Torer¨ªa de Sergio Gal¨¢n
Las corridas de rejoneo cuentan con una clientela especial, aunque en la mayor¨ªa de los casos poco entendida en toros y en caballos. En Castell¨®n s¨ª habr¨ªa que matizar que hay afici¨®n al caballo y al toro. Todo ello se percibe en sus reacciones, menos populacheras que en otros pagos, que incluso llegan a reprobar acciones que se apartan del buen toreo a caballo.
Ayer fueron conscientes de que entre la algarab¨ªa popular y el excesivo ¨¦nfasis gesticulante de Gonz¨¢lez Porras, y las buenas formas, elegantes y acad¨¦micas de ?lvaro Montes, hay un mundo. Que entre la espectacularidad, sobre todo, de Andy Cartagena y la torer¨ªa de Sergio Gal¨¢n, tambi¨¦n hay diferencias. Es decir, que no se dejaron llevar por lo m¨¢s llamativo, sino por lo m¨¢s aut¨¦ntico.
?lvaro Montes y Sergio Gal¨¢n pusieron tierra por medio con sus compa?eros de cartel. Montes dio un curso de buenas maneras, desde la campera forma de recibir al toro garrocha en mano hasta la lentitud de sus pares de banderillas, incluida la corta que puso al viol¨ªn. No estuvo afortunado con el rej¨®n de muerte y perdi¨® los trofeos. Gal¨¢n tampoco busc¨® efectos especiales para llegar al tendido. Le bastaron su cl¨¢sica concepci¨®n del rejoneo y una innata torer¨ªa encima del caballo. No obstante, montando a Montoli¨² encendi¨® la plaza con espectaculares quiebros en banderillas.
El resto fue otra cosa. Cartagena no fue el vibrante rejoneador de otras veces, aunque s¨ª arriesg¨® en banderillas y puso la plaza en pie. Ventura estuvo animoso y mezcl¨® espectaculares momentos con otros de mayor serenidad. Gonz¨¢lez Porras no rompi¨® el hielo de la fr¨ªa tarde y le sobr¨® su constante comunicaci¨®n con el tendido. Por ¨²ltimo, Rafi Durand dej¨® una cierta sensaci¨®n de inexperiencia y se vio desbordado en algunos momentos.
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