Conciudadanos
Como altas aves zancudas, las gr¨²as giratorias dibujan la silueta de la ciudad entre cemento y cemento vertical. Castell¨®n es urbanismo e industria acelerada de la construcci¨®n. La ciudad avanza por el oeste en torno al complejo urbano que aparece junto a la Universidad Jaume I; se extiende por el este, dejando en nada huertos y naranjos, hasta casi alcanzar la bas¨ªlica de Lled¨® o El Grau; queda a un tiro de piedra por el sur de la vecina Almassora; y por el norte atraves¨® el cauce seco y entra?able del riu Sec. La fiebre del cemento va a devorar incluso, si nadie lo evita, esas casas y jardines centenarios que sobrevivieron hasta ahora al lado del tramo meridional de las v¨ªas del tren, ya subterr¨¢neas; una zona que es en cierta forma como una mancha verde y racional donde la racionalidad tantas veces brilla por su ausencia. Desde las cimas de los cerros cercanos a la ciudad y cualquier s¨¢bado santo, si se almuerza con el vecino en lo alto de esas cumbres dom¨¦sticas, sobre el fondo azul del mar y el cielo, el contorno de Castell¨®n es un perfil de gr¨²as y viviendas verticales. Los tronquillos le?osos de la ajedrea y el tomillo, que parecen como querer brillar tras ligeras lluvias, las flores diminutas y azuladas del romero, que el ¨²ltimo viento esparci¨®, contrastan en las ¨¢speras laderas de los cerros con ese perfil de la ciudad. El otro perfil no tan visible pero real de la ciudad es el crecimiento de su poblaci¨®n durante las ¨²ltimas d¨¦cadas; crecimiento proporcionalmente paralelo a la disminuci¨®n de los ¨ªndices de natalidad entre los aut¨®ctonos. Y as¨ª con la proliferaci¨®n de las gr¨²as lleg¨® la novedad social de tener que contar con conciudadanos extranjeros. Los rumanos, sin ir m¨¢s lejos han pasado de ser desconocidos a sumar cerca de 15.000 en la capital de La Plana. Casi un 10% de la poblaci¨®n total. Un tanto por ciento semejante al de extranjeros en la Rep¨²blica Federal Alemana, y eso, en pocos a?os, tiene una mayor transcendencia en la sociedad que este o aquel determinado suceso negro pol¨ªtico o festivo. Nuestros conciudadanos rumanos llegaron de un pa¨ªs con vol¨¢tiles fronteras hist¨®ricas, pero rico en miner¨ªa, en petr¨®leo, en agricultura productiva, en ganader¨ªa, e industria que en los a?os 50 y 60 ten¨ªa los ¨ªndices de crecimiento m¨¢s altos de la Europa oriental, bien que esos ¨ªndices de crecimiento econ¨®mico estuviesen a¨²n alejados de los de la Europa occidental. Claro que los planes quinquenales y sextenales, las colectivizaciones masivas, y otras zarandajas y planificaciones de la dictadura socialfascista o comunista dieron al traste con el pa¨ªs y sus gentes. Los diferentes grupos humanos rumanos -rumanos propiamente dichos, h¨²ngaros, alemanes, ucranianos, b¨²lgaros, turcos, serbios, jud¨ªos y gitanos- cayeron en la cuenta de que era mejor, a su pesar tomar las de villadiego. Ahora, millares de ellos est¨¢n aqu¨ª; son laboriosos y atentos castellonenses en la ciudad de las gr¨²as; tienen sus asociaciones y defienden su integraci¨®n laboral y social en el Castell¨®n que crece. No tienen ni tan siquiera un local municipal donde reunirse para, de forma estable y continuada atender con rapidez alguna de nuestras lenguas oficiales, para informarse de c¨®mo alquilar una vivienda o c¨®mo acudir a una bolsa de trabajo, entre otras cosas. Solicitan de las autoridades locales del PP un local donde reunirse y llevar a cabo sus actividades casi el 10% de la poblaci¨®n. De momento han recibido la callada por respuesta. Mientras, y finalizadas las vacaciones pascuales sonar¨¢ de nuevo el rumor de las zancudas gr¨²as que como aves dibujan el perfil de la ciudad.
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