Oriente Pr¨®ximo: ?terroristas suicidas o 'ejecutados'?
Las agencias de noticias informan sobre ellas con horror, han logrado sorprender a los servicios de seguridad israel¨ªes y han provocado una controversia en las diferentes escuelas del islam: son las j¨®venes mujeres que recientemente han asumido el papel de terroristas suicidas.
Hasta ahora no se ha prestado atenci¨®n a la categor¨ªa social de estas j¨®venes. Si se analiza en profundidad, queda claro que estas mujeres proceden de los estratos m¨¢s bajos de la sociedad ¨¢rabe. Por lo general est¨¢n divorciadas y algunas son madres de hijos peque?os. Ocupan los pelda?os m¨¢s bajos de la escala social ¨¢rabe, se las mira despectivamente y con frecuencia se las maltrata. En las comunidades musulmanas, la categor¨ªa de las divorciadas es baja. No es ninguna novedad para una sociedad en la que, seg¨²n las normas isl¨¢micas, los maridos pueden divorciarse de sus mujeres con s¨®lo decirles que se marchen. La noci¨®n de una familia con un solo progenitor se contempla con desd¨¦n. Estas mujeres suelen ser explotadas, con frecuencia se las acusa de deshonrar el nombre de la familia y son objeto de amenazas constantes. Si nos fijamos en las cintas grabadas antes del suicidio, se las ve como mujeres condenadas a muerte y no como personas decididas a dar su vida por una causa noble.
Enviar a los ultrajados y a los d¨¦biles a la muerte es se?al de quiebra militar y moral
Da la impresi¨®n de que, al contrario de lo que se afirma, no estamos hablando de una larga cola de voluntarias que est¨¢n a punto de convertirse en shahids femeninos, sino de una organizaci¨®n que ordena a la gente y a las mujeres indefensas pertenecientes al nivel social m¨¢s bajo que se conviertan en bombas humanas. El hecho es que estas mujeres no tienen elecci¨®n.
Una de las terroristas atrapadas recientemente, Shifa Al-Kudsi, est¨¢ divorciada y es madre de una hija. Procur¨® ocultar la identidad de los que la hab¨ªan enviado no por lealtad, sino para salvar la vida. De hecho indic¨® que pasar un largo tiempo en la c¨¢rcel por negarse a revelar la identidad de los que la hab¨ªan enviado era su ¨²nica oportunidad de salvar la vida.
Resulta completamente incre¨ªble que unas mujeres tan j¨®venes est¨¦n dispuestas a abandonar a sus hijos y a suicidarse por el bien de Palestina, a menos que las obliguen a ello debido a su baja posici¨®n social, que implica que sus vidas est¨¢ sometidas a un peligro y unas amenazas constantes.
Otro tipo de terroristas son los menores (ni?os muy peque?os) que son enviados a la muerte por medios psicol¨®gicos muy similares a los empleados para hacer que un jovenzuelo impopular salte de la acera y se tire delante de un coche que circula a gran velocidad. En sociedades en las que la verg¨¹enza es peor que la muerte, no es demasiado dif¨ªcil convencer a las personas de que renuncien a la vida cuando se enfrentan a la elecci¨®n de vivir en la verg¨¹enza o morir como h¨¦roes. O lo que es incluso peor, entre una muerte de h¨¦roe o una vida de traidor.
La cuesti¨®n del empleo de menores como terroristas suicidas arroja una luz diferente sobre la dif¨ªcil situaci¨®n de las terroristas suicidas. El tema de las mujeres fue brevemente objeto de discusi¨®n dentro de los c¨ªrculos religiosos, pero se acept¨® r¨¢pidamente. La cuesti¨®n de los ni?os ha hecho que el resentimiento se extienda por la sociedad palestina. Padres, profesores y expertos docentes han alzado la voz y han arremetido contra los que han estado reclutando, lavando el cerebro y enviando a ni?os como terroristas suicidas, y con m¨¢s dureza todav¨ªa contra los padres que no impiden que esto suceda.
Esto sirve para ilustrar que, cuando se trata de ni?os, hay una conciencia popular y una creciente oposici¨®n, mientras que la dif¨ªcil situaci¨®n de las j¨®venes terroristas se pasa por alto, porque en la sociedad musulmana ¨¦stas 'no cuentan', son proscritas de las que se puede prescindir.
Los que est¨¢n detr¨¢s de todo esto no act¨²an por impotencia, determinaci¨®n, ira o frustraci¨®n, sino que lo hacen de forma calculada y con un cinismo total, sin ning¨²n respeto por las vidas humanas en general y por las de las mujeres y los ni?os en particular.
En realidad, enviar a los d¨¦biles y a los ultrajados a la muerte en nombre de un pa¨ªs no es un signo de poder y fuerza; es se?al de quiebra militar y moral. Ni siquiera la disposici¨®n de las sociedades a enviar a su mejor gente a cometer suicidio es indicaci¨®n de poder. Si analizamos el ejemplo de los pilotos kamikazes japoneses, ellos, al igual que los palestinos, consiguieron espantar a los estadounidenses y pensaban que su disposici¨®n a cometer suicidio les otorgaba una especie de ventaja moral y militar respecto a sus enemigos 'amantes de la vida'. Deber¨ªamos recordar qui¨¦n acab¨® ganando la II Guerra Mundial y qui¨¦n pag¨® durante muchos a?os el precio de la arrogancia y el fanatismo.
Hay que reconocer que las sociedades que buscan y aman la vida luchan mejor que las sociedades que buscan la muerte, del mismo modo que los que luchan por salvar vidas son mejores combatientes que los que s¨®lo aspiran a matar. Las sociedades que ganan las guerras son las m¨¢s productivas y creativas, y aquellas cuyos ciudadanos disfrutan de mayor libertad.
El fen¨®meno de los terroristas suicidas tiene implicaciones de largo alcance. El ejemplo japon¨¦s de los pilotos kamikazes tambi¨¦n ha tenido implicaciones trascendentales de largo alcance. El ¨¦xito de los kamikazes y la muerte y el horror que provocaron hizo que los estadounidenses empezaran a contemplar a todos los japoneses como criaturas sin coraz¨®n, una especie de m¨¢quinas humanas. Incluso hoy en d¨ªa los japoneses siguen teniendo dificultades para deshacerse de esta imagen de inhumanos que tienen. ?se es el peligro al que los palestinos se enfrentan ahora. Es muy posible que a la larga les resulte imposible convencer al mundo de que son seres humanos y no bombas andantes. Aunque su causa es v¨¢lida, los medios que emplean no conducen a nada, y cada vez se les asocia m¨¢s con la visi¨®n internacional del radicalismo y el terrorismo musulmanes, que se consideran una amenaza cada vez mayor para los sistemas democr¨¢ticos de las sociedades occidentales.
Brian Cutter es experto en relaciones internacionales.
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