Efusiones del coraz¨®n
Entusiasmo
Hay quien presume de no haber observado jam¨¢s una conducta gregaria y no s¨®lo se rinde al contagio del triunfo futbolero sino que adem¨¢s trata de hacer epistemolog¨ªa de casino con algo que atenta contra toda raz¨®n. Cierta clase de celebraciones festivas, ya sean falleras o a cuenta de las habilidades con el bal¨®n de una docena de futbolistas que s¨®lo se representan a s¨ª mismos, suelen resolverse en esa clase de tumulto callejero que pone los pelos de punta a cualquier persona educada y respetuosa con el pr¨®jimo. Es posible que exista una conducta fascista de car¨¢cter puntual y desprovista de todo soporte ideol¨®gico continuado. Se da sobre todo en los festejos callejeros a prop¨®sito de lo que sea, cuando el transe¨²nte ajeno a la celebraci¨®n sucumbe por un instante al miedo de una posible agresi¨®n que considera inmotivada.
Otros entusiastas
Lo que sorprende en Els Joglars, cuarenta a?os despu¨¦s de los primeros desperfectos, es la constancia y la clarividencia est¨¦tica en un medio tan hostil como el teatro. Que el asunto iba en serio desde el principio (y es lo que distingue el oficio del talento) lo muestra la feliz circunstancia de que todav¨ªa hoy resulta impensable ver a Boadella firmando un culebr¨®n televisivo urdido para sosegar la sobremesa de las amas de casa. Pero tambi¨¦n que el mismo Boadella -y eso en relaci¨®n con algunos de sus montajes de ¨¦xito seguro- cambiase de rumbo sin vacilaciones cada vez que intuy¨® que se hab¨ªa equivocado. En el libro de aniversario, que transcribe de manera espl¨¦ndida Arcadi Espada, repite que el teatro es todo aquello que no est¨¢ en el texto. Nada m¨¢s cierto, porque es lo que se ve sobre el escenario. Y ah¨ª Boadella -Els Joglars- es uno de los grandes. Que adem¨¢s entusiasme a quienes podr¨ªan ser sus v¨ªctimas, es otras de sus habilidades.
Entusiasmo borde
La tragedia grotesca del cantama?anismo patriotero es que tiene que ser antisemita gen¨¦rico, o al menos no semita, para fingir fidelidad al origen de sus ra¨ªces a la vez que antimagreb¨ª para articular su respuesta de fullero a los problemas que le son indispensables para ejercer con perspectivas de ¨¦xito su perversi¨®n pol¨ªtica. Demasiados paras, ya lo s¨¦, pero es que aqu¨ª estamos en el territorio de los paracaidistas, que son b¨¢sicamente los fantasmones ca¨ªdos del cielo para solventar a la brava todos nuestros conflictos. Pronto un embroncado como Le Pen ser¨¢ historia y surgir¨¢ el fascismo de dise?o, en una mezcla m¨¢s medi¨¢tica que vociferante de autoritarismo transversal y yogures desnatados. El antisemitismo organizado ser¨¢ cosa de hemeroteca, y el enemigo ser¨¢ el moro pobre hasta que empiecen a llegar las primeras oleadas de chinos sin restaurante.
Un entusiasmo de nota
Es la segunda vez que los responsables de educaci¨®n del partido en el gobierno tratan de colar la ense?anza de religi¨®n -cat¨®lica, se entiende- como una asignatura m¨¢s de las que anotan en la cesta y puntos de los certificados escolares. No se sabe a¨²n si a la tercera ir¨¢ la vencida, pero mientras tanto, en preescolar, ya se quedan viendo v¨ªdeos o dando vueltas por el patio de recreo los ni?os que, por decisi¨®n de sus padres, no acuden a esas clases, por lo que ya parecen un poquito como raros, cuando lo raro ser¨ªa m¨¢s bien lo otro. Si hay que llenar ese hueco incomprensible, que se limiten a contarles los entretenidos a la vez que formativos relatos de lo que antes se llamaba Historia Sagrada. En esta escandalosa intentona se quiere colar algo as¨ª como el aprendizaje de la democracia como asignatura alternativa, lo que induce a sospechar que el sistema pol¨ªtico del que viven nuestros gobernantes es todav¨ªa para ellos una cuesti¨®n secundaria.
Nada de entusiasmos
Parece que tenemos en nuestro pa¨ªs a unos doscientos mil ni?os currantes en las m¨¢s diversas explotaciones, que se las entienden con telares o con f¨¢bricas o con mulas de tiro sin llegar a ser por eso aprendices de ning¨²n oficio verdadero. Eso aqu¨ª, porque m¨¢s al sur es que ni se sabe la de ni?os condenados a ganarse el jornal con prematuridad y alevos¨ªa. Lo digo porque lo s¨¦ por experiencia. Nada m¨¢s terrible para un ni?o que convivir tambi¨¦n con el adulto en las largas horas de los lugares de trabajo, porque ah¨ª aprender¨¢ sin ¨¦xito las claves de la humillaci¨®n perseverante y porque se internar¨¢ con mucho peligro en los misterios de una sexualidad de sobresalto de la mano de una cuadrilla obsesiva que rara vez atiende a la delicadeza de una cuesti¨®n tan sensible en alguien que todav¨ªa no ejerce. Un asunto, por cierto, poco mencionado en esas estad¨ªsticas de espanto.
