Una verdad inm¨®vil
Quien haya seguido la escritura de ?lvaro Valverde (Plasencia, 1959) reconocer¨¢ en los nuevos poemas de Mec¨¢nica terrestre y en los art¨ªculos y ensayos de El lector invisible, la memoria del mundo que recrea: la inapelable importancia del lugar, de un territorio y un espacio con los que establece una relaci¨®n fundada en una mirada reflexiva, una vivencia terrenal que configura los engranajes de una precisa mec¨¢nica po¨¦tica que, transcendiendo cualquier contingencia, pasa a ser el territorio del propio poema, una presencia visible poblada por el deseo de una verdad y una belleza que la emoci¨®n del poema quiere hacer posible. Es quiz¨¢ en el titulado Una casa de campo donde este sentimiento se muestra abiertamente.
Mec¨¢nica terrestre
?lvaro Valverde. Tusquets. Barcelona, 2002. 125 p¨¢ginas. 10 euros.
El lector invisible
?lvaro Valverde. Editora Regional de Extremadura M¨¦rida, 2001. 132 p¨¢ginas. 5,78 euros.
Valverde hace suya una po¨¦tica finalista: el poema es a la vez punto de partida y de llegada, suma de mirada y memoria, un destino elegido y elegiaco, cuya realidad se muestra perpetua, fruto de un tiempo suspendido, ¨²nico, de invariables corrientes que confluyen. Al hablar de los poemas de Mec¨¢nica terrestre hay que recurrir a las mismas cualidades que definen libros anteriores: sugerencia y misterio, secreta armon¨ªa y esencial pureza, claridad y sobriedad reflexiva.
El libro surge de la varie
dad de esa obstinada tarea, de una reiterada visi¨®n que es siempre la misma y siempre distinta, de la arraigada presencia de un 'renovado rito' que se hace presente y suspenso en la serena desolaci¨®n de 'alguien que cree / que mientras siga fiel / a sus falsas, huidizas apariencias / podr¨¢ sentirse vivo'. El decir se hace entonces intencionadamente 'p¨®stumo', reflejo 'de un concluso lugar esclarecido' que se basta y sirve de 'la inmensa suficiencia de lo ¨ªnfimo'. Un decir a distancia debida que niega o no quiere buscar otras perspectivas, pues la elegida se convierte casi en figura idealizada y refractaria.
Se agradece el acierto arriesgado que encontramos en poemas como Los lugares del sue?o. A partir de aqu¨ª el libro quiere crecer, y brilla all¨ª (en los poemas amorosos de Palabras privadas y en Relaci¨®n de los hechos, secci¨®n que cierra el libro de la mano de otras voces y miradas) donde se rompe su dominio del equilibrio emocional.
No es dif¨ªcil que el lector sienta un cierto deseo incumplido, como si la explosi¨®n buscada en los poemas hubiera sido sabia y decididamente desactivada. Una carretera es un poema expresivo de este desajuste: su curva final se?ala el l¨ªmite, lo desconocido tras ella, pero que nadie se ha atrevido a cruzar; frente a este hecho el poeta parece bastarse con 'imaginar que su rev¨¦s / se abre a un mundo distinto, / con ciudades capaces de albergar al extra?o, / alguien que desoyendo de todos el consejo / alarg¨® su viaje, m¨¢s all¨¢, / hasta perderse'. Quiz¨¢ sea necesario sobrepasar la curva, ir m¨¢s all¨¢ en busca de un territorio m¨¢s amplio y holgado. A lo mejor esa 'vana utop¨ªa que llamamos futuro' pueda en alg¨²n momento compensarnos de la verdad inm¨®vil 'del m¨¢s triste pasado': en un lugar lejos de todos los lugares.
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