Manual del negociador
'Europa es un gran laboratorio para la globalizaci¨®n de la solidaridad, esa a la que antes llam¨¢bamos internacionalismo'. Elocuente, apasionado, vehemente, as¨ª se expresaba la otra ma?ana el ministro franc¨¦s de Sanidad, Bernard Kouchner, m¨¢s conocido como fundador de M¨¦dicos Sin Fronteras y ex administrador de Kosovo por cuenta de la ONU.
Era un debate de la Fundaci¨®n Internacional Olof Palme, una semana despu¨¦s de la cumbre y la contracumbre barcelonesas, frente a un ahora remansado Moll de la Fusta. La cincuentena de interesados buscaban el secreto de las misiones de paz hurgando en el tri¨¢ngulo pol¨ªtica y diplomacia / fuerzas armadas / plataformas humanitarias.
Los fabricantes de paz est¨¢n por lo menos tan de moda como las industrias de guerra. Desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn el mundo ha asistido al imparable ascenso, la subsiguiente crisis y la recuperaci¨®n de los movimientos humanitarios, introduc¨ªa el catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica Pere Vilanova.
Kouchner: 'En un proceso de paz, los diplom¨¢ticos, los militares y los humanitarios deben ir de la mano'
Nadie lo hubiera profetizado entonces, pero en ese tiempo 'ha quedado dinamitado el sacrosanto principio de no injerencia en los asuntos internos'; la ONU experimenta una 'sobrecarga de demandas de intervenci¨®n', lo cual es un s¨ªntoma civilizatorio; y han surgido realidades imparables como el Tribunal Penal Internacional, cuya necesidad ilustr¨® bien el caso Pinochet, esa demanda de justicia sin fronteras.
Los ¨¢rboles de los fracasos, de las intervenciones tard¨ªas, de los dobles raseros empleados en tantos conflictos impiden a veces calibrar cu¨¢n tupido es el bosque de esos avances, de esa otra globalizaci¨®n.
Como quienes se sentaban en la mesa eran gentes que aprendieron su oficio de comadronas de la paz sobre el terreno mucho m¨¢s que en los libros -en conflictos todos ellos distintos entre s¨ª-, sus reflexiones deber¨ªan ser recogidas en un manual pr¨¢ctico. Mientras ¨¦ste llega, que llegar¨¢ quiz¨¢ de la mano de la Palme, ah¨ª va una primera s¨ªntesis.
Esta es la tabla de los 10 mandamientos de Francesc Vendrell, el arquitecto de la Conferencia de Bonn y ex jefe de la misi¨®n de Naciones Unidas en Afganist¨¢n: primero, el negociador debe tener claro su propio objetivo, vinculado a la Carta de Naciones Unidas y que no necesariamente debe ser el de las partes. Segundo, a veces hay que pasar mucho tiempo impidiendo un mal arreglo, aunque est¨¦ consensuado por los que se enfrentan, porque va contra el objetivo. Tercero, el negociador debe aprestarse a usar cualquier 'ventana de oportunidad' cuando se presente, probablemente de forma s¨²bita. Cuarto, no hay incompatibilidad entre una pol¨ªtica realista y los principios morales expresados en la hegemon¨ªa de los derechos humanos. Quinto, el mediador no debe ser neutral, pues no hay neutralidad posible entre v¨ªctimas y verdugos; si acaso, imparcial. Sexto, si el peso pol¨ªtico y militar de las partes est¨¢ muy desnivelado, convendr¨¢ equilibrar la balanza inventando organismos del tipo 'grupo de amigos del secretario general' (de la ONU). S¨¦ptimo, no debe caerse en la tentaci¨®n de un acuerdo precipitado, porque para lograr un acuerdo r¨¢pido lo m¨¢s pr¨¢ctico es torcer el brazo a la parte m¨¢s d¨¦bil, lo cual entra?a una conclusi¨®n injusta y s¨®lo las soluciones justas son durables. Octavo, aunque su persona o el organismo al que representa levanten ampollas, el negociador debe intentar ganarse el respeto a su funci¨®n y la confianza de las partes. Noveno, las negociaciones compartidas por varios organismos arbitrales son perjudiciales, porque las partes tratan de crear divisiones entre ellos. Y d¨¦cimo, en toda mediaci¨®n para la paz debe incluirse el decisivo asunto de los derechos humanos y su aplicaci¨®n.
Para Vilanova, que adem¨¢s de profesor universitario bati¨® el cobre de la mediaci¨®n en Mostar, las recetas b¨¢sicas son sencillas: a toda negociaci¨®n se le debe poner un plazo, pues de lo contrario 'las partes tratan de comprar tiempo' y barrer entretanto a su favor; y la amenaza del uso de la fuerza para cuando concluya el plazo debe ser cre¨ªble ante los enfrentados, adem¨¢s de que su uso sea proporcional, razonable y disuasorio.
'?C¨®mo ganarse la confianza de las partes?', se pregunt¨® Kouchner. 'Respetar los compromisos, mantener la palabra, no ceder al chantaje', contestaba. Y para ello es imprescindible no dudar en emplear la firmeza. Algo diferente a las maneras imperiales o dictatoriales, al fin y al cabo no eres un paisano, sino un miembro de la comunidad internacional que alg¨²n d¨ªa se ir¨¢ del lugar. La confianza 'se logra implicando' a la gente en la negociaci¨®n y en la toma de decisiones, consultando previamente, aunque al final le toque al mediador tomar las conclusiones en solitario. Y guste o disguste, los protagonistas diplom¨¢ticos, militares y humanitarios deben 'ir de la mano', coordinados.
Centroam¨¦rica, Timor, Kosovo, son ejemplos de mediaciones bien llevadas, de las que han surgido poderes crecientemente -aunque con salvedades- leg¨ªtimos, democr¨¢ticos. Lo ideal ser¨ªa actuar preventivamente, o al menos cuando la situaci¨®n no est¨¢ a¨²n definitivamente podrida.
Pero no todo depende del fabricante de paz. Tambi¨¦n de las opiniones p¨²blicas, de los gobiernos, aunque sean lejanos. Las guerras de Croacia y Bosnia se empantanaron durante a?os -al menos de 1991 a 1995- por la divisi¨®n de la UE y la falta de credibilidad de la amenaza de intervenci¨®n militar, hasta que la acci¨®n de la OTAN forz¨® el acuerdo de Dayton. Para actuar en Kosovo bastaron 13 meses de persecuci¨®n al pueblo alban¨¦s: hab¨ªamos aprendido c¨®mo a veces la buena conciencia europea empantana y paraliza. En Macedonia se ha evitado lo peor, y el acuerdo serbio-montenegrino reci¨¦n patrocinado por la UE hace albergar nuevas esperanzas de civilidad en los Balcanes. Esta otra globalizaci¨®n est¨¢ en marcha, cosecha resultados. Vengan ya los manuales.
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