Poner Ghana en marcha
DESPU?S DE UNA VISITA de siete d¨ªas a alg¨²n lugar nuevo, lo m¨¢s importante que uno tiene que recordar es que un solo viaje no le convierte a uno en un experto. Aun as¨ª, no puedo resistir la tentaci¨®n de comentar mi reciente estancia en Accra, la capital de Ghana, en ?frica Occidental. Entre otras reuniones, asist¨ª a un almuerzo con empresarios y autoridades de la localidad en el que hablamos de las oportunidades para el desarrollo econ¨®mico y las barreras que lo impiden. Los patrocinadores eran BusyInternet, un cibercaf¨¦-plus, y Jim Moore, del Proyecto Econom¨ªas Abiertas del Centro Berkman de la Universidad de Harvard.
Mientras los empresarios locales hablaban de lo importantes que son las ayudas del gobierno para su sector, uno de ellos, el experto en programas aut¨®nomo Ebow Halm coment¨®: 'El gobierno tambi¨¦n tiene que tener en cuenta las necesidades del usuario, y no s¨®lo las de la comunidad de la Tecnolog¨ªa de la Informaci¨®n (TI)'.
El esp¨ªritu emprendedor es mejor que esperar las subvenciones del Gobierno. En un pa¨ªs como Ghana se dan buenos ejemplos de ello
A veces, lo que beneficia a unos puede perjudicar a otros, y la caridad bien intencionada no siempre tiene el efecto deseado. Esa es la idea que hay detr¨¢s de BusyInternet, la empresa patrocinadora de la reuni¨®n. Creada por el empresario gal¨¦s Mark Davies, proporciona a la gente de la localidad acceso barato a la Red, funcionando de forma muy parecida a como lo hace una biblioteca o una oficina de correos.
El plan original de Davies, que se hizo rico con otras dos empresas - Citysearch and First Tuesday - era crear un servicio de Internet de car¨¢cter no lucrativo. Pero r¨¢pidamente lleg¨® a la conclusi¨®n de que una empresa rentable har¨ªa m¨¢s bien, alcanzar¨ªa a m¨¢s gente y financiar¨ªa su propia expansi¨®n. Por otra parte, un servicio gratis tendr¨ªa que estar racionado y har¨ªa una competencia desleal a los otros cibercaf¨¦s de Accra.
En vez de limitarse a ofrecer acceso a Internet a los pobres, Davies se propuso hacer a los pobres lo bastante ricos como para comprarse su propio acceso a la Red.
Adem¨¢s de divertido y seductor, Busy Internet es mucho m¨¢s que un cibercaf¨¦. Es un centro comercial. En vez de abrir una incubadora de negocios con complicadas normas y planes de empresa, Davies se limit¨® a enganchar 1 megabyte de ancho de banda y abri¨® el negocio, alquilando terminales por minuto y 15 oficinas con conexi¨®n por mes. La clase de gente que se present¨® con dinero suficiente para utilizar las oficinas representaba justo el tipo de empresarios que podr¨ªan haber sido seleccionados a trav¨¦s de un complejo plan de desarrollo y un an¨¢lisis detenido de las necesidades locales, pero ellos se seleccionaron a s¨ª mismos: peque?os empresarios que dependen de la TI, gente del mundillo del comercio electr¨®nico, pero sobre todo expertos en programaci¨®n o desarrollo para Internet.
En un pa¨ªs en el que la posibilidad de comunicarse es muy cara y donde la mayor¨ªa de la gente vive en lugares en los que no hay tel¨¦fono ni ordenadores, ser¨ªa un despilfarro ofrecer esos servicios directamente a los hogares. En Accra, la ciudad con m¨¢s conexiones de Ghana con diferencia, hay varios centenares de caf¨¦s de este tipo, con una media de ocho terminales cada uno.
?Qu¨¦ sacamos en claro del almuerzo? En primer lugar, que los cibercaf¨¦s no son el coto reservado de los turistas y los estudiantes universitarios. Las dos veces que visit¨¦ el local, hab¨ªa gente de todas clases. La mayor¨ªa de los clientes se dedican a enviar mensajes por correo electr¨®nico m¨¢s que a navegar, para comunicarse con los amigos y parientes, buscar trabajo o simplemente cerrar asuntos pendientes. Al precio de 88 c¨¦ntimos de euro por hora, el usar el ordenador como diversi¨®n resulta caro. En Ghana, los trabajadores de una f¨¢brica contratados legalmente pueden llegar a ganar unos 40 euros al mes, pero hay mucha gente que no tiene trabajo fijo.
Adem¨¢s, el ancho de banda viene a costar unas diez veces m¨¢s que en Estados Unidos, por ejemplo. Un empresario como Davies podr¨ªa parecer a algunos un aventurero: un gal¨¦s que se dio a conocer en el Norte y que ahora dirige una empresa con fines lucrativos en Ghana. Pero si tiene ¨¦xito, construir¨¢ m¨¢s instalaciones, aumentar¨¢ la actual participaci¨®n local del 40% en el accionariado, contratar¨¢ a m¨¢s ghaneses, y ofrecer¨¢ un servicio mejor por menos dinero a m¨¢s usuarios. Y algunos de esos usuarios acabar¨¢n convirti¨¦ndose tambi¨¦n en empresarios. As¨ª que ustedes deciden qu¨¦ modelo es mejor: subvenciones estatales y control, o un poco de esp¨ªritu aventurero a la vieja usanza.
?New York Times
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