Los hijos de Lady Macbeth
En cuesti¨®n de mujeres, Freud fue v¨ªctima de sus propias ansiedades. Cre¨ªa que todas envidiaban el ¨®rgano masculino; 'Penisneid', llam¨® a este complejo antes de cambiar de rumbo sus estudios por falta de 'material' cl¨ªnico (1931) para concluir que a quien de verdad amamos las mujeres primero es a la madre. La psicoanalista Marie-Christine Hamon (?Por qu¨¦ las mujeres aman a los hombres y no a su madre?) sostiene que 'para amar a los hombres ellas deben renunciar a una virilidad de la que son portadoras al comienzo tanto como lo son los varones, y abandonar su primer objeto amoroso'. Freud insiste en que el rechazo de la feminidad -tanto en el hombre como en la mujer- es un rechazo de la posici¨®n pasiva respecto del padre: la 'protesta masculina' no es m¨¢s que angustia ante la castraci¨®n. En las mujeres, se tratar¨ªa de convertir el 'Penisnead' en deseo de hijo (el 'cambio de sexo', la b¨²squeda de la feminidad) o bien alentarlas en sus tendencias masculinas.
H?ROES CA?DOS. MASCULINIDAD Y REPRESENTACI?N
Espai D'Art Contemporani de Castell¨®. Carrer Prim, s/n Del 26 de abril al 23 de junio
El cuerpo investido con el valor f¨¢lico es el tema que aparece cuestionado en H¨¦roes ca¨ªdos, un proyecto de Jos¨¦ Miguel Cort¨¦s que trata de explorar y poner bajo sospecha la precaria identidad masculina. Para combatir la extendida idea de que la peor humillaci¨®n que un hombre puede sufrir es la de ser tratado como una mujer (ser pose¨ªdo), muchos artistas que han usado su 'destino' anat¨®mico como tema han hecho hincapi¨¦ en dos aspectos: la deconstrucci¨®n de la paranoia antifeminista y la supuesta impenetrabilidad del cuerpo masculino.
El/la fot¨®grafo Del Lagrace Volcano retrata a las drag kings -personas nacidas como mujeres que se sienten m¨¢s masculinas que femeninas y que desean experimentar los privilegios de la virilidad- de Nueva York, San Francisco y Londres. Estas hermafrobolleras (hermaphrodyke) sufren un complejo de masculinidad pues no renuncian al fantasma de poseer el pene y, siguiendo a Freud, padecer¨ªan una dependencia con el padre tras el abandono de la madre f¨¢lica (la madre que amamanta, una Lady Macbeth obsesionada con la descendencia). Posiblemente sean ¨¦stas las im¨¢genes que m¨¢s atraigan el inter¨¦s del gran p¨²blico, por la estridencia de su realismo, sin embargo no dejan de ser envolturas torpes y pat¨¦ticas de la atm¨®sfera rota de mujeres asfixiadas por su cuerpo. M¨¢s acorde con la tesis de Cort¨¦s son la bandada de adolescentes/¨¢ngeles ca¨ªdos de Mark Morrisroe, fotograf¨ªas amargas pero de gran belleza, ensuciadas y manipuladas, que resaltan la vulnerabilidad y la ruina del cuerpo ante la enfermedad (la serie de polaroids del artista antes de morir de sida). Mientras Paul McCarthy describe la analidad del hombre como emblema de su indefensi¨®n (Tomato head), Gilbert & George despliegan un enorme panel con anuncios de chaperos de la prensa londinense y junto a ellos, sus propios rostros (New Horny Pictures). Peter Land aporta cuatro v¨ªdeos con escenas absurdas en donde la repetici¨®n se convierte en un acto tr¨¢gico y el sujeto que lo sufre en alguien pat¨¦tico. Juan Pablo Ballester retrata a j¨®venes marginados de aspecto ambiguo cuya masculinidad viene dada por su procedencia social y cultural; y John Coplans rompe los c¨¢nones de la belleza masculina al autorretratarse en una incipiente decadencia en un desaf¨ªo que niega cualquier perspectiva absoluta de la virilidad. En conjunto, H¨¦roes ca¨ªdos es una provocaci¨®n lanzada a las sensibilidades normativas, a menos que consideremos a Freud y a todos los psicoling¨¹istas franco-heideggerianos pura literatura y seamos capaces de contestar a la pregunta, ?cu¨¢ntos hijos tuvo Lady Macbeth?
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