Kubala, entre Gamper y Cruyff
Curioso que la historia del FC Barcelona tenga como referentes principales a tres extranjeros: el fundador, el hacedor principal de la grandeza deportiva y econ¨®mica del club en los a?os de penitencia y Cruyff, especialmente en su etapa de entrenador, el gran conseguidor del ¨¦xtasis azulgrana. Gamper no pudo darle nombre al estadio que construy¨® Kubala y Cruyff vive en el exilio interior a la espera de la resurrecci¨®n de la carne, el perd¨®n de los pecados, la vida perdurable. Am¨¦n.
Descubr¨ª el barcelonismo mediante un cartelillo de la panader¨ªa situada en la calle de Botella, frente al portal de mi casa. Un Samitier dibujado regateaba a un jugador del Espanyol no reconocible y una columna de letras alertaba sobre el pr¨®ximo partido del Barcelona. En un barrio que ahora se llama Raval, hasta tiene Rambla propia, y que entonces se llamaba chino o distrito V, era imposible cantar La Internacional o La Varsoviana o Els segadors, canciones para tiempos republicanos. Pero s¨ª cant¨¢bamos en riguroso charnego: Si a tu ventana llega una paloma / tr¨¢tala con cari?o que es del Barcelona / Si a tu ventana llega un musol / f¨®tali cop d'estaca que es del Espa-nyol. O recit¨¢bamos: Seis cosas hay en la tierra que relucen m¨¢s que el sol / las cinco copas del Barcelona y la mierda del Espanyol.
Este glorioso poema fue posible gracias a Kubala, el futbolista que lleg¨® del fr¨ªo, fugitivo del terror rojo, escapado de un campo de concentraci¨®n para montar un equipo de exiliados, el Hungaria; fichado por Samitier..., un Kubala tuberculoso pobre como eran todos los tuberculosos de entonces, curado con butifarra, pan con tomate y estreptomicina en una poblaci¨®n naturalmente muy cercana a la monta?a m¨¢s sagrada de los catalanes, Montserrat. Ya sano, Kubala nos ense?¨® a ver el f¨²tbol como una sucesi¨®n de instantes m¨¢gicos, y todos los futbolistas trataban de imitar su manera de proteger la pelota con el cuerpo o de exhibirla como si fuera un ap¨¦ndice de su dedo gordo del pie o de jugar sin bal¨®n, especialidad que Kubala y el NODO pusieron al alcance de todos los espa?oles.
Actor de cine al servicio de la guerra fr¨ªa en Los ases buscan la paz, la mejor aportaci¨®n de la pel¨ªcula fue Iran Eory, una espl¨¦ndida muchacha dorada que ilumin¨® nuestra adolescencia sensible. Kubala tambi¨¦n era un espect¨¢culo dorado, un atleta rubio y musculado, es decir, de los mejores atletas, de la misma manera que Rita Hayworth era la mejor de las muchachas doradas de nuestros sue?os. El esplendor del equipo de los Ramallets, Biosca, Seguer, Gonzalvos, Bosch, Basora, C¨¦sar, Kubala, Moreno y Manch¨®n hizo necesario el Camp Nou y nos puso luces solares en las peores calles de nuestra vida tanto a Serrat como a m¨ª.
Hace poco muri¨® Balmanya, connotado como el deskubalizador del Barcelona, paso necesario habida cuenta de que un club no puede depender de un jugador y ya estaban por aqu¨ª Su¨¢rez, Villaverde, Evaristo, Kocsis, Gensana, Verg¨¦s, Eulogio Mart¨ªnez, la tira... Pero los que conservamos a Kubala como la causa ¨²ltima de una sentimentalidad barcelonista sabemos que era algo m¨¢s que un jugador de f¨²tbol. Era ese extranjero alto y rubio como la cerveza que suele llegar en un barco de nombre ignorado y lleva el pecho tatuado con un coraz¨®n. Las mujeres se enamoraban de ¨¦l y para los hombres era como el primo Zumosol.
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