Ciscar pasa el Rubic¨®n
El ex consejero de Cultura Cipri¨¤ Ciscar, ha decidido concurrir a las elecciones primarias de su partido, de las que saldr¨¢ el candidato a la Generalitat en los comicios de 2003. Ha desechado promover para este cometido a uno de sus vicarios -?y qui¨¦n hubiera podido ser?-, como algunos sospechaban, ha deso¨ªdo los consejos que, con mejor o peor intenci¨®n, se le cuitaban y ha asumido el doble riesgo de fajarse con el secretario general del PSPV, Joan Ignasi Pla, y, de prosperar en el lance, con el cartel del Partido Popular, que bien pudiera ser Eduardo Zaplana, con los demoledores resultados para los socialistas que los sondeos anticipan. Pero antes, claro, ha de v¨¦rselas con su compa?ero y antagonista.
Subrayemos, pues, el hecho de que en esta ocasi¨®n, quien emprendiera su carrera pol¨ªtica en los a?os 60 al frente del Sindicato Democr¨¢tico de Estudiantes Universitarios y es titular de un denso curriculum org¨¢nico e institucional en el seno del PSPV, haya resuelto pasar el Rubic¨®n, dar la cara y hacerlo en unas circunstancias que, amablemente descritas, le son adversas por la parcialidad y favoritismo que ti?e estas primarias. Francisco Granados, un militante veterano, adem¨¢s, de excelente jurista, anotaba el martes pasado en estas p¨¢ginas c¨®mo se hab¨ªa frustrado 'cualquier posibilidad seria de competir' debido a la movilizaci¨®n del frente anticiscarista alentado desde los mismos ¨®rganos de la direcci¨®n, ya federal como nacional, comarcal y local. Un d¨¦ficit de democracia interna que ha de lastrar necesariamente el vuelo de este aspirante y que, por lo pronto, ya merma el cr¨¦dito del partido, constre?ido por viejas corruptelas.
Tengo para m¨ª, y lo tengo dicho en esta columna, que Ciscar no debi¨® aventurarse en estas primarias, pues era obvio que los socialistas valencianos damnificados de su tr¨¢nsito por la secretar¨ªa de Organizaci¨®n del PSOE lo estaban esperando y prestos a impedirle el paso. Los agravios que le imputan, ciertos o hiperbolizados, se sienten a¨²n en carne viva. Es la argamasa que api?a este frente emocional, por m¨¢s que buena parte de sus componentes no tenga empacho en reconocer la val¨ªa superior -por experiencia, m¨¦ritos y capacidad estrat¨¦gica- de este aspirante, obligado a peregrinar a lo largo y ancho del partido para reunir las 2.583 firmas que le avalen. Pla, en cambio, no s¨®lo est¨¢ eximido de este esfuerzo sino que es el ¨²nico que dispone del censo de afiliados.
Me pregunto qu¨¦ ocurrir¨ªa si, por causa de una chamba hist¨®rica, no se cumpliesen las previsiones del alto mando, federal o nacional, y Ciscar se impusiese en las urnas. ?Contar¨ªa el candidato con las bendiciones y apoyos del partido, empezando por las de ese personaje un tanto gui?olesco que es Jos¨¦ Blanco, el actual secretario de Organizaci¨®n? ?Contribuir¨ªa este triunfo a superar la fisura nunca enmendada entre ciscaristas y lermistas que se prolonga desde los a?os 80? ?Se conseguir¨ªa con la derrota de aqu¨¦llos? Y una cuesti¨®n m¨¢s: ?qu¨¦ pasi¨®n o devoci¨®n arde en el almario de Ciscar para que afronte una batalla m¨¢s y en tan arduas condiciones? Quiz¨¢ valga su propia proclama: 'contra la resignaci¨®n', ha dicho. Empezando por la suya, si es que alguna vez ha estado tentado de ceder a ella. En gracia a esta perseverancia merece mejor suerte y la prevalencia de unas reglas de juego limpias, democr¨¢ticas. Alea jacta est, que dec¨ªa aqu¨¦l.
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