?Qu¨¦ vais a hacer en Fallas?
Otra vez
Ya est¨¢n aqu¨ª las mismas Fallas de todos los finales de invierno. Cabe suponer que esa simp¨¢tica celebraci¨®n, que tanta fiesta depara, no perder¨ªa ninguna de sus preciosas virtudes si la autoridad competente prohibiese la venta y uso de petarditos a los cr¨ªos fuera de los l¨ªmites de los hipot¨¦ticos recintos destinados a su disfrute. El a?o pasado me alarm¨¦ a m¨ª mismo -de natural pac¨ªfico, aunque con cierto car¨¢cter- cuando ya de madrugada v¨ªme en trance de bombardear con macetas desde el balc¨®n a una pandilla de ni?os empe?ados en destrozar las alcantarillas con la kale borroka de sus joviales explosivos. Desist¨ª porque eran vecinos de escalera y tampoco era plan de ponerse a las malas con personas que son incluso amables durante el resto del a?o. Raz¨®n de m¨¢s para que miren la manera de evitar esa engorrosa agresi¨®n festiva.Buscabullas patri¨®ticos
Es natural que una centena de macizos pendencieros quiera desfilar por las calles del barrio de Russafa -con la de camaradas que les jalear¨ªan sus gracias en Canovas- al paso de sus banderitas y sus cancioncillas y, a menudo, sus bates de b¨¦isbol. Incluso, dado su coeficiente intelectual, se dir¨ªa l¨®gico el entusiasmo de loro al corear pareados del tipo de 'negros no, esto no es un zoo', y dem¨¢s muestras de ingenio a lo Vizca¨ªno Casas. Y, sin embargo, es un misterio que este gobierno centrista permita una provocaci¨®n de esa clase, con la que est¨¢ cayendo. Esa es una. La otra es ese pr¨®cer picapleitos que dirige empresas de seguridad, convoca a la muchachada para meter bulla y quiere dignificar la prostituci¨®n ofreciendo decoro a las chicas y una red de locales en regla, todo de una misma tacada c¨ªvica. Hay ah¨ª una indagaci¨®n de cine, de la que bien podr¨ªa ocuparse Ferran Torrent en su pr¨®xima y apasionante entrega.Canonizar a Bush
Seguro que lo han le¨ªdo. Entre prueba y prueba de las bombas m¨¢s selectivas sobre las monta?as nevadas de Afganist¨¢n, tan lejos y tan cerca, el presidente Bush Junior encuentra un hueco para hablar de h¨¢bitos sexuales, esto es, cristianos desde su punto de vista. Y su punto es que 'la abstinencia es el modo m¨¢s seguro, y el ¨²nico totalmente efectivo, para prevenir los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisi¨®n sexual'. Se ve que el chico est¨¢ persuadido de que el embarazo que le permiti¨® asomar la nariz al mundo fue un episodio feliz en la vida de sus padres. Enhorabuena, pues, obviando sus terribles consecuencias. El presidente tiene raz¨®n, ya que, en efecto, quien evita la ocasi¨®n se ahorra el peligro. L¨¢stima que entre los h¨¢bitos de la gente joven figure el de iniciarse en tan estimulante asunto a edad temprana.Perlas y seminarios
Hace algunos a?os, cuando las vocaciones religiosas eran un buen atajo para salir de la miseria, las perlas Maj¨®rica gozaban de gran predicamento entre se?oritas de algunos posibles, y era as¨ª como un art¨ªculo de lujo al lado de las perlas imitadas m¨¢s que cultivadas. Ya no se ve por las calles a chicas cargadas de perlas chungas al cuello, detalle que se agradece, y la pasi¨®n por las aut¨¦nticas se limita a la cursiler¨ªa de las se?oronas de tres vueltas. As¨ª que la crisis de vocaciones (cat¨®licas, porque otros esoterismos suben como la espuma) se entiende a partir de un proceso parecido. La diferencia es que nadie arremete contra las chicas por preferir el piercing al falsificado collar¨ªn de perlas sobrevenidas, mientras que las jerarqu¨ªas cat¨®licas, mucho m¨¢s resueltas, no dudan en localizar en el mercantilismo de nuestra descre¨ªda sociedad el creciente desapego de una clientela antes fija.La vanguardia cenicienta
Un designio que distingue a las vanguardias est¨¦ticas de las pol¨ªticas es que las primeras reservan un desd¨¦n altivo hacia la legi¨®n de sus seguidores, mientras que las segundas suspiran por un respaldo masivo que es que nunca tiene lugar. Ambas dos vanguardias comparten la extravagancia elusiva respecto de las condiciones de posibilidad de su contexto, pero as¨ª como una abre ciertos caminos, la otra cierra las v¨ªas de exploraci¨®n ajenas a sus enso?aciones. Marx y Freud, dos aut¨¦nticos maestros en la tabarra de los buenos deseos gen¨¦ricos: la sociedad sin clases como coronaci¨®n l¨®gica de la propia egolatr¨ªa te¨®rica, el excelente consejo de que el yo debe ocupar el lugar del ello. Todos ricos y felices, de hacerles caso. Paparruchas genitales de parco recorrido en relaci¨®n con las desdichas que detecta. Muchos a?os despu¨¦s de esas exultantes alegr¨ªas, la duda razonable desconf¨ªa de la desmesura redentora, as¨ª en el cielo como en la tierra.
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