La CIA intent¨® matar al 'se?or de la guerra' afgano Hekmatiar
El misil lanzado desde un avi¨®n esp¨ªa no tripulado fall¨® su objetivo la pasada semana
La Agencia Central de Informaci¨®n (CIA) intent¨® matar la semana pasada a Gulbudin Hekmatiar, uno de los m¨¢s temibles se?ores de la guerra de Afganist¨¢n y principal beneficiario de la ayuda econ¨®mica y militar estadounidense durante la ocupaci¨®n sovi¨¦tica, entre 1979 y 1989. Fuentes gubernamentales confirmaron ayer que la CIA utiliz¨® un avi¨®n teledirigido Predator para disparar un misil Hellfire contra Hekmatiar, pero fracas¨® en su intento.
Las mismas fuentes dijeron que el guerrillero afgano intentaba derribar al Gobierno provisional de Hamid Karzai y preparaba ataques contra las tropas estadounidenses. El propio presidente George Bush habl¨® del asunto. Se neg¨® a confirmar la noticia, pero hizo un comentario: 'Pueden estar seguros de que cuando vamos tras un individuo en el escenario b¨¦lico es porque ese individuo intenta da?ar a EE UU'. 'Nos preocupa Hekmatiar, nos preocupan sus posibles planes contra las fuerzas estadounidenses y sus contactos con ciertos elementos dentro y fuera de Afganist¨¢n, talibanes y gente de Al Qaeda', dijo una fuente oficial an¨®nima a la agencia Reuters.
Dos meses atr¨¢s, Hekmatiar hizo saber al Pent¨¢gono que estaba dispuesto a cooperar con el Gobierno de Karzai. Para ratificar su decisi¨®n, envi¨® a Kabul un grupo de delegados. 'El mes pasado, sin embargo, una gran cantidad de gente relacionada con el grupo de Hekmatiar fue detenida en Kabul, mientras conspiraba para derribar a Karzai', dijo a Reuters una fuente del Pent¨¢gono. 'Preparaban una campa?a de atentados con bomba en la capital', agreg¨®. Un portavoz no identificable del Departamento de Estado indic¨® a este peri¨®dico que la preparaci¨®n de un ataque contra Karzai hab¨ªa sido un elemento importante en la decisi¨®n de acabar con Hekmatiar, pero que los indicios de que el guerrillero se dispon¨ªa a 'atacar intereses o personas estadounidenses, fueron decisivos'. El mismo portavoz expres¨® su convicci¨®n personal de que la CIA y el Ej¨¦rcito de EE UU seguir¨ªan persiguiendo a Hekmatiar 'hasta acabar con ¨¦l'.
Gulbudin Hekmatiar, de 54 a?os y etnia past¨²n, es el m¨¢s sanguinario de los se?ores de la guerra y era ya c¨¦lebre por su crueldad en 1979, cuando la URSS invadi¨® Afganist¨¢n. En 1973, tras el derrocamiento del rey Mohamed Zahir, huy¨® a Pakist¨¢n y fund¨® una facci¨®n guerrillera llamada Partido Isl¨¢mico, con la que, apoyado por Pakist¨¢n, lanz¨® incursiones en territorio afgano. Esa era su actividad cuando tras la invasi¨®n de 1979, la CIA le eligi¨®, financi¨® y arm¨® para que hostigara a los sovi¨¦ticos. La CIA no sab¨ªa entonces que Hekmatiar tambi¨¦n trabajaba para el KGB, seg¨²n comprob¨® una investigaci¨®n del Congreso en 1990.
Hekmatiar mat¨® m¨¢s soldados de su principal rival en la guerrilla, el tayiko Ahmed Shah Masud, que soldados sovi¨¦ticos, y fue precursor del r¨¦gimen talib¨¢n por sus exigencias de que las mujeres fueran apartadas del trabajo y la educaci¨®n. Cuando cay¨® el r¨¦gimen de Najibul¨¢, en 1992, Hekmatiar se convirti¨® en primer ministro y Masud en ministro de Defensa del nuevo Gobierno pero casi de inmediato se enfrentaron por el control de Kabul. Hekmatiar rode¨® la capital y gracias a su armamento, pagado por EE UU, organiz¨® uno de los sitios m¨¢s largos y sangrientos de las ¨²ltimas d¨¦cadas. M¨¢s de 20.000 civiles murieron por los bombardeos casi cotidianos, y la ciudad qued¨® destruida.
En 1994 lanz¨® una nueva ofensiva sobre Kabul, otra vez rechazada. Logr¨® entrar en la capital en junio de 1996, pero para entonces sus lugartenientes se hab¨ªan integrado en una fuerza que emerg¨ªa, los talibanes, y Hekmatiar se exili¨® en Ir¨¢n. En febrero pasado se jact¨®, durante una entrevista con Reuters, de poseer todav¨ªa misiles americanos Stinger, y calific¨® de 't¨ªtere' a Karzai. 'Mientras las tropas extranjeras est¨¦n presentes, ning¨²n gobierno interino significar¨¢ nada', declar¨®. 'Preferimos dedicarnos a las guerras internas que someternos a la ocupaci¨®n extranjera'.
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