Los gitanos que aman la velocidad
Hubo un tiempo, cuando el s¨¢trapa Ceausescu gobernaba en Rumania, en que el Gobierno de aquel pa¨ªs anunci¨® que ya no quedaban m¨²sicos gitanos de fronteras para adentro. La impureza racial era una afrenta intolerable para un r¨¦gimen totalitario y sin escr¨²pulos como aqu¨¦l. Sin embargo, los Taraf de Ha?douks ya llevaban por entonces muchas temporadas amenizando bodas, banquetes y dem¨¢s festines con sus ritmos endiablados, bailes en compases irregulares que rondan las doscientas pulsaciones por minuto. Han pasado 12 a?os desde la ca¨ªda y ajusticiamiento sumar¨ªsimo del matrimonio Ceausescu, y s¨®lo en Clejani, la diminuta localidad natal de los Ha?douks, el n¨²mero de m¨²sicos gitanos supera los dos centenares. La cantera parece, pues, asegurada.
Taraf de Ha?douks, que podr¨ªa traducirse como 'la banda de los buenos bandidos' -casi al estilo de Robin Hood-, se ha consolidado como la formaci¨®n roman¨ª acaso de mayor prestigio en todo el mundo. En la ¨²ltima d¨¦cada les ha dado tiempo a grabar con Yehudi Menuhin o el Kronos Quartet, e incluso a protagonizar, junto a Johnny Depp y Christina Ricci, la pel¨ªcula The man who cried. Acaban de grabar en los estudios Abbey Road la banda sonora de The one and only, junto a Gabriel Yared, y para septiembre preparan un proyecto 'con uno de los mejores y m¨¢s conocidos violinistas cl¨¢sicos de Norteam¨¦rica', aunque un cierto prurito supersticioso les impide facilitar el nombre. En su pa¨ªs de origen, pese a todo, siguen recibiendo m¨¢s de una mirada de recelo. 'La democracia ha ofrecido a la gente la oportunidad de expresarse con libertad. Por eso, ahora nos muestran su racismo sin tapujos', espeta Ionel Manole, acordeonista y arreglista de la banda.
El cuarto y m¨¢s reciente lanzamiento discogr¨¢fico de los Ha?douks, Band of gypsies (Crammed/Distrimusic), captura las primeras actuaciones del grupo en Bucarest, donde a¨²n les consideran 'demasiado gitanos'. La grabaci¨®n se desarroll¨® durante dos conciertos muy desiguales. 'Est¨¢bamos en un entorno desconocido y el primer d¨ªa nos sent¨ªamos como unos chicos t¨ªmidos', recuerda Manole, conocido con el apodo de Ionitsa. Y aclara: 'La noche siguiente ya todo transcurri¨® de forma mucho m¨¢s festiva, como de costumbre...'.
Hasta 13 m¨²sicos se tur-
nan sobre el escenario en las veladas de este grupo. Tienen entre 20 y 78 a?os y tocan acordeones, cimbalones (el salterio del este europeo), violines y flautas a unas velocidades inconcebibles. 'El p¨²blico no puede olvidar que provenimos de la m¨²sica para bodas, donde la gente quiere bailar sin descanso. T¨¦cnicamente, no tenemos otra opci¨®n que ser virtuosos; incluso el bajista ha de serlo', explica Ionitsa. Pese a lo nutrido de la formaci¨®n, Taraf de Ha?douks sigue renunciando a la figura del percusionista y no ha consentido introducir un solo miligramo de electricidad en sus grabaciones. 'Nada lo justificar¨ªa. La introducci¨®n de instrumentos modernos est¨¢ provocando que las m¨²sicas del mundo suenen muy parecidas, que ya no se distinga lo ¨¢rabe de lo americano, lo africano de lo indio. Consiguen un sonido muy poderoso, desde luego, pero sin ning¨²n matiz'.
Anoche arrancaba en Salamanca esta primera gran gira espa?ola de los gitanos de Clejani, que tambi¨¦n har¨¢ escala en Bilbao (Kaf¨¦ Atnzokia, d¨ªa 2), San Sebasti¨¢n (Kursaal, 3), Zaragoza (sala Mozart, 4), Madrid (Palacio de Congresos, 9), Burgos (Caja C¨ªrculo, 10), Valencia (Teatro Olimpia, 12), Barcelona (La Paloma, 14), Cartagena (Teatro Circo, 15) y Valladolid, el pr¨®ximo d¨ªa 16 en la sala Ambig¨². Ionitsa siempre pens¨® que Espa?a, por su rica y variada tradici¨®n musical, constitu¨ªa una plaza de dif¨ªcil conquista. Sus anteriores visitas le han hecho cambiar de opini¨®n: 'Al final, la gente de cualquier parte del mundo s¨®lo aspira a sentirse feliz. La m¨²sica gitana es contagiosa, ayuda a olvidar por un momento los problemas cotidianos. Y nosotros concebimos los conciertos como si de bodas se trataran: tenemos la obligaci¨®n de que ¨¦se sea el d¨ªa m¨¢s importante para nuestros invitados'.
Esta actitud vitalista ha calado hondo entre muchas gentes, hasta el punto de que Clejani es hoy un lugar de peregrinaje para m¨²sicos, fot¨®grafos, periodistas y cineastas de medio mundo. Tambi¨¦n para Yohji Yamamoto, el prestigioso modista japon¨¦s, que visti¨® a los Ha?douks de negro riguroso y les pidi¨® que desfilaran para ¨¦l en las mejores pasarelas de Par¨ªs. Ionel Manole esboza una sonrisa p¨ªcara y anuncia: 'S¨ª, nos sentimos una banda atractiva. As¨ª lo han entendido Yohji y tantas y tantas chicas de todo el mundo, as¨ª que debe de ser verdad...'.
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