Un museo imprescindible
No es ning¨²n descubrimiento afirmar que la escuela valenciana fue sin duda el foco art¨ªstico m¨¢s fecundo y esplendoroso del panorama art¨ªstico espa?ol de la segunda mitad del siglo XIX, tanto en n¨²mero de artistas como en la calidad de sus obras, que protagonizaron en muy buena medida los acontecimientos art¨ªsticos, exposiciones, monumentos p¨²blicos y encargos decorativos m¨¢s relevantes realizados en todo el pa¨ªs en las d¨¦cadas de entresiglos.
En efecto, es dif¨ªcil encontrar en cualquier otra regi¨®n una cantera tan abrumadora de primeros nombres del arte espa?ol decimon¨®nico, algunos ya sobradamente consagrados por la historia del arte a nivel nacional e internacional, pero muchos otros apenas recordados por referencias en manuales de arte, art¨ªculos de ¨¦poca, estudios bibliogr¨¢ficos de mayor o menor entidad o, en el mejor de los casos, t¨ªmidas exposiciones que casi nunca han permitido hacer una valoraci¨®n cabal, completa y objetiva de su verdadera dimensi¨®n.
Ello se ha debido, en buena medida, a la ausencia de un espacio muse¨ªstico adecuado para mostrar el arte valenciano de esta ¨¦poca en toda su dignidad y esplendor, vi¨¦ndose constre?ido hasta ahora a unas pocas salas del Museo de Bellas Artes de Valencia que, aunque ha hecho en estos ¨²ltimos a?os un importante esfuerzo por encontrar un hueco a los maestros del siglo XIX en su exposici¨®n permanente es, con todo, claramente insuficiente.
Las personas que tenemos alg¨²n tipo de responsabilidad en el mundo de los museos de titularidad p¨²blica sabemos hasta qu¨¦ punto repercute la recuperaci¨®n de un artista, escuela o g¨¦nero por parte del museo emblem¨¢tico de una ciudad, una Comunidad o un Estado de cara a su consideraci¨®n posterior en los tratados de historia del arte, en los circuitos de las grandes exposiciones antol¨®gicas e incluso en el coleccionismo y el mercado art¨ªstico.
Por todo ello, es de justicia reconocer la sensibilidad que ha demostrado la Generalitat Valenciana en su proyecto de crear un gran Museo dedicado a la pintura de este periodo de la Historia del Arte; apuesta decidida y pionera que sit¨²a a Valencia en la cabecera absoluta de toda Espa?a en la recuperaci¨®n del arte de entresiglos, y cuyos precedentes m¨¢s conocidos hay que buscarlos fuera de nuestras fronteras.
No es f¨¢cil encontrar una decisi¨®n pol¨ªtica tan firme y convencida en este tipo de proyectos muse¨ªsticos de gran envergadura, que requiere un gran esfuerzo a muy distintos niveles, pero cuya repercusi¨®n cultural, social y ciudadana es incuestionable, suponiendo a medio plazo un impulso fundamental a la consideraci¨®n que Valencia se ha venido ganando a pulso desde hace tiempo como baluarte de la mayor y m¨¢s diversa oferta cultural y art¨ªstica de toda Espa?a.
Por otra parte, la recuperaci¨®n del Convento del Carmen como sede para el futuro Museo del siglo XIX cumple espl¨¦ndidamente las peculiares necesidades que tiene el arte de esta ¨¦poca, en el que abundan los lienzos de grandes formatos y los bocetos de esculturas monumentales. As¨ª, la amplitud de sus espacios interiores y la nobleza de su arquitectura lo convierten en un continente especialmente id¨®neo para ese uso, como ya vienen demostrando las exposiciones sobre arte decimon¨®nico que se han celebrado en este espacio. Adem¨¢s la situaci¨®n estrat¨¦gica del edificio le incardina a la perfecci¨®n en el discurso muse¨ªstico desplegado a lo largo del cauce del r¨ªo, ya que las colecciones permanentes que se colgar¨¢n entre sus muros enlazar¨¢n en el fututo de forma natural con los fondos del Museo de Bellas Artes, que le servir¨¢n de pre¨¢mbulo, y las colecciones del IVAM, que le servir¨¢n de colof¨®n y portal de la modernidad.
Si a todo ello se suman adem¨¢s los beneficios que supondr¨¢ esta operaci¨®n en cuanto a la revitalizaci¨®n c¨ªvica del entorno urbano de la zona y, lo que es primordial, para la recuperaci¨®n de una important¨ªsima parte del patrimonio art¨ªstico valenciano, hoy injustamente disperso o relegado a la oscuridad de los almacenes, queda disipada cualquier duda u objeci¨®n que pudiera surgir ante este ambicioso proyecto, que merece sobradamente un apoyo incondicional y decidido por parte de los distintos sectores sociales comprometidos en su ¨¦xito, por el que hemos de felicitarnos todos.
Jos¨¦ Luis D¨ªez es jefe del departamento de Pintura y Escultura del Siglo XIX del Museo del Prado.
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