Argentina, sin bancos
Los t¨¦rminos Argentina y confianza son, desde hace tiempo, antit¨¦ticos. Desde finales del a?o pasado no hay noticia correspondiente a dicho pa¨ªs que no sea peor que la anterior. El corralito financiero, el mecanismo que impide a los ciudadanos disponer en el acto de sus ahorros depositados en los bancos, era una bomba de relojer¨ªa de la que no se sab¨ªa el momento exacto de su explosi¨®n. Ese momento acaba de llegar.
Hasta ahora, los ciudadanos sacaban a tramos sus ahorros -muy limitados por las condiciones impuestas primero por Domingo Cavallo (hoy en prisi¨®n), luego por el Gobierno de Duhalde. Lo hac¨ªan en pesos argentinos, independientemente de la moneda en la que hab¨ªan ingresado el dinero en los bancos, y de forma inmediata lo transformaban en d¨®lares, pese a la p¨¦rdida real de poder adquisitivo, por falta de confianza en la moneda nacional. Para conseguir m¨¢s facilidades y salirse del corralito que les atrapaba, todos los d¨ªas miles de argentinos ped¨ªan el amparo de los jueces, que habitualmente dictaban a su favor. As¨ª, poco a poco, el sistema se ha ido desangrando. Hasta los ¨²ltimos d¨ªas, en los que ese 'poco a poco' se fue acelerando. Seg¨²n algunas estimaciones, de proseguir esta salida de capitales, en aproximadamente tres semanas el sistema financiero argentino hubiera quebrado en su integridad. No hab¨ªa dinero para todos.
El Gobierno argentino ha tomado una serie de medidas que tienen el riesgo de a?adir desconfianza a la desconfianza. Duhalde ha decidido cerrar todos los bancos y el mercado cambiario por tiempo indefinido. El objetivo es frenar la fuga masiva de dep¨®sitos. A continuaci¨®n se pedir¨¢ al Congreso que apruebe por el tr¨¢mite de urgencia una ley seg¨²n la cual el dinero colocado en los bancos se cambiar¨¢ por bonos del Estado. Como primera respuesta, los ciudadanos han vaciado los cajeros autom¨¢ticos. A la falta de credibilidad en la moneda nacional se a?ade ahora la desconfianza en la voluntad -y sobre todo en la capacidad- del Estado para cambiar en su momento los bonos por dinero en efectivo. Llueve sobre mojado, porque el peso no deja de depreciarse contra el d¨®lar y durante los ¨²ltimos d¨ªas al menos media docena de protestas en diferentes lugares del pa¨ªs han acabado violentamente. Los sindicatos anuncian el fin de la contemporizaci¨®n con Duhalde y anuncian manifestaciones para la semana entrante.
Un antecedente del Plan Bonex (que, en definitiva, es una modalidad de confiscaci¨®n de los ahorros) fue ya experimentado en Argentina a principios de la d¨¦cada de los noventa por el Gobierno de Carlos Menem. Pero entonces el Estado no estaba en una suspensi¨®n de pagos oficial, como ahora, y pod¨ªa ofrecer un respaldo de los t¨ªtulos que emit¨ªa. Para que un plan como ¨¦ste -que ya fue estudiado hace tres meses y desestimado por irreal- tuviese alguna credibilidad deber¨ªa ir acompa?ado de alg¨²n gesto significativo de ayuda por parte de la comunidad internacional. En este sentido, es veros¨ªmil pensar que medidas tan dr¨¢sticas como el cierre de los bancos puedan venir acompa?adas de alg¨²n tipo de anuncio inmediato de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que celebra en Washington su reuni¨®n de primavera, al que Argentina pide 9.000 millones de d¨®lares, de los 20.000 inicialmente solicitados. El G-7 y la Uni¨®n Europea reclamaron ayer a Duhalde medidas inmediatas para controlar el gigantesco d¨¦ficit fiscal.
El Fondo Monetario debe hacer la autocr¨ªtica de su actuaci¨®n pasada en Argentina. El hecho de que uno de los alumnos m¨¢s aplicados en el uso de sus recetas est¨¦ a punto de llegar a la parte m¨¢s honda del pozo deber¨ªa conducir a su reaparici¨®n con dinero fresco y liderando a un grupo de pa¨ªses que aportasen financiaci¨®n al agonizante pa¨ªs. Entre las dos filosof¨ªas en cuesti¨®n -que cada palo aguante su vela o que los contribuyentes de todo el mundo apoyen a los de los pa¨ªses en dificultades- ahora corresponde la segunda. Con todas las garant¨ªas, pero con urgencia. A no ser que se quiera ser testigo mudo del inevitable estallido social en una naci¨®n donde la mitad de la poblaci¨®n est¨¢ en la pobreza, la otra mitad ha perdido sus ahorros y s¨®lo los que sacaron sus capitales a tiempo tienen esperanza y futuro.
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