Carta abierta a Llach
Se?or m¨ªo: Hoy soy un trabajador del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa que en mis tiempos de estudiante, all¨¢ por los a?os setenta, era un joven contestatario, miembro de la Coordinadora de Estudiantes del Baix Llobregat, que me manifestaba ante la Guardia Civil, entonces con tricornio de charol, naranjero en ristre y cara de mala leche, en las inmediaciones del convento de Sant Cugat del Vall¨¨s, impresionado por los miles de asistentes y emocionado cuando, como una sola voz, cant¨¢bamos algunas estrofas de su canci¨®n L'estaca.
Hoy, m¨¢s de 30 a?os despu¨¦s, la democracia sit¨²a a cada cual en su sitio. En un r¨¦gimen dictatorial, sea del signo que sea, solamente hay dos bandos: los que lo apoyan y los que est¨¢n en contra. En democracia, cada cual est¨¢ donde desea; usted es obvio que desea estar en el bando de los que proh¨ªben.
Cu¨¢l no ser¨¢ mi asombro cuando, respecto al ejercicio de un derecho fundamental de cualquier trabajador -la manifestaci¨®n- y en reivindicaci¨®n de algo que creemos justo para nosotros y necesario para afrontar las demandas de la sociedad actual hacia nuestra corporaci¨®n, leo una noticia de agencia en el diario EL PA?S del 17 de marzo de 2002, seg¨²n la cual usted nos niega el pan y la sal de sus derechos de autor en nombre de no s¨¦ qu¨¦ mal comportamiento de unos agentes de polic¨ªa que s¨®lo cumplen con el deber que les impone la Constituci¨®n
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