Operaci¨®n 'Otro triunfo es posible'
Barcelona ha sido protagonista privilegiada del debate entre diversas formas de entender el futuro de la humanidad. Aunque sigan empe?¨¢ndose en hablar de 'proglobalizaci¨®n' y 'antiglobalizaci¨®n', esas etiquetas explican cada vez menos cosas. Simplificando las cosas, dir¨ªamos que lo que est¨¢ en juego es, por una parte, una forma de entender la pol¨ªtica como una 'tarea eficiente', efectuada por profesionales y destinada a resolver las necesidades del mercado, y por otra parte, una forma de entenderla que pone el acento en temas aparentemente 'no eficientes': los valores, los ideales, la necesidad de recuperar la credibilidad de una pol¨ªtica m¨¢s cercana. Unos se obstinan en se?alar que s¨®lo existe una v¨ªa para conseguir avanzar y progresar, y son muy esc¨¦pticos en relaci¨®n con la posibilidad de construir alternativas cre¨ªbles, en relaci¨®n con las din¨¢micas liberalizadoras y desreguladoras del capitalismo especulativo y financiero, en relaci¨®n con la bien trabada democracia representativa, o en relaci¨®n con un orden internacional basado en simplismos tan groseros como el 'eje del mal'. Otros manifiestan su desacuerdo con ese camino y defienden que 'otro mundo es posible', avanzando en la democracia participativa, incrementando los recursos y las din¨¢micas de cooperaci¨®n y los compromisos ¨¦ticos en la forma de operar las empresas y los mercados. Nadie discute la globalizaci¨®n, como nadie puede discutir la lluvia. Se discute c¨®mo entenderla, c¨®mo configurarla, c¨®mo gobernarla. Unos apuntan a que hay s¨®lo una democracia posible, otros opinan que la democracia deber¨ªa ser precisamente el marco en el que muchos futuros fueran posibles.
Perm¨ªtanme que extienda ese debate a campos paralelos. Creo que los recientes acontecimientos pol¨ªticos en Espa?a o Italia, o los ecos que nos llegan de la Am¨¦rica de Bush, indican que est¨¢ en juego asimismo una forma de entender la organizaci¨®n social y el papel del individuo en esa sociedad. Hemos pasado de la 'Espa?a de las oportunidades' a la de la 'cultura del esfuerzo', manteniendo, eso s¨ª, la conmiseraci¨®n para 'los que se quedan atr¨¢s' o 'los que no pueden seguir'. Los valores que impulsan esa concepci¨®n social asimilan el bienestar social a la suma de los triunfos individuales. El triunfo depende s¨®lo de tu esfuerzo. ?Qu¨¦ quiere decir triunfar? Triunfar es despuntar en tu campo de actividad. Triunfar es alcanzar el m¨¢ximo bienestar material posible. Triunfar es que los tuyos salgan adelante. Triunfar es ser caritativo con los que no lo han conseguido. Triunfar es seguir tu camino. T¨² y s¨®lo t¨² eres responsable de ese triunfo o de ese fracaso. Venimos de un mundo en el que la laboriosa construcci¨®n de las pol¨ªticas de bienestar ten¨ªan como objetivo coser, trazar v¨ªnculos, establecer complicidades y solidaridades. En el nuevo escenario del triunfo, todo ello es visto ahora como superfluo. Son r¨¦moras de un pasado en el que el esfuerzo no ten¨ªa compensaci¨®n adecuada, se perd¨ªa en los meandros de la solidaridad o de la aventura colectiva o compartida. S¨®lo quien arriesga y se esfuerza merece reconocimiento. Estamos en la cultura del invidualismo mercantil convertida en par¨¢metro de construcci¨®n social. No conviene detenerse en tejer lazos o construir v¨ªnculos con los que te rodean. Ello s¨®lo ser¨¢ un obst¨¢culo en tu biograf¨ªa. Europa soporta demasiados v¨ªnculos. La mano de obra no se muestra dispuesta a abandonar su lugar de origen o residencia. En una encuesta reciente realizada a m¨¢s de 400 empresarios y 10.000 empleados de 10 pa¨ªses europeos, apenas algo m¨¢s del 15 % estaba dispuesto a buscar trabajo fuera de su pa¨ªs si era necesario. ?C¨®mo vamos a triunfar con esas barreras mentales? Las identidades locales son un estorbo m¨¢s. ?Cu¨¢ntos obst¨¢culos a la modernizaci¨®n! La gente tiene que acostumbrarse a vivir en conflicto entre diversas culturas, inventarse nuevas y m¨¢s ligeras tradiciones a caballo de la h¨ªbrida y superficial cultura del mercado, aceptando los riesgos de la individualizaci¨®n soberana.
