Poderosa composici¨®n
A estas alturas Cristina Hoyos tiene poquito que demostrar, porque ya se la ha visto desde casi siempre capaz de todo. Y sin embargo produce satisfacci¨®n todav¨ªa que su baile, y sus creaciones coreogr¨¢ficas, deben una mitad de su ¨¦xito a algo tan evidente como dif¨ªcil de definir como es el temperamento. M¨¢s bien, la exactitud del temperamento.
Un leve apunte argumental, protagonizado por una ni?a que ya es adulta y el recuerdo de su cajita de m¨²sica, que sin embargo sit¨²a todo el espect¨¢culo y contribuye a darle densidad, sirve para hacer un repaso encendido al toque, cante y baile que nace de las entra?as de la tierras, de esa tradici¨®n minera que tanta historia ha dado al flamenco. Hay que decir que todo el espect¨¢culo, absolutamente todo lo que se ve sobre el escenario, respira al comp¨¢s de ese negro asunto. Desde una iluminaci¨®n que juega con el tenebrismo hasta un vestuario que recupera de una manera exquisita diversos colores que son variaciones de los tonos de la tierra, pasando por unos elementos de escenograf¨ªa donde las vagonetas de transporte son omnipresentes, aunque se usan de manera imaginativa.
Tierra adentro
Ballet de Cristina Hoyos. Int¨¦rpretes, Cristina Hoyos, Carmen Lozano, Pepa Merc¨¦..., El Junco, Francisco Mart¨ªn, Jos¨¦ Vidal... Cante, Mercedes Cort¨¦s, David Palomar, David S¨¢nchez. Toque, Jos¨¦ L. Rodr¨ªguez, Paco Iglesias, Antonio Sousa. Iluminaci¨®n, Dominique You. Vestuario, Pedro Moreno. Coreograf¨ªa, Cristina Hoyos. Escenograf¨ªa y direcci¨®n, Jos¨¦ Luis Castro. Teatro Principal. Valencia.
Dentro de hora y media de trabajo convincente y muy bien trabado en el orden de sus diversos momentos hay que destacar, adem¨¢s de Cristina Hoyos, la enorme presencia y la gracilidad de El Junco, un bailar¨ªn sin duda destinado a las metas m¨¢s ambiciosas, y el poder¨ªo de las coreograf¨ªa de conjunto, que fueron muy justamente celebradas por el p¨²blico en dos de sus momentos m¨¢s gloriosos. Ahora que las minas andan de capa ca¨ªda, esta coreograf¨ªa regresa a las entra?as de la tierra, y a sus supervivientes, para actualizar un lamento hondo que nunca perdi¨® actualidad. Por algo es que, para desconcierto del p¨²blico, esta poderosa creaci¨®n concluye con el sonido del hundimiento de un pozo minero, que interrumpe el baile y cierra la funci¨®n.
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