El gran fracaso del FBI / 1
La historia de la agente cuyas advertencias sobre el 11 de septiembre han revelado la ineptitud del Gobierno de EE UU
Pocos estadounidenses aprecian a su Gobierno tanto como Coleen Rowley amaba al FBI. Cuando estaba en quinto curso, Rowley escribi¨® a la sede de la organizaci¨®n en Washington y recibi¨® un folleto titulado 100 datos sobre el FBI. A partir de entonces empez¨® a so?ar con convertirse en agente. Sus amigos relatan que protest¨® cuando el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Iowa se neg¨® a que un miembro del departamento de selecci¨®n de personal del FBI visitara el campus; perdi¨® esa batalla, pero se present¨® por su cuenta y fue contratada como agente especial tras licenciarse en Derecho en 1980. Estaba orgullosa de ser una pionera, de formar parte de la primera hornada de mujeres que luchaban porque se les tomara en serio en la cultura tradicional y masculina que imperaba en el FBI. Fue escalando puestos como abogada del FBI; estuvo encargada de las solicitudes de registros y escuchas, trabaj¨® con casos relacionados con el crimen organizado en Nueva York y en 1995 la nombraron abogada jefe en las oficinas del FBI en Minneapolis. Se gan¨® fama de ser profesional, muy disciplinada, dogm¨¢tica, con fuertes principios y entregada en cuerpo y alma a su trabajo. En la d¨¦cada de los noventa compatibiliz¨® durante siete a?os este trabajo con el de portavoz jefe de la sede de Minneapolis, capeando a las hordas medi¨¢ticas en grandes casos como el del ama de casa Sara Jane Olson, antigua integrante del Ej¨¦rcito Simbi¨®tico de Liberaci¨®n y fugitiva durante 20 a?os. A pesar del estr¨¦s y del riesgo, Rowley, que tiene cuatro hijos y vive en una casa de las afueras, nunca ha trabajado en otro lugar. Ella es el sost¨¦n de la familia, una corredora de fondo competitiva; una persona, a decir de todos, con fortuna.
Todo esto explica por qu¨¦ sus amigos y compa?eros se quedaron impresionados, aunque no del todo sorprendidos, cuando puso su carrera en la cuerda floja la semana pasada al delatar los tremendos errores de su querido FBI. 'Es el tipo de persona que siempre hace lo que es debido cuando nadie est¨¢ mirando', afirma un amigo. 'Por eso ha salido a la luz'. El estilo de vida estadounidense parece ser el ¨²nico capaz de generar historias como la suya: una funcionaria leal que se aferra a su confianza en el sistema hasta que esta fe se ve traicionada y ya no puede permanecer en silencio. Una noche de principios de mayo en la que no lograba conciliar el sue?o, Rowley cogi¨® el coche a las tres de la madrugada, se fue a su despacho y all¨ª escribi¨® el primer borrador de un memor¨¢ndum. Se pas¨® una semana matiz¨¢ndolo, abandon¨¢ndolo durante d¨ªas, angustiada e incluso dudando de si ser¨ªa capaz de hacerlo. El pasado martes se arm¨® de valor y por fin envi¨® la carta de 13 p¨¢ginas ('de todo coraz¨®n', escribe) a su m¨¢ximo superior, el director del FBI, Robert Mueller. Vol¨® a Washington para entregar en mano una copia a dos miembros del Comit¨¦ de Espionaje del Senado y se reuni¨® con personal del comit¨¦. La carta acusa al FBI de obstruir deliberadamente medidas que podr¨ªan haber impedido los atentados del 11 de septiembre. El FBI respondi¨® clasificando la carta como confidencial.
El memor¨¢ndum de Rowley, fruto de meses de creciente frustraci¨®n, revela con todo lujo de detalles que en las semanas previas a los secuestros a¨¦reos, funcionarios de la sede del FBI rechazaron y desoyeron sistem¨¢ticamente las peticiones de la oficina de Minneapolis en la que trabajaba Rowley para obtener autorizaci¨®n para realizar escuchas y registrar el ordenador y las pertenencias de Zacarias Moussaui, el agente franc¨¦s de origen magreb¨ª detenido en Minnesota en agosto y que ser¨¢ juzgado como ¨²nico acusado de conspiraci¨®n en los atentados. Rowley afirma que el FBI 'no hizo mucho' por compartir informaci¨®n acerca de Moussaui con otras agencias gubernamentales o por cotejar las pruebas de que Moussaui hab¨ªa recibido lecciones de vuelo con un informe anterior, elaborado por un agente de Phoenix, en el que planteaba sus sospechas acerca de varios hombres de Oriente Pr¨®ximo inscritos en una escuela de aviaci¨®n. Seg¨²n Rowley, la incompetencia burocr¨¢tica obstruy¨® una investigaci¨®n que podr¨ªa haberles acercado al negro fondo de la conspiraci¨®n de Osama Bin Laden. 'Es al menos posible que hubi¨¦ramos tenido suerte y hubi¨¦ramos descubierto a uno o dos terroristas m¨¢s en los cursos de vuelo antes del 11 de septiembre', escribe Rowley. 'Cabe al menos la posibilidad de que... se hubiera limitado los ataques del 11 de septiembre y la consiguiente p¨¦rdida de vidas'.
