Un tinglado bajo m¨ªnimos

No funciona nada en este confuso intento de thriller rompedor. Las leyes del severo g¨¦nero son inflexibles y s¨®lo ceden terreno a la intromisi¨®n del rizo estiloso, y se dejan burlar por ¨¦l cuando hay inventiva autoral en ese rizo, cosa que aqu¨ª, en este deslavazado, y con indicios de padecer incompetencia, Ajuste de cuentas no ocurre.

Es un relato compuesto con mucha torpeza y penosa falta de energ¨ªa en el trenzado de im¨¢genes, cosa agravada al tratarse de un asunto que, sobre el papel, huele a una p¨®lvora quemada que luego, en la pantalla, se convierte en triste p¨®lvora mojada. No hay, en efecto, manera de ver un trazo en¨¦rgico, firme. El suceso est¨¢ desplegado por un gui¨®n inh¨¢bil, sin ma?a para desplegar las velas de la gradualidad, que son indispensables en una navegaci¨®n sobre estos mares. Los tramos secuenciales est¨¢n mal definidos, no se empujan y, lejos del abrupto y quebrado crescendo emocional que requiere un verdadero filme de tensi¨®n e intriga, se pierden en la flojera de una l¨ªnea de avance desdibujada, sin emoci¨®n, nula, inerte.

Est¨¢ protagonizada por cuatro int¨¦rpretes j¨®venes, muy verdes en sus composiciones de cachorros de g¨¢nsteres que no se entienden bien con pap¨¢. Para m¨¢s calamidad, el director no les aclara ni define el gesto identificador, ni orquesta sus presencias en interrelaciones de r¨¦plicas y contrarr¨¦plicas, gestuales y verbales, por lo que los chicos llevan las de perder cuando se las ven con villanos de tan buen pedigr¨ª como Dennis Hopper y John Malkovich, que luego resulta que andan igual de desorientados y son vulgares malos de cine completamente vulgar.