En ese contexto, el futuro hacia el que vamos, o nos quieren llevar, es el de una sociedad de 'trabajadores aut¨®nomos dependientes' (en afortunada expresi¨®n de una nueva rama sindical de Comisiones Obreras). En esta situaci¨®n, cada vez resultar¨¢ m¨¢s dif¨ªcil canalizar los problemas de cada quien en movilizaci¨®n pol¨ªtica. Las desigualdades se redefinen como efectos individuales de los riesgos sociales. Poco a poco, los problemas sociales van siendo definidos cada vez m¨¢s como problemas psicol¨®gicos (ansiedad, neurosis, depresiones, inadecuaci¨®n personal...). Crisis social es crisis individual. Crisis individual es enfermedad. ?Queremos una sociedad as¨ª? ?Nos gusta un sistema en el que cada vez nos dicen que hay menos razones para cuidarse de los dem¨¢s? ?Queremos una educaci¨®n en la que prime esa visi¨®n individualista y segmentada desde la cuna? Estos d¨ªas, en Barcelona, estamos tambi¨¦n discutiendo de estas cosas.
Los que salen a la calle tratan de definir, con mayor o menor fortuna, nuevas formas de entender el triunfo personal y colectivo. No es problema de a?oranzas. No se trata tampoco de renunciar a los valores positivos de la nueva individualizaci¨®n. Frente a la apat¨ªa, el cinismo y el distanciamiento con el que la ciudadan¨ªa observa la pol¨ªtica institucionalizada actual, los movimientos alternativos tratan de construir un nuevo discurso. Reivindican el viejo postulado democr¨¢tico que invita a rechazar todo aquello que se presenta como incuestionable e irrefutable. Y piden que se recupere el sentido de proyecto de toda acci¨®n pol¨ªtica. Piden someter a una nueva racionalidad pol¨ªtica esa ley suprema que afirma que nada es posible contra la libertad comercial y financiera, todo es posible en el comercio y en el sistema financiero global. Nos invita a alzar nuestra voz ante el esc¨¢ndalo moral de la desnutrici¨®n, el analfabetismo o la sobreexplotaci¨®n infantil.
A pesar del excesivo montaje de seguridad estratosf¨¦rica con el que el Gobierno de Aznar ha querido adornar esta cumbre, montaje en el que las instituciones auton¨®micas y locales han desempe?ado un papel sumiso, la gente ha salido a la calle. Se amenaz¨® con fiscales en movilizaci¨®n permanente, con jueces 24 horas listos, con servicios hospitalarios preparados para cualquier urgencia, se cerraron escuelas y universidades, se anunciaron colas de 100 kil¨®metros, y se desplegaron todas las fuerzas policiales imaginables, junto con fragatas, antimisiles y helic¨®pteros de todo pelaje. Se sellaron las fronteras aludiendo a centenares de peligrosos delincuentes (como los delegados belgas y franceses de Attac) que quer¨ªan atravesar el 'abierto' espacio de Schengen. El objetivo: la desmovilizaci¨®n, la criminalizaci¨®n y la amenaza contra las alternativas a la Operaci¨®n triunfo preparada. Es posible que las respuestas deban seguir trabaj¨¢ndose. Es probablemente necesario que el propio movimiento alternativo logre definir mejor sus perfiles diferenciales. Pero lo que nadie debe dudar es que la palabra triunfo no significa lo mismo para todo el mundo. Y ello no s¨®lo es positivo, es imprescindible.
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