La insoportable levedad del PER
Otro calentamiento de cascos en la mullida soledad de un despacho, imaginando la perfecci¨®n: castigamos a los votantes rurales del PSOE, oblig¨¢ndoles a ir a trabajar donde se les mande; frenamos definitivamente la transferencia de las pol¨ªticas de empleo, hasta ver c¨®mo se monta la nueva 'formaci¨®n en el medio rural andaluz' (Teo dixit); eliminamos a los inmigrantes, porque ya no har¨¢n falta en las tareas agr¨ªcolas (de paso castigamos tambi¨¦n a Mohamed VI); y provocamos un orgasmo colectivo en los nuestros, los se?oritos de toda la vida, que seguir¨¢n embols¨¢ndose a manos llenas las subvenciones europeas al latifundio, vivir para ver. (Con raz¨®n dijo Antonio Romero, hace como un a?o, que aqu¨ª 'la ¨²nica que ha convergido hacia Europa es la Duquesa de Alba'). Carambola maestra.
Parecen dispuestos a no seguir aprendiendo. Lo han demostrado con creces en la LOU, en la Ley de (presunta) Calidad de la Ense?anza, ahora tambi¨¦n en la reforma de la de partidos pol¨ªticos... Y lo malo es que les falta la raz¨®n, pero no los votos. Primer punto d¨¦bil del PER: quien tiene el poder democr¨¢tico para quitarlo, lo har¨¢, salvo que se tope con una contestaci¨®n social como la que ¨¦l mismo se busca. Pero el segundo punto d¨¦bil es que apenas se sostiene, jur¨ªdicamente hablando, en un compromiso pol¨ªtico que data ya de 1984, y que el propio PSOE contempla la conveniencia de modificar, en sus documentos de la segunda modernizaci¨®n: 'Es necesario abordar la reforma de los instrumentos de protecci¨®n del empleo agrario'. Eso s¨ª, desde el consenso. Pues no hay asunto m¨¢s delicado que ¨¦ste en la pol¨ªtica andaluza. No lo entiende as¨ª el PP, cada d¨ªa m¨¢s a gusto en su papel de llanero solitario. All¨¢ ellos.
Pero por si todav¨ªa no est¨¢n demasiado ofuscados, convendr¨¢ recordarles algunas cosas: esa tan d¨¦bil protecci¨®n del medio rural andaluz y extreme?o, que ellos pueden derribar de un plumazo, si les place, descansa sobre un pacto social mucho m¨¢s profundo, que arraiga en la transici¨®n pol¨ªtica y que, por eso, deber¨ªa ser materia sagrada para todos: el PER no es m¨¢s que el centro neur¨¢lgico de un conjunto de normas cuyo objetivo principal es regular un laborioso sistema de redistribuci¨®n de la renta, a cuenta de la reforma agraria que nunca se hizo. Es decir, la paz social en un medio tan caliente como el campo andaluz. Cualquier reforma obligar¨ªa hoy a tomar otras medidas complementarias, que me temo no ser¨ªan ya del gusto de los se?ores de la tierra: modular las subvenciones europeas, sobre la base probada de que las extensiones demasiado grandes (que se chupan el 20% de las ayudas) son incontrolables para Bruselas y, por el contrario, las peque?as producen el triple de mano de obra. (Fernando Moraleda, EL PA?S, 13 de Abril). Pero tambi¨¦n obligar¨¢ a los se?ores a pagar mucho m¨¢s al r¨¦gimen general de la Seguridad Social, a no sembrar cultivos f¨¢ciles, como el girasol (que nadie recoge, pero s¨ª que ingresa suculentas subvenciones), etc¨¦tera. No creo que ni Chaves ni Ibarra le hicieran ascos a una negociaci¨®n sobre esas bases. ?Pero es eso lo que quiere el PP?
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