Abundamos
En su columna del pasado s¨¢bado, mi colega y sin embargo amigo Vicente Verd¨² mostraba una inusitada contundencia. Son¨® como un pistoletazo en la catedral, por citar a uno de sus novelistas favoritos. Ven¨ªa a decir que la oposici¨®n ha logrado consolidar a un partido, el PP, por el que nadie daba dos duros. El despiste socialista, y el de otras fuerzas que juran ser de izquierdas, es tan descomunal que los votantes del PSOE nos hemos contagiado y en las pr¨®ximas elecciones seguramente votaremos por el partido laborista de Malta. Si es que votamos. Me gustar¨ªa a?adir una apostilla desde los feudos perif¨¦ricos.
Aqu¨ª, en Barcelona, al despiste se a?ade la perplejidad. No es posible entender a un dirigente que quiere formar gobierno con los independentistas, con los antiguos comunistas, y, antes de ayer, con el interesante partido de Pujol. Si gobernar con aquellos a los que se debe derrotar le parece a Maragall una posibilidad digna de consideraci¨®n, ?por qu¨¦ demonios se presenta a las elecciones? ?No ser¨ªa m¨¢s sensato afiliarse a Converg¨¨ncia y tratar de superar la obra de Pujol? Que semejante propuesta pueda hacerse p¨²blica y sea recibida con la mayor de las indiferencias, indica que el electorado socialista de Catalu?a est¨¢ ya pensando en dedicarse al cultivo del c¨¢?amo con fines terap¨¦uticos. ?Alguien se imagina a Zapatero pidiendo un gobierno de coalici¨®n con Aznar?
?C¨®mo se ha llegado a una situaci¨®n tan disparatada? ?Ser¨¢ por falta de proyecto, de moralidad, de la exigible seriedad? ?O de ganas? Si el PSC conf¨ªa en la derecha para realizar su programa, ?por qu¨¦ debemos elegirlo? Los mandos parecen sugerir que, a pesar de sus protestas oficiales, el pa¨ªs ha prosperado gracias a Pujol y no les parece mal votar al partido contrario, ya que nadie les asegura que puedan seguir gozando de tan excelente acomodo si ganan los socialistas catalanes. Que son ellos mismos.
La c¨²pula del PSC parece vivir en un juvenil veraneo de bicis y guateques, sobrevolando en ala delta a su electorado. Desde las alturas, la poblaci¨®n se divisa diminuta, invertebrada y mansa, el mar sereno, el cielo azul, pero de seguir con sus elegantes giros y piruetas, el ala delta puede acabar en el agua. Como ?caro.
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