El mundo seg¨²n Miquel Barcel¨®
Hasta el pr¨®ximo 20 de junio, en la Fundaci¨®n Maeght, de Saint-Paul, a unos kil¨®metros de Niza, se puede visitar la exposici¨®n Mapamundi, de Miquel Barcel¨® (Felanitx, 1957), en la que se exhiben 135 obras, entre pinturas, esculturas, dibujos y cer¨¢micas, fechadas entre 1990 y la actualidad. Comisariada por Jean-Louis Prat, director de la Fundaci¨®n Maeght y, sin duda, una de las voces m¨¢s autorizadas en el mundo art¨ªstico franc¨¦s, esta muestra se nos presenta como una retrospectiva del trabajo de Barcel¨® en casi los ¨²ltimos tres lustros de su producci¨®n, abarcando lo que ha hecho desde que, para entendernos, inici¨® sus estancias peri¨®dicas en Mal¨ª, su peregrinaci¨®n recurrente al coraz¨®n, duro, fascinante y nada accesible, del ?frica subsahariana.
MAPAMUNDI
Miquel Barcel¨® Fundaci¨®n Maeght Saint-Paul (Francia) Hasta el 20 de junio
Tampoco se puede desde?ar el dato de que esta convocatoria se produce el a?o en que Barcel¨® cumple los 45, el comienzo de la etapa de madurez de un artista, cuando ya no hay cantos de sirena, ni juegos malabares, sino lo que se es y se da de s¨ª de verdad. El dato de su aniversario tambi¨¦n nos sirve para que, quienes hemos visto su trayectoria a lo largo de los casi 25 ¨²ltimos a?os, hagamos un balance sobre nosotros mismos y lo que ha pasado en el mundo del arte en este periodo de su proyecci¨®n espectacular.
Pues bien, en relaci¨®n con ¨¦l, lo primero rese?able y admirable es que Barcel¨® sigue en la brecha creativa y en el candelero internacional, por mucho que les desconcierte a los modistas agoreros, que le daban por acabado desde fines de la d¨¦cada de 1980, la que le lanz¨® al estrellato de una forma nunca antes vista por estos pagos.
Citar al respecto que, en la Fundaci¨®n Maeght, han tenido una exposici¨®n monogr¨¢fica s¨®lo muy pocos de entre los mejores artistas del siglo XX, y, entre ellos, los espa?oles Mir¨® y T¨¤pies, ya es un dato significativo, pero, ni mucho menos, excepcional, porque, durante su supuesta ¨¦poca de 'decadencia', Barcel¨® ha seguido siendo invitado en los m¨¢s prestigiosos centros internacionales, como la Whitechapel, de Londres, el Museo de Artes Decorativas, de Par¨ªs, o la ciudad de Palermo, por citar s¨®lo algunos ejemplos. ?Ejemplos de qu¨¦? Bueno, pues, por de pronto, de que Barcel¨® sigue contando, cinco, diez y quince a?os despu¨¦s de que 'se hubiese pasado de moda', ¨¦l y lo que hace, pero, sobre todo, de que el '¨¦xito' de un artista no se basa en la notoriedad, sino en su resistencia: la de ser lo que quiere hasta el final, sin aceptar ninguna intimidaci¨®n circunstancial, que hoy, en plena posmodernidad, ya no procede de ninguna instancia cr¨ªtica, sino de la vanguardia comercial y sus peones publicitarios.
De manera que ah¨ª sigue Barcel¨® como si nada, pero en plena actividad, sumergido en su trayectoria pict¨®rica, donde no ha dejado de tomar riesgos, pero tambi¨¦n desarrollando su escultura y, m¨¢s recientemente, trabajando de manera, a mi juicio, deslumbrante, la cer¨¢mica. No ha modificado su identidad, cuya genealog¨ªa en buena parte se remonta a tres vectores que s¨®lo un insensato despreciar¨ªa, los de Picasso, Mir¨® y T¨¤pies, pero tampoco ha frenado su ansia, su obstinaci¨®n, la fidelidad a su personal mitolog¨ªa, basada en su nomadismo, que no es tur¨ªstico, sino existencial. No en balde la actual convocatoria lleva por t¨ªtulo el de Mapamundi, que no hay que interpretar como una cartograf¨ªa ex¨®tica, sino una forma de hundir las manos en cualquier tierra, una alfarer¨ªa f¨ªsica y an¨ªmica, una ruta interminable de acontecimientos pl¨¢sticos. Por una parte, Barcel¨® sigue embelesado en la contemplaci¨®n y la celebraci¨®n de lo org¨¢nico de la materia, y, por otra, sigue con su cuaderno de ruta caligr¨¢fico, con sus sutiles trazos que levantan la cr¨®nica del mundo visible all¨ª donde alcanza su voraz vista.
Por lo dem¨¢s, es ciertamente
casi imposible hacer un recuento cr¨ªtico de lo que un artista prol¨ªfico y apasionado como Barcel¨® nos presenta como una selecci¨®n de una d¨¦cada larga de producci¨®n, donde, como antes se apuntaba, hay g¨¦neros, materiales, soportes y t¨¦cnicas muy diversos. En cuanto lo pict¨®rico, se puede sentir m¨¢s sorpresa ante sus ¨²ltimos cuadros, en los que el suelo se ha convertido en techo, y la pigmentaci¨®n gotea cual estalactitas de agrias tonalidades verdosas; en relaci¨®n con las esculturas, con los bronces coloreados de sus cr¨¢neos animales; en sus papeles, con sus maravillosas siluetas acuareladas; en sus cer¨¢micas, con sus relieves animales que se incrustan en el barro como moluscos en las rocas.
En todo ello, hay seducciones y dudas diferentes, que, seg¨²n cada cual, cabe admirar m¨¢s o menos. En cualquier caso, nadie puede dejar de sentirse impresionado por la pujanza que manifiesta la obra de Barcel¨®, que, m¨¢s de veinte a?os despu¨¦s de la ¨¦poca de los fastos, sigue, plet¨®rico, en la misma ambici¨®n, con la misma capacidad de desaf¨ªo. Nadie puede saber lo que el destino nos puede deparar a cualquiera, pero, para m¨ª, esta exposici¨®n francesa de Barcel¨®, con los 45 cumplidos, augura que su fiesta art¨ªstica contin¨²a y, mientras as¨ª sea, su obra estar¨¢ pre?ada de futuro, porque su pasado y su presente no lo pueden ya cambiar ni sus detractores.
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