La portera
Es como escuchar a una de esas porteras que interpreta Chus Lampreave en las pel¨ªculas de Almod¨®var. ?vida de acaparar la atenci¨®n de los curiosos, se apresura a dejar entrever cu¨¢nto conoc¨ªa ella al se?or ese tan c¨¦lebre que se acaba de morir. Vaya si lo conoc¨ªa. Y lo entra?able que resultaba, con todo y ser un escritor tan importante, al parecer, y tan famoso. Las cosas que podr¨ªa contar de ¨¦l si se lo propusiera...
(Y aqu¨ª la portera, captado ya el inter¨¦s de su interlocutor, ve llegado el momento de darse importancia a s¨ª misma).
Claro que no es todo para ser contado... ?Ay, lo que ella no habr¨¢ visto, dada la confianza y el aprecio que el se?or le ten¨ªa! Sin ir m¨¢s lejos, al se?or le gustaba demasiado el dinero... ?Y las se?oras! Aunque no es verdad eso de que fuera un poco facha. Un poco quiz¨¢ s¨ª, pero s¨®lo un poco. Lo que pasa es que ¨¦l era muy suyo, ya se ve¨ªa. Y hacia el final parec¨ªa como si chocheara. Envejeci¨® mal, pero que muy mal, de eso no cabe duda. ?Si hasta tuvo que v¨¦rselas con una demanda por plagio! Nunca se le dio bien, por cierto, lo de escribir art¨ªculos para la prensa. Claro que tampoco es que se le diera demasiado bien lo de escribir novelas, por muy vanguardistas que fueran. Lo suyo eran los libritos de viajes, como ¨¦se sobre la Alcarria, que luego hubo de repetir por encargo, haciendo el payaso. Y es que, adem¨¢s de antip¨¢tico, era un manirroto y un codicioso. 'De todos modos, yo le quer¨ªa mucho...'.
CELA: UN CAD?VER EXQUISITO
Francisco Umbral Planeta. Barcelona, 2002 226 p¨¢ginas. 17 euros
As¨ª suena -literalmente, a veces- este libro, del que no se sabe qu¨¦ termina por asquear m¨¢s: si el grado de insidia y de mezquindad que tan desafiantemente ostenta, o la desgana y el aburrimiento con que ha sido perge?ado. Pues, por muy hecho que est¨¦ el lector a las chapuzas que suelen resultar del oportunismo y de la venalidad, lo cierto es que en esta ocasi¨®n se superan todas las marcas, y lo que se ofrece como un libro en torno a la vida y la obra de Camilo Jos¨¦ Cela, resulta no ser m¨¢s que una gavilla de fragmentos period¨ªsticos, notas de diario, improvisaciones y materiales reciclados que, reunidos a toda prisa, incurren en continuas reiteraciones, olvidos, contradicciones, des¨®rdenes, cambios de tiempo verbal e incluso de registro estil¨ªstico; y ello a tal punto que cabe preguntarse si, antes de publicarlo, el editor, ya que no el autor, ha tenido la paciencia de leerse entero el texto.
Dejando a un lado la c¨ªnica desenvoltura con que se ventilan aqu¨ª cotilleos y maledicencias (entre las m¨¢s groseras, las dirigidas a las dos viudas del finado), lo que sorprende en el libro no es la previsible deslealtad hacia la memoria de aquel a quien se invoca como 'mi amigo paternal'; ni siquiera la necesidad de su autor de sacarse a relucir con cualquier pretexto (sin perder la ocasi¨®n de mendigar, por v¨ªa de despecho, la entrada a la Academia), no. Lo que sorprende, por encima de todo, es la vulgaridad y la chatura de los juicios literarios que a Umbral merece la obra del celebrado genio. ?Ser¨¢ posible que tanta y tan ripiosa veneraci¨®n apenas den para m¨¢s que para concluir que la 'gran falla' de los libros de Cela es 'la ausencia de argumento'? ?Que su problema, por decirlo con palabras de C¨¦sar Gonz¨¢lez Ruano, es que Cela 'no ama a sus personajes'? ?Que su mejor libro -por 'sencillo, corto, l¨ªrico, real¨ªsimo, emocionante de simplicidad y talabarteado de verdad'- es Viaje a la Alcarria? ?Que entre sus virtudes se cuenta la de ser un 'espa?ol profundo, gran conocedor de las Espa?as'?
Dice Umbral que Cela escrib¨ªa 'desganado y quiz¨¢ repetitivo' los art¨ªculos del domingo para Abc. Desganado y sin duda repetitivo ha escrito ¨¦l mismo este libro. En una de sus p¨¢ginas cuenta c¨®mo, de visita un d¨ªa al 'chalet hortera' que los Cela ten¨ªan en Guadalajara, atrap¨® un gato que regal¨® a 'Camilo, buen amigo de los animales'. Al gato le puso Cela el nombre de Salieri. Cela le dijo a Umbral que en memoria de un torero del lugar. Pero el motivo -piensa uno despu¨¦s de leer este engendro- muy bien podr¨ªa ser otro.
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