Botiguers
Once mil empresas encuadradas en sesenta asociaciones. Esta es la carta de presentaci¨®n de Uni¨®n Gremial. D¨¦cadas de funcionamiento e intensa actividad desde 1913 y siglos de tradici¨®n e historia. Entidad fundadora de Feria Valencia -inicialmente Feria de Muestras- cuando en 1917 Jos¨¦ Grollo Chiarri impuls¨®, desde Uni¨®n Gremial, el lanzamiento de la primera instituci¨®n ferial de Espa?a que presidi¨® hasta 1930.
Despu¨¦s vino la II Rep¨²blica, el par¨¦ntesis de la Guerra Civil y la posguerra, hasta el final de la dictadura. Uni¨®n Gremial se refund¨® en 1978 como paraguas de los antiguos gremios, que sintieron la necesidad de agruparse para hacer o¨ªr su voz. Ahora Uni¨®n Gremial est¨¢ atravesando momentos dif¨ªciles. Desde 1986 estuvo asociada a la Confederaci¨®n Empresarial Valenciana hasta que lleg¨® el cisma y se vio forzada a abandonarla en 1992. Responde al sentido de los versos de Joan Riera: 'L'home del nostre pa¨ªs aspira a aix¨°: som un pa¨ªs de botiguers i fabricants de mitja lliura'.
Uni¨®n Gremial no cree que su proyecto est¨¦ agotado a pesar de los descalabros y de que la fortuna no le es ciertamente favorable. Su presidente y l¨ªder carism¨¢tico, Vicente Montaner, sabe que tiene la cabeza clara y las piernas d¨¦biles. Piensa que en tiempos dif¨ªciles es cuando se aprecia el valor de los hombres de coraz¨®n. Volar sobre los avatares por los que ha atravesado Uni¨®n Gremial no es tarea f¨¢cil. Su destino depende de la voluntad de sus miembros.
Desde hace muchos a?os, Uni¨®n Gremial y lo que representa viven en estado de guerra frente a las pretensiones de las grandes superficies comerciales. El tiempo discurre a su favor, aunque las duras batallas por los horarios o por la apertura de los comercios en d¨ªas festivos marcan, una tras otras, las derrotas de un ej¨¦rcito sin estrategia para vencer a sus adversarios. Hay que buscar sus puntos d¨¦biles y las ventajas competitivas para convertir los lamentos en victorias eficaces y duraderas.
No se trata ¨²nicamente de resistir sino, sobre todo, de trazar una trayectoria firme. El entramado de servicios que necesitan las ciudades lo aportan las tiendas tradicionales y especializadas. Son la imagen viva y aut¨¦ntica de las poblaciones, las configuran y las perfilan. Sobre todo pueden coexistir con los macrocentros de ocio y compras. Tendr¨¢n que aprender a hacerlo. El rostro, el pulso y la calidad de vida de las urbes s¨®lo se pueden encontrar en la urdimbre comercial de las unidades de negocio medias y peque?as.
A¨²n as¨ª habr¨ªan de espabilarse y pasar a la acci¨®n. Tendr¨¢n que adentrarse en el terreno de los grandes, luchar con sus mismas armas y viajar para saber lo que ocurre en el mundo. Tomar nota de cuanto ocurre en Par¨ªs, en Londres, en Nueva York, en Barcelona o en Florencia. Las expectativas en estas ciudades no pasan por la desaparici¨®n del comercio tradicional, sino por su transformaci¨®n. No se puede permanecer anclado en el pasado. La calidad de vida de los ciudadanos est¨¢ ligada a la forma de vivir y a sus h¨¢bitos de compra. Nadie es m¨¢s feliz porque tiene que ir a un supermercado a comprar media docena de huevos o un paquete de sal. Como en la poes¨ªa de Joan Riera: '?s hora ja, Ferm¨ª, de dir qui som i recordar qui forem'. Antes de que sea demasiado tarde.
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