Mujer y progreso
La igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres es necesaria no s¨®lo por motivos de justicia social, sino tambi¨¦n por razones econ¨®micas. La igualdad de remuneraciones, el reconocimiento de competencias y aptitudes de las mujeres, as¨ª como el establecimiento de pol¨ªticas que favorezcan a los asalariados conciliar vida profesional y familiar son factores que permiten fomentar una mayor incorporaci¨®n de la mujer al mercado de trabajo y, al mismo tiempo, contribuyen a dinamizar la econom¨ªa.
Un estudio titulado Igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, elaborado por la Comisi¨®n Europea, revela que, hoy, las mujeres son sin duda el factor m¨¢s din¨¢mico del crecimiento. As¨ª, la tasa de actividad creciente de las mujeres ha desempe?ado un papel muy importante en el crecimiento econ¨®mico de Europa. Se estima que en el conjunto de la UE cerca de una quinta parte del aumento anual del PIB es debido a la participaci¨®n creciente de las mujeres en el mercado de trabajo.
Estos razonamientos son contrarios a los que opinan que las mujeres son, parcialmente, culpables del paro debido a su presencia en el mercado de trabajo. Consideran que las mujeres constituyen una mano de obra excedentaria. De este modo, las mujeres ser¨ªan unos recursos de lujo para los per¨ªodos de prosperidad, como los inmigrantes.
Sin embargo, del an¨¢lisis de los pa¨ªses miembros de la UE se desprende que una mayor incorporaci¨®n de la mujer al mercado laboral ayuda a disminuir el desempleo. Por el contrario, a menor incorporaci¨®n m¨¢s paro. As¨ª, Dinamarca y Suecia, que cuentan con tasas de actividad femeninas del orden del 76%, tienen una tasa de paro global del 5%. Mientras, en el lado opuesto, Espa?a, con el 40% de tasa de actividad femenina, posee la mayor tasa de paro (13,6%) de la UE.
La entrada de las mujeres en la vida laboral genera riqueza y tiene efectos inducidos en la creaci¨®n de empleos. As¨ª, aunque sus salarios sean inferiores por t¨¦rmino medio en un 30% al de los hombres, sus ingresos adicionales les permiten (en menor medida a las menos cualificadas) liberarse y, a su vez, subcontratar una parte importante de sus tareas dom¨¦sticas. Al mismo tiempo, pueden consumir una serie de productos que sin trabajar fuera del hogar ser¨ªa muy dif¨ªcil acceder a ellos. Por lo tanto, se convierten en una demanda solvente de productos y servicios, y en proveedoras de empleo.
Este nuevo tipo de consumo, muy orientado hac¨ªa los servicios, como por ejemplo: las guarder¨ªas infantiles, servicios dom¨¦sticos, servicios personales, etc¨¦tera, es importante para la creaci¨®n de empleos. Las tareas del sector servicios son poco susceptibles de mecanizaci¨®n. Por ello, cuando su demanda aumenta el empleo crece.
Adem¨¢s, el aumento de participaci¨®n de las mujeres en la vida activa se traduce por una ampliaci¨®n y un enriquecimiento de la oferta de mano de obra cualificada. En la actualidad, el 75% de las trabajadoras tienen estudios secundarios o superiores, frente al 67% de los hombres. Aunque, en la pr¨¢ctica no se refleja, como ser¨ªa deseable, en las estructuras organizativas de las empresas.
De este modo, seg¨²n se incrementa su preparaci¨®n formativa se eleva el coste de oportunidad de permanecer en el hogar, al elevar su salario potencial, por lo que aumentan sus preferencias por trabajar fuera del mismo. Con ello, adquieren una determinada autonom¨ªa financiera. Por ejemplo, si su c¨®nyuge o pareja se encuentra en situaci¨®n de desempleo, o bien la pareja se separa, pueden hacer frente a una posible disminuci¨®n de los ingresos familiares.
En este sentido, la progresiva incorporaci¨®n de las mujeres al trabajo remunerado demuestra su firme decisi¨®n de trabajar fuera del hogar. Pero, para ello los poderes p¨²blicos deben promover el trabajo femenino y comprometerse en reducir las desigualdades de las mujeres (son m¨¢s en el paro, precariedad, discriminaci¨®n salarial, acceso a los diferentes niveles profesionales) ayudando a conciliar trabajo y vida familiar. El problema de la desigualdad de los sexos va mucho m¨¢s all¨¢ de las desigualdades en el lugar de trabajo. Diversos expertos coinciden en se?alar que cuando las mujeres logran conciliar carrera profesional e hijos menores, la tasa de natalidad tiene tendencia a aumentar.
Por otra parte, no debemos olvidar que los ni?os son un elemento b¨¢sico del desarrollo de una sociedad. Su n¨²mero y calidad de su educaci¨®n determinan el equilibrio demogr¨¢fico y la cohesi¨®n social a largo plazo. Por ello, una pol¨ªtica de natalidad no puede ser, solamente, una pol¨ªtica familiar. Hoy, una pol¨ªtica de natalidad, es una pol¨ªtica de igualdad de acceso de las mujeres y los hombres al empleo y a una pol¨ªtica de equipamientos sociales. El Estado debe adquirir un compromiso p¨²blico para solucionar las desigualdades que tanto perjudican a las mujeres, con el fin, de que puedan tener los hijos que libremente decidan, para no entrar en conflicto con sus aspiraciones profesionales.
En conclusi¨®n, conviene recordar lo que dec¨ªa Keynes: 'El empleo de las mujeres no se explica, s¨®lo, por lo que pasa en el mercado de trabajo, sino en el conjunto de la econom¨ªa y la sociedad'.
Vicente Castell¨® Rosell¨® es profesor de la Universidad Jaume I de Castell¨®n.
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