Charco
No es la primera vez que el PSPV se ahoga en el Plan Hidrol¨®gico Nacional (PHN), mientras Eduardo Zaplana hace posturitas muy californianas en la cresta de la ola con sus zapatos de doble hebilla. Ni quiz¨¢ sea la ¨²ltima ¨¦sta de ahora, en la que el PSOE se la envain¨® en Bruselas y puso un foco sobre la descoordinaci¨®n socialista entre Madrid y Valencia, propiciando uno de los rid¨ªculos m¨¢s suculentos de la formaci¨®n. El PSPV est¨¢ llamado a perder todas las batallas del Ebro que plantee, sobre todo con fondos europeos en juego. Y no porque sus argumentos sean inconsistentes, sino porque el trasvase es percibido por la mayor parte de la sociedad valenciana como vital, con lo que el tema se presta a una demagogia barat¨ªsima. Tanto, que Zaplana ha llegado a movilizar para la causa hasta a Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll y a Jos¨¦ Luis Olivas (nuestros Hern¨¢ndez y Fern¨¢ndez, sin ¨¢nimo de faltar a la memoria de Herg¨¦), que no s¨®lo han logrado alcanzar la invisibilidad a bordo de su autismo, sino que son los que mejor visualizan el fracaso de la estructura de gobierno del PP. Es evidente que es necesario implantar una nueva cultura del agua en el territorio valenciano, racionalizar su uso y penalizar la apertura de nuevos regad¨ªos. Y sobre todo, plantearse de una vez si es l¨®gico que la agricultura valenciana consuma el 80% de los recursos h¨ªdricos si apenas representa el 3% de nuestro producto interior bruto. Pero ¨¦ste es un discurso de conclusiones, que no se puede poner en ¨®rbita sin que antes hayan mediado las premisas, a menos que no se sepa cu¨¢l es la sociedad en la que se vive. Si el PSPV se lanza en tromba a ese charco (sin tener unos intereses electorales claros como los tiene el PSC, que no es que ignore que Barcelona necesita agua sino que espera rascar en Tarragona los votos que necesita para tumbar a CiU) es que no tiene demasiado claro el terreno que pisa. Y m¨¢s, si cabe, cuando el elector que est¨¢ sustentando a los socialistas valencianos en el Congreso de los Diputados vot¨® un PHN ni menos caudaloso que el que ahora propicia el PP ni con menor impacto medioambiental.
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