Polanski llega al fondo de su memoria del abismo del gueto jud¨ªo de Varsovia
El argentino Gaspar No¨¦ juega con astutas y obscenas im¨¢genes de violencia gratuita
Roman Polanski abre en El pianista heridas de su infancia. No es un filme autobiogr¨¢fico, pero, al reconstruir la vida de un paisano suyo, el cineasta reconstruye atm¨®sferas respiradas por ¨¦l. El abismo del gueto de Varsovia, donde Hitler extermin¨® a centenares de miles de jud¨ªos polacos entre 1941 y 1943, alcanza aqu¨ª un luminoso recorrido hasta el fondo de su negrura. En el polo opuesto, el filme franc¨¦s Irreversible, dirigido por el argentino Gaspar No¨¦, es una deleznable ficci¨®n de tipo verista sobre la violencia total, propuesta con recursos f¨ªlmicos muy astutos, rebuscados y buscones de la rentabilidad del peque?o esc¨¢ndalo.
El pianista reconstruye, en un magistral y apasionante crescendo, la vida durante la Segunda Guerra Mundial del c¨¦lebre pianista polaco Wladyslaw Szpilman, que logr¨® escapar de la deportaci¨®n, junto a toda su familia, al campo de extermino de Auschwitz y, encerrado entre los muros del gueto jud¨ªo de Varsovia, logr¨® tambi¨¦n escapar de esta tremenda encerrona, dentro de la que murieron a tiros, por hambre o por extenuaci¨®n, m¨¢s de medio mill¨®n de hombres. Convertido, como las ratas, en un poblador de los escombros de su ciudad, Szpilman fue descubierto en 1944, en uno de sus escondrijos, por un capit¨¢n de la Wehrmacht nazi, un hombre apacible, culto y refinado, que al o¨ªrle decir que era pianista le llev¨® ante un piano y le hizo tocar. Y, asombrado por la perfecci¨®n de su m¨²sica, el oficial nazi mantuvo escondido al pianista y le salv¨® la vida. Szpilman muri¨® en Varsovia en 2000 y las huellas de su salvador alem¨¢n Wilm Hosenfeld se pierden en la Rusia de 1946, en el sumidero de un campo de prisioneros de guerra.
Roman Polanski no quer¨ªa destapar viejas heridas ¨ªntimas. Y dice: 'Siempre he sabido que acabar¨ªa haciendo una pel¨ªcula sobre este periodo de la historia de mi pa¨ªs, pero me negu¨¦ a que fuese autobiogr¨¢fica. No quise nunca recrear en el cine (ya lo he hecho en un libro) los recuerdos de mi ni?ez. Necesitaba, para hacer esta pel¨ªcula, mantenerme lo m¨¢s cerca posible de la realidad y no filmar a la manera de Hollywood. Y cuando le¨ª el libro en el que Szpilman cuenta con tanta fuerza lo que le sucedi¨® en esos a?os, qued¨¦ envuelto y seducido por la sorprendente, casi fr¨ªa, objetividad de sus recuerdos'. As¨ª, Polanski, un ni?o superviviente de otro gueto jud¨ªo polaco, el de Cracovia, mantiene en El pianista sus heridas cerradas, pero recrea atm¨®sferas que ¨¦l hab¨ªa respirado. Y este conocimiento directo de las interioridades del escenario se percibe en la poderosa sensaci¨®n de verdad ambiental que despide su hermoso y conmovedor filme, tocado de perfecci¨®n.
Se percibe en la pantalla no s¨®lo f¨ªsicamente, sino tambi¨¦n en delicadas inflexiones de estilo, el retorno de Polanski a sus ra¨ªces. El pianista est¨¢ lejos de ser una prolongaci¨®n de El cuchillo en el agua, su gran filme polaco inicial, pero en cambio tiene algo (impreciso, inefable, pero algo) de singular antecedente de esa primera obra, tan misteriosa, que ahora, tras ver El pianista, ya lo es menos. Y es que en este filme arroja Polanski luz hacia atr¨¢s, hacia el nacimiento de su vida consciente, y se funde, tal vez sin propon¨¦rselo, con aquel pianista cuyo infierno recorre ahora. Y lo hace Polanski armado de serenidad, de luminosidad y de consciencia de que aquel horror puede repetirse, lo que llena de aire libre las atm¨®sferas del suceso y da inteligencia a la percepci¨®n realista de aquella monstruosidad. Hay por eso ejemplaridad moral en este filme. Su violencia es liberadora.
La imagen de Irreversible, el filme franc¨¦s del argentino Gaspar No¨¦, es en cambio desp¨®tica, porque para ser eficaz necesita que quien la contempla no sea libre, carezca de respuesta inmediata, a bote pronto, frente a ella y contra ella. Es una imagen compulsiva, que busca pu?etazos de impacto emocional. Y para lograr ese impacto requiere la neutralizaci¨®n del aparato cr¨ªtico y autodefensivo del espectador. De ah¨ª que confunda y embarulle deliberadamente y que con opresiva astucia provoque v¨¦rtigos indescifrables, mueva y remueva los resortes de la ret¨®rica visual, desoriente espacial y cronol¨®gicamente a quien lo contempla. Es decir, deja al espectador inerme y sometido a su imagen turbia y desp¨®tica.
Hay destellos de sombras obscenas en Irreversible. Busca la representaci¨®n de la violencia desatada, sin freno -el machacamiento babeante y sangriento del cr¨¢neo de un hombre; la lenta, ritual y jadeante violaci¨®n de una mujer; y todo en tiempo real, en planos secuenciales de decenas de minutos de duraci¨®n- y, sobre todo, con fingida ambici¨®n de documento, es decir, con pruritos de parecer de verdad, de imitar a lo abominable, al abismo moral de lo llamado snuf, que es ese abismo contempor¨¢neo de la filmaci¨®n del dolor real, de la muerte real, de la profanaci¨®n real. Hacia el final, Irreversible quiere salir de la encerrona y dar al espectador una opci¨®n optimista. Pero no lo logra. Lo que queda en la memoria de este filme es su propuesta fascista de violencia por la violencia: el regodeo visual de ver el machacamiento de un cerebro o la violaci¨®n hasta el fondo de una mujer. Pozos propuestos como gozos. N¨¢useas propuestas como bocados exquisitos.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.