A diferencia de otros documentos surgidos de la actual ola de protestas contra los errores y los avisos pasados por alto que desembocaron en el 11 de septiembre, el memor¨¢ndum de Rowley arroja una luz cegadora sobre los abismos de la ineptitud del Gobierno. En Washington, donde puede que se critique al FBI y la CIA pero se les permite arreglar sus l¨ªos como les parezca oportuno, el memor¨¢ndum ha hecho temblar a los poderes establecidos por una sencilla raz¨®n: proviene de dentro. Si el informe de Rowley es cierto (y sus compa?eros dicen que Rowley no es de las que ocultan la verdad), su carta supone una acusaci¨®n colosal de negligencia por parte de la principal agencia policial del pa¨ªs ante la mayor operaci¨®n terrorista llevada a cabo en territorio estadounidense y despierta serias dudas acerca de la capacidad del FBI para proteger a la poblaci¨®n y de si a¨²n merece la confianza p¨²blica. Aunque asegura que no cree que el director del FBI participase en el encubrimiento posterior al 11-S, Rowley acusa a Mueller y a sus hombres de confianza de 'omitir, restar importancia, pasar por alto y/o malinterpretar' la investigaci¨®n de su oficina sobre Moussaui. Despu¨¦s del 11-S, altos funcionarios del FBI decidieron 'dar largas al asunto', como ella dice, y negar, como hizo Mueller inmediatamente despu¨¦s de los ataques, que el FBI tuviera conocimiento de que terroristas isl¨¢micos estuvieran planeando un atentado con aviones secuestrados. 'Me preocupa enormemente que usted y otros altos cargos de la direcci¨®n del FBI hayan, y contin¨²en haci¨¦ndolo, oscurecido / tergiversado delicadamente los hechos'. A s¨®lo dos a?os y medio de jubilarse, Rowley tiene miedo de posibles represalias, seg¨²n sus amigos. Finaliza la carta reconociendo 'la franqueza con la que me he expresado' y pidiendo la protecci¨®n federal reservada para los delatores.
Sus palabras tuvieron una resonancia no intencionada la semana pasada, cuando el pa¨ªs intentaba digerir las escalofriantes advertencias de Mueller y otros altos funcionarios que auguraban un rosario de atentados terroristas 'inevitables' contra Estados Unidos, como si todos ellos acabaran de asistir a una proyecci¨®n de The sum of all fears (P¨¢nico nuclear, que se estrenar¨¢ en Espa?a el 9 de agosto). A estas alturas, la mayor¨ªa de los estadounidenses saben que no deben sentirse seguros, pero la semana pasada el Gobierno de Bush nos record¨® servicialmente lo asustados que debemos estar. Combinado con un aviso del FBI sobre la posibilidad de que se produjeran atentados de Al Qaeda contra la Estatua de la Libertad y el Puente de Brooklyn, el torrente de tan aciagas predicciones oficiales sembr¨® nuevos temores justo a tiempo para las vacaciones del Memorial Day (celebrado el pasado lunes).
A pesar de no estar corroborados y de resultar imprecisos, los avisos de alerta llegaron como ca¨ªdos del cielo para un Gobierno que intenta impedir una perjudicial investigaci¨®n bipartidista sobre su forma de hacer frente a los rumores sobre atentados el a?o pasado. Tras la ola de advertencias, disminuyeron las protestas de los dem¨®cratas que solicitaban una investigaci¨®n de los errores del Gobierno, pero el memor¨¢ndum de Rowley hizo que miembros de ambos partidos volvieran a alzar sus voces. El l¨ªder de la mayor¨ªa dem¨®crata en el Senado, Tom Daschle, se ampar¨® en el documento para solicitar que una comisi¨®n independiente examine los fallos de los servicios secretos previos al 11-S, una idea a la que la Casa Blanca se opone de plano. Daschle afirma que presentar¨¢ una enmienda ante el Senado la pr¨®xima semana, cuando el Congreso retome su actividad. Los portavoces del grupo conjunto de comit¨¦s de Inteligencia del Congreso y el Senado, que investiga los atentados, han anunciado que las vistas comenzar¨¢n la semana que viene. A medida que avanza la investigaci¨®n, es probable que Rