El esp¨ªritu festivo

Si uno busca exclusivamente los aspectos l¨²dicos en el rock en directo, arrinconando otros conceptos como las pretensiones culturales, los virtuosismos y ortodoxias instrumentales o el simple exceso de glamour a niveles rid¨ªculos, el dinero invertido en una entrada para ver a The Fleshtones se revela como una de las mejores inversiones posibles.

Estos veteranos del retro-rock llevan ya 26 a?os pate¨¢ndose el mundo y ofreciendo conciertos llenos de energ¨ªa, comunicaci¨®n con el p¨²blico y un sentido de la diversi¨®n que les hace pasar, a pesar de sus cuarenta y muchos a?os, por adolescentes gamberretes, pero inofensivos.

En su actuaci¨®n por Madrid, una de las nueve que van a dar por toda la geograf¨ªa espa?ola, The Fleshtones aprovecharon la presentaci¨®n de su decimoquinto disco oficial, Solid Gold, para saltar del escenario a bailar sobre la barra, a acercarse por el guardarropas, a enfilar por la escalera de salida, dejarse mantear y llevar a hombros, ofrecer sus micr¨®fonos para que el p¨²blico rugiese sus juveniles estribillos, sus instrumentos para que los espectadores tocaran y realizar un mont¨®n de coreograf¨ªas inveros¨ªmiles. Todo ello sin dejar de tocar una nota de sus canciones -The Dreg, I want more, I'm not a Sissy, Hitsburgh USA...- tan deudoras del estilo burbujeante de los grupos brit¨¢nicos de los sesenta e ideales para espantar tristeza o aburrimientos.

Un extraordinario concierto de un grupo que, sin estar nunca de moda, consigue ofrecer algo que nunca pierde vigencia: la alegr¨ªa y el esp¨ªritu festivo. Algo muy necesario en los tiempos que corren.