuera de balance -operaciones no formalizadas, pero que tienen un coste econ¨®mico- o la provisi¨®n de los fallidos. Este ¨²ltimo caso es relevante para las grandes empresas espa?olas con intereses en Argentina. Los bancos han informado de las dotaciones extraordinarias para cubrir la morosidad, y es una decisi¨®n que infunde confianza en clientes y accionistas. Pero est¨¢ por ver si las empresas contabilizan de forma correcta en sus balances otras partidas (como el riesgo de impagos) o se limitan a resolver sobre el papel, con creatividad contable, los problemas que se derivan de inversiones arriesgadas en pa¨ªses inestables.
En el caso de la informaci¨®n privilegiada, su consideraci¨®n como delito no ha funcionado con ¨¦xito en casi ning¨²n pa¨ªs, aunque hay diferencias en transparencia y voluntad de aplicarlo que no dejan en buen lugar a los reguladores espa?oles. En EE UU se ha abierto un debate p¨²blico muy intenso, apoyado en varias comisiones y subcomisiones legislativas, con el objeto de blindar la legislaci¨®n contra el insider trading; en Espa?a se ha elaborado una ley financiera en la que abundan las declaraciones de buena voluntad, pero con el estilo de dirigismo semiilustrado que caracteriza a esta Administraci¨®n. Ni debate p¨²blico ni consulta abierta a los agentes financieros, ni preguntas a los inversores. Lo cual hace dudar de su eficacia.
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