Aqu¨ª habr¨ªa que hacer algo
La reiteraci¨®n de aquello de que el pueblo desde?oso con su historia est¨¢ condenado a repetirla olvida muchas veces que la historia sucede a cada instante y demanda siempre de nuestra intervenci¨®n
Memoria ahora
Casi todas las cosas que pasan aqu¨ª en la ¨²ltima media docena de a?os son tan definitivas para el negro futuro de este maltratado pa¨ªs como el aciago periodo de nuestra historia que analiza Alfons Cuc¨® en su ¨²ltimo libro. Y as¨ª como no es imprescindible esperar un cuarto de siglo a que se levante el secreto oficial sobre, por ejemplo, los manejos de la CIA para certificar la peor de las sospechas acerca de su turbia actuaci¨®n, tampoco es necesario delegar en un futuro libro de memorias la cr¨ªtica a lo que efectivamente ocurre desde que gobierna quien todav¨ªa ahora lo hace. Contemplarse sin pesta?ear ante el espejo y mirar a los ojos a las personas que estimas requiere de la oposici¨®n frontal a muchas de las cosas que estos de ahora mismo andan cocinando.
Injusticia po¨¦tica
Algunos cantantes que van de cantautores har¨ªan bien en no musicar temas de poetas, porque entonces es que debido a la siempre odiosa comparaci¨®n va y se les entiende todo en lo que tiene que ver con la tonter¨ªa -melosa o canalla, da lo mismo- de sus propias letras. Tropos del tipo de 'me siento como un halc¨®n herido en busca de su liberaci¨®n', o algo as¨ª, en boca nada menos que de Miguel R¨ªos, es poco m¨¢s que una cursiler¨ªa estruendosa y fuera de cuentas, por no mencionar algunas de las rimas de un tipo como Sabina o las alegr¨ªas entrecortadas de V¨ªctor Manuel. Serrat se lo puso m¨¢s sencillo, despu¨¦s de machacar a Antonio Machado, aunque en su juventud era m¨¢s sincero. Tanto, que V¨¢zquez Montalb¨¢n, siempre de guardia, vio en el fragmento del verso 'el cam¨ª fa pujada' nada menos que una met¨¢fora antifranquista. Como si no fuera m¨¢s sensato atenerse a la literalidad de lo dicho.
Religiosas Atarazanas
Con lo bonitas que dej¨® Manolo Portaceli -ahora en desgracia- las Atarazanas, tantos a?os dedicadas a almac¨¦n de pesados hierros, y ahora va y en vez de albergar obras de arte m¨¢s o menos de vanguardia se dedica a la acogida de im¨¢genes religiosas sin mayor inter¨¦s o a loar la figura de aquel pintoresco cura baturro que se hac¨ªa llamar Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer y que encontr¨® el atajo en los a?os temibles del franquismo para sembrar de caminos el acceso de los suyos -tan asc¨¦ticos, m¨¢s beatos que el Beato- a la cumbre de los poderes de este mundo. Para ning¨²n seguidor atento del exhibicionismo es un secreto que la actividad cultural de las instituciones de la primera comunidad mundial ha deca¨ªdo mucho desde la fastuosa Bienal de Valencia, as¨ª que m¨¢s que de contenedores cabe hablar de cascarones a la deriva entregados por fin a los devastadores deleites de la devoci¨®n.
Sagunt a escena
S¨®lo un amante de las ruinas falsificadas -tal que el se?or Marco Molines- puede empecinarse en conseguir un objetivo pol¨ªtico a cuenta de latines de leguleyo y a sabiendas de estar usando las argucias permitidas por una democracia en la que el se?or Marco Molines finge creer para retorcerle el pescuezo. Cualquier persona ilustrada, entre las que no se cuenta el se?or Marco Molines, protestar¨ªa por el horror est¨¦tico en que ha venido a quedar la imagen de la Virgen de los Desamparados, y de su hijo, que cubren de flores en la ofrenda fallera, el deslumbrante aspecto de lavado a lej¨ªa que ofrece el centrifugado de las Torres de Serranos o las tropel¨ªas de especulaci¨®n urban¨ªstica que destrozan sin piedad los parajes m¨¢s queridos de nuestros costas, por poner algunos ejemplos de lo que todo buen valenciano, a excepci¨®n del se?or Marco Molines, deber¨ªa detestar. Demoler ahora el Teatro Romano de Sagunto es contraponer la ruina de chumbera y lagartija al gusto arquitect¨®nico, ¨²nica y r¨²stica gloria del se?or Marco Molines y sus secuaces.
Carne esponsorizada
No importa que se trate de vender autom¨®viles o charcuter¨ªa, perfumes de alta graduaci¨®n o un diccionario tem¨¢tico lujosamente encuadernado como remate de la argucia fascicular. El cuerpo de la mujer, por lo general ligero de ropa, ser¨¢ el foco de atenci¨®n del anuncio televisivo, y eso hasta el punto de que para alguien desconocedor de tan miserable c¨®digo se dir¨ªa que lo que se publicita son precisamente mujeres. El psiquiatra cordob¨¦s Castilla del Pino observ¨®, all¨¢ por los a?os de la transici¨®n, que las revistas de destape eran una bendici¨®n del cielo porque al fin todo el colectivo de varones estaba al cabo de la calle respecto de la anatom¨ªa femenina. No por eso ha disminuido la obsesi¨®n sexual en este pa¨ªs de reprimidos, que, a juzgar por la recepci¨®n de esos anuncios, tiene de la mujer la misma mirada que la del carnicero sobre las reses que trocea en el mercado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.