Entre la poes¨ªa y la escuela
Un estudio de radio, con dos micr¨®fonos en medio, no parece el lugar m¨¢s adecuado para intimar. Sin embargo, cuando los personajes se aprecian y se buscan, la soledad insonorizada puede llegar a transmitir a los oyentes un grado de conexi¨®n muy especial. El encuentro en los estudios de la Ser entre Josefina Aldecoa, escritora, y Jos¨¦ ?ngel Cuerda, ex alcalde de Vitoria, fue tierno, social y pleno de poes¨ªa.
Cuerda ejerci¨® de anfitri¨®n, de entrevistador improvisado, y sobre todo, de admirador. Desde el primer momento qued¨® entregado a una mujer de voz c¨¢lida e ideas progresistas. Era al mismo tiempo la escritora y la que fuera compa?era de un vitoriano ilustre, el tambi¨¦n escritor Ignacio Aldecoa. Su recuerdo se pase¨® por el di¨¢logo. 'Estoy segura de que permanece vivo en sus libros', se?ala Josefina. 'Y en la memoria de quienes le han conocido', puntualiza Cuerda.
Aldecoa lamenta la falta de apoyo en la escolarizaci¨®n de los inmigrantes
Cuerda, un vitoriano metido a periodista, no oculta su admiraci¨®n por la escritora
El 28 de marzo har¨¢ 50 a?os del matrimonio entre Josefina e Ignacio y hace ya casi 33 de la muerte del escritor. No le olvida. Pero tampoco Cuerda, que siendo alcalde de Vitoria puso la primera y ¨²nica escultura del escritor en la ciudad y dio su nombre a la Casa de Cultura del parque de La Florida.
Josefina Aldecoa naci¨® en 1926 en La Robla (Le¨®n) y Jos¨¦ ?ngel Cuerda en Vitoria en 1935. Sin embargo, la ciudad de Ignacio, donde naci¨® en 1925, es un nexo de uni¨®n. 'Casi de peregrinaje' para Josefina. Los cerca de diez a?os que separan a los dos conversadores no les impide compartir la afici¨®n por los libros. 'Para mi leer es el mayor vicio y el m¨¢s maravilloso', asegura la escritora.
Pero m¨¢s all¨¢ de El enigma, la ¨²ltima novela de Josefina Aldecoa, con la que comienza la charla, Cuerda, como un viejo periodista lleva a la escritora a sus inquietudes sociales: la educaci¨®n, la inmigraci¨®n o la pareja. 'Me han dado pena los hombres', apunta al recordar la incapacidad de este sexo de para 'resolver situaciones sentimentales', esencialmente en la pareja.
La nostalgia del pasado, el 'fabuloso' 1958 del matrimonio Aldecoa en Nueva York, los recuerdos y 'la experiencia de los a?os' permiten a Josefina hablar de la emigraci¨®n como un 'fen¨®meno no s¨®lo necesario'. Habla del 'recuerdo de los compatriotas' que salieron y la preocupaci¨®n por los hijos del emigrante y por la ense?anza. 'Se resiente la escuela p¨²blica por falta de apoyos', protesta Aldecoa. La llegada de inmigrantes sin conocimiento de la lengua y sin clases de apoyo hace que 'los ni?os espa?oles no puedan ir a su ritmo'. 'Se imponen las horas extras... Faltan apoyos', indica Josefina Aldecoa. La escritora tiene un pensamiento que le hace huir de los getos y pedir integraci¨®n y apoyo.
Aldecoa se lamenta de la falta de 'un proyecto educativo' en Espa?a y Cuerda le recuerda la Instituci¨®n Libre de Ense?anza. 'Un proyecto europe¨ªsta de finales del XIX', apunta Aldecoa con cierta decepci¨®n. La escritora, desde su experiencia educativa, suspira por la ense?anza p¨²blica y lamenta que hoy exista 'una libertad excesiva, permisiva, sin l¨ªmites'. Por otra parte, 'normal a la salida de una dictadura', frente a 'una libertad razonable'. La conversaci¨®n fluye desde la educaci¨®n a la televisi¨®n 'ni?era'. 'Con todos sus defectos su valor educativo es grande porque nos muestra un mundo que no hemos visto', se?ala la escritora.
El final de la charla se hace m¨¢s ¨ªntima. Cuerda hurga en la poes¨ªa de Aldecoa y lee un breve poema que aparece en la novela. Josefina se refiere a sus versos como 'poes¨ªa adolescente' que nunca se atrevi¨® a publicar. Cuerda, que durante todo el di¨¢logo se hab¨ªa mantenido breve y respetuoso, se marca una halago a los versos: 'Una preciosidad'.
Los versos llevan a las palabras y ¨¦stos de nuevo a Ignacio Aldecoa, a su recuerdo, a A?os de cris¨¢lida, un proyecto de novela sobre la vida en la dictadura que no lleg¨® a nacer.
La sinton¨ªa final entre los dos conversadores le lleva a Cuerda, ya fuera de micr¨®fono, a pedir a la escritora una dedicatoria para su novela. No es para ¨¦l sino para Merche, su mujer, su compa?era desde hac¨ªa exactamente 45 a?os el d¨ªa que se grab¨® el encuentro entre un ex alcalde ilustrado y una escritora de voz c¨¢lida y serena, que no renuncia al legado de su compa?ero, Ignacio Aldecoa.
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