Otros entusiastas
Lo que sorprende en Els Joglars, cuarenta a?os despu¨¦s de los primeros desperfectos, es la constancia y la clarividencia est¨¦tica en un medio tan hostil como el teatro. Que el asunto iba en serio desde el principio (y es lo que distingue el oficio del talento) lo muestra la feliz circunstancia de que todav¨ªa hoy resulta impensable ver a Boadella firmando un culebr¨®n televisivo urdido para sosegar la sobremesa de las amas de casa. Pero tambi¨¦n que el mismo Boadella -y eso en relaci¨®n con algunos de sus montajes de ¨¦xito seguro- cambiase de rumbo sin vacilaciones cada vez que intuy¨® que se hab¨ªa equivocado. En el libro de aniversario, que transcribe de manera espl¨¦ndida Arcadi Espada, repite que el teatro es todo aquello que no est¨¢ en el texto. Nada m¨¢s cierto, porque es lo que se ve sobre el escenario. Y ah¨ª Boadella -Els Joglars- es uno de los grandes. Que adem¨¢s entusiasme a quienes podr¨ªan ser sus v¨ªctimas, es otras de sus habilidades.
Entusiasmo borde
La tragedia grotesca del cantama?anismo patriotero es que tiene que ser antisemita gen¨¦rico, o al menos no semita, para fingir fidelidad al origen de sus ra¨ªces a la vez que antimagreb¨ª para articular su respuesta de fullero a los problemas que le son indispensables para ejercer con perspectivas de ¨¦xito su perversi¨®n pol¨ªtica. Demasiados paras, ya lo s¨¦, pero es que aqu¨ª estamos en el territorio de los paracaidistas, que son b¨¢sicamente los fantasmones ca¨ªdos del cielo para solventar a la brava todos nuestros conflictos. Pronto un embroncado como Le Pen ser¨¢ historia y surgir¨¢ el fascismo de dise?o, en una mezcla m¨¢s medi¨¢tica que vociferante de autoritarismo transversal y yogures desnatados. El antisemitismo organizado ser¨¢ cosa de hemeroteca, y el enemigo ser¨¢ el moro pobre hasta que empiecen a llegar las primeras oleadas de chinos sin restaurante.
Un entusiasmo de nota
Es la segunda vez que los responsables de educaci¨®n del partido en el gobierno tratan de colar la ense?anza de religi¨®n -cat¨®lica, se entiende- como una asignatura m¨¢s de las que anotan en la cesta y puntos de los certificados escolares. No se sabe a¨²n si a la tercera ir¨¢ la vencida, pero mientras tanto, en preescolar, ya se quedan viendo v¨ªdeos o dando vueltas por el patio de recreo los ni?os que, por decisi¨®n de sus padres, no acuden a esas clases, por lo que ya parecen un poquito como raros, cuando lo raro ser¨ªa m¨¢s bien lo otro. Si hay que llenar ese hueco incomprensible, que se limiten a contarles los entretenidos a la vez que formativos relatos de lo que antes se llamaba Historia Sagrada. En esta escandalosa intentona se quiere colar algo as¨ª como el aprendizaje de la democracia como asignatura alternativa, lo que induce a sospechar que el sistema pol¨ªtico del que viven nuestros gobernantes es todav¨ªa para ellos una cuesti¨®n secundaria.
Nada de entusiasmos
Parece que tenemos en nuestro pa¨ªs a unos doscientos mil ni?os currantes en las m¨¢s diversas explotaciones, que se las entienden con telares o con f¨¢bricas o con mulas de tiro sin llegar a ser por eso aprendices de ning¨²n oficio verdadero. Eso aqu¨ª, porque m¨¢s al sur es que ni se sabe la de ni?os condenados a ganarse el jornal con prematuridad y alevos¨ªa. Lo digo porque lo s¨¦ por experiencia. Nada m¨¢s terrible para un ni?o que convivir tambi¨¦n con el adulto en las largas horas de los lugares de trabajo, porque ah¨ª aprender¨¢ sin ¨¦xito las claves de la humillaci¨®n perseverante y porque se internar¨¢ con mucho peligro en los misterios de una sexualidad de sobresalto de la mano de una cuadrilla obsesiva que rara vez atiende a la delicadeza de una cuesti¨®n tan sensible en alguien que todav¨ªa no ejerce. Un asunto, por cierto, poco mencionado en esas estad¨ªsticas de espanto.
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