Razones contra estereotipos
En un espl¨¦ndido art¨ªculo titulado 'Un llamado a favor de un debate racional', aparecido en The Washington Post el mi¨¦rcoles 8 de mayo, Chris Patten, comisionado de la Uni¨®n Europea para las Relaciones Exteriores, exhorta al prestigioso columnista y escritor estadounidense George F. Will a abandonar las simplificaciones groseras y los mitos que pululan ¨²ltimamente en Estados Unidos sobre Europa con motivo de los brotes de antisemitismo (atentados contra sinagogas, ataques a jud¨ªos y pintadas racistas) que se han registrado en Francia sobre todo, y debido a las cr¨ªticas que ha merecido, de parte de gobiernos, instituciones e intelectuales europeos, la pol¨ªtica del gobierno de Ariel Sharon contra los palestinos.
George F. Will hab¨ªa escrito en su columna que, habiendo asesinado a millones de jud¨ªos en los a?os treinta y cuarenta, Europa practica ahora 'el antisemitismo sin jud¨ªos' y se dispone a colaborar en la segunda -?y ¨²ltima?- fase de la lucha para dar una soluci¨®n final a la cuesti¨®n jud¨ªa' (f¨®rmula empleada por los nazis para referirse al Holocausto). ?C¨®mo es posible, se pregunta Patten, que alguien tan habitualmente bien informado y sensato como aquel periodista, escriba 'esta basura obscenamente ofensiva'? En efecto ?c¨®mo es posible que alguien en su sano juicio y que colabora en un gran peri¨®dico como The Washington Post, pueda acusar a toda Europa de ser antisemita y de estar preparando un nuevo exterminio masivo del pueblo jud¨ªo? La respuesta es muy simple: porque ante ciertos asuntos, como el de Israel y Palestina, hay gentes que renuncian a la racionalidad y optan por la cerraz¨®n visceral y dogm¨¢tica, por el puro y simple irracionalismo de los fan¨¢ticos. Yo lo s¨¦ muy bien porque desde que escrib¨ª un art¨ªculo llamando a Sharon 'El enemigo de Israel' mi correo est¨¢ lleno de improperios y acusaciones de, casi casi, apoyar el terrorismo de Ham¨¢s y la Yihad Isl¨¢mica. No deja de ser instructivo que, despu¨¦s de haber pasado m¨¢s de treinta a?os de la vida defendiendo a Israel de las caricaturas que hac¨ªan de ¨¦l sus enemigos, ante la primera cr¨ªtica a su Gobierno ahora los maniqueos de esta orilla me caricaturicen a mi vez.
Sin embargo, pese a todo, estoy convencido de que criticando la intransigencia y los desafueros del Gobierno de Ariel Sharon, sigo defendiendo a Israel, un pueblo por el que siempre he sentido admiraci¨®n. Y creo que hacen un flaco favor a Israel quienes para defender el derecho de este pa¨ªs a la existencia contra los extremistas musulmanes que quisieran desaparecerlo y echar a los jud¨ªos al mar, se solidarizan con la brutalidad y los excesos cometidos por Sharon al invadir los territorios bajo la Administraci¨®n de la Autoridad Palestina, destrozar y bombardear toda la infraestructura institucional de aqu¨¦lla y rechazar, con soberbia arrogancia, la comisi¨®n de investigaci¨®n que la ONU intent¨® enviar al destruido campo de refugiados de Yenin. Estas cr¨ªticas a una pol¨ªtica violenta e intolerante, que est¨¢ desprestigiando cada d¨ªa m¨¢s ante los ojos del mundo la digna causa de Israel, no implica, claro est¨¢, la menor condescendencia hacia los monstruosos actos terroristas contra la poblaci¨®n civil israel¨ª que cometen los kamikazes de Ham¨¢s o la Yihad Isl¨¢mica y frente a los cuales, qu¨¦ duda cabe, Israel tiene el derecho y el deber de defenderse. Pero, hasta ahora, los gobiernos de Israel, incluidos los del Likud, lo hab¨ªan hecho salvaguardando las normas civilizadas de un Estado de Derecho, sin la desproporci¨®n y los excesos de Sharon, cuyas pol¨ªticas parecen fundadas en la convicci¨®n fundamentalista de que todo palestino es o ser¨¢ alg¨²n d¨ªa un terrorista y debe ser tratado en consecuencia. Esa actitud cierra todas las puertas a una soluci¨®n negociada del conflicto, atiza la hoguera de los atentados y los cr¨ªmenes y los indescriptibles sufrimientos que padecen ambos pueblos, condena a los israel¨ªes a vivir en una guerra permanente que llevar¨¢ al pa¨ªs a la par¨¢lisis y que, a la larga, conspira contra la supervivencia de Israel.
Chris Patten recuerda a George F. Will que nadie puede dar lecciones a los ingleses sobre c¨®mo resistir al nazismo, al que se enfrentaron, solos, durante un buen tiempo antes de que Estados Unidos se decidiera a intervenir en la guerra contra Hitler, y, asimismo, le recuerda que durante el mandato que la ONU confi¨® al Reino Unido en Palestina los soldados brit¨¢nicos debieron enfrentarse a un terrorismo 'que no era palestino'. Es una precisi¨®n importante, pues las generalizaciones son casi siempre enemigas de la verdad, la que suele agazaparse en los matices y las excepciones m¨¢s que exhibirse en las grandes visiones de conjunto. Sin embargo, una verdad general que me parece no admitir excepciones es ¨¦sta: todo terrorismo contra la sociedad civil es inaceptable y debe ser combatido, aunque se ejercite en nombre de una buena causa. Porque los cr¨ªmenes cometidos contra civiles inocentes envilecen los objetivos m¨¢s nobles y los tornan p¨¦rfidos. Patten recuerda las dificultades que encontr¨®, cuando era ministro en Gran Breta?a, para persuadir a los congresistas de Estados Unidos de que cortaran las donaciones al IRA (el Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s), cuyas acciones terroristas en Irlanda del Norte no merec¨ªan a muchos de aquellos parlamentarios el mismo repudio que les inspiran ahora las de los fundamentalistas palestinos.
En un razonamiento que suscribo al pie de la letra, Patten afirma que el problema palestino-israel¨ª encontrar¨¢ un camino de soluci¨®n cuando, como ocurri¨® en el caso de Irlanda del Norte, se reconozca que hay dos comunidades igualmente sufrientes y desgarradas y con derechos equivalentes a que se escuchen sus razones y se les haga justicia. Esto, en el caso del Medio Oriente, s¨®lo puede significar la coexistencia de dos Estados, igualmente independientes y viables (no uno de ellos 'agujereado por los asentamientos como un queso suizo'), un objetivo que es perfectamente realizable si los moderados de ambas comunidades reemplazan a los extremistas a la hora de negociar. Eso lleg¨® a ser una realidad cuando los acuerdos de Oslo y podr¨ªa llegar a serlo en el futuro si vuelve al poder en Israel un gobierno pragm¨¢tico y flexible como el que encabez¨® el asesinado Rabin. Pero esto no ser¨¢ posible mientras Estados Unidos, el aliado y amigo m¨¢s cercano, y el ¨²nico capaz de influir sobre Israel, se 'deje secuestrar (hijacked) por el Likud', como lamentablemente
est¨¢ ocurriendo. El apoyo indiscriminado y sistem¨¢tico del Congreso y el Pent¨¢gono a la pol¨ªtica de Sharon, seg¨²n los comentaristas, mediatiz¨® y frustr¨® los esfuerzos del secretario de Estado Powell, quien, por lo visto, es partidario de presionar a Israel a fin de que vuelva a la mesa de negociaciones y ponga fin a su pol¨ªtica exclusivamente militar. Esta pol¨ªtica no s¨®lo es da?ina a largo plazo para Israel. Tambi¨¦n lo es para Estados Unidos, pues, como ilustra de sobra la pol¨¦mica George F. Will-Chris Patten, un abismo separa en este tema a los antiguos aliados de Occidente, una alianza sin la cual tanto Europa como Estados Unidos tienen mucho que perder.
No es cierto que la pol¨ªtica europea sea anti-israel¨ª como, reemplazando las razones por los estereotipos, afirman George F. Will y muchos otros comentaristas norteamericanos. La verdad es que, en lo que concierne al conflicto ¨¢rabe-israel¨ª, todos los gobiernos de la Europa democr¨¢tica (algunos de manera m¨¢s expl¨ªcita, como Francia, otros de manera m¨¢s discreta, como Alemania), a la vez que condenan de manera inequ¨ªvoca el terrorismo isl¨¢mico, tratan de moderar el extremismo israel¨ª y de tender puentes entre ambas comunidades para que el di¨¢logo y la negociaci¨®n sucedan a los asesinatos y a las bombas. Este es el camino de la sensatez y, el otro, el de la infinita sangr¨ªa para israel¨ªes y palestinos.
Quienes leen esta columna habr¨¢n advertido que, en los ¨²ltimos a?os, muchas veces he escrito tratando de combatir las visiones deformadoras, reduccionistas y mentirosas que sobre Estados Unidos suelen pasar en Europa occidental por verdades inmarcesibles. Como, por ejemplo, que la norteamericana es una seudo democracia, que el imperialismo est¨¢ vivito y coleando, que all¨¢ negros e hisp¨¢nicos son ciudadanos discriminados y explotados, y que sus productos medi¨¢ticos est¨¢n emponzo?ando la cultura del mundo. Todo eso es tan falso y tan est¨²pido como creer que la Europa de hoy est¨¢ dominada por hordas pardas que se alistan para perpetrar un nuevo genocidio antisemita. La verdad es que Estados Unidos y Europa Occidental se parecen mucho m¨¢s de lo que se diferencian, aunque una creciente incomunicaci¨®n lo vaya haciendo cada d¨ªa menos evidente a mayor n¨²mero de europeos y norteamericanos. Esta incomunicaci¨®n, que es negativa y peligrosa, debe ser combatida por todos los medios. Ella no debe confundirse con la competencia econ¨®mica, industrial o pol¨ªtica, que es siempre buena, un incentivo para la superaci¨®n y el progreso rec¨ªproco. Por eso, es indispensable que, superando todos los obst¨¢culos, la Uni¨®n Europea, el proyecto pol¨ªtico m¨¢s audaz, idealista y generoso de los tiempos modernos, salga adelante. Si se fortalece y confirma, la Uni¨®n Europea traer¨¢ muchos beneficios a los europeos. Pero tambi¨¦n a Estados Unidos, pues el papel de la ¨²nica superpotencia en el planeta no es f¨¢cil, ni c¨®modo, ni conveniente. Ser¨¢ bueno que Estados Unidos tenga al fin con quien medirse y competir, en una pugna que ojal¨¢ sea siempre fraternal, la de dos competidores que, por debajo de sus intereses diferentes, comparten un s¨®lido denominador com¨²n: el de la cultura democr¨¢tica, una cultura que, conviene recordarlo, sigue siendo todav¨ªa el privilegio de una minor¨ªa de pa¨ªses en el mundo.
Este es el ¨¢nimo que inspira el 'Llamado a favor de un debate racional' de Chris Patten, uno de los pol¨ªticos m¨¢s respetables que conozco, porque su actuaci¨®n p¨²blica siempre ha estado guiada por ideas y principios, y porque en nombre de ¨¦stos nunca ha temido enfrentarse a la impopularidad. Cuando fue gobernador de Hong Kong se enfrent¨® a China, para acelerar la democratizaci¨®n de la colonia; en su partido, el de los tories, en Gran Breta?a, donde no hab¨ªa nadie m¨¢s preparado ni brillante que ¨¦l para asumir el liderazgo, prefiri¨® ser preterido antes que renunciar a sus convicciones europe¨ªstas. Ojal¨¢ su inteligente llamado sea vastamente le¨ªdo y escuchado en los Estados Unidos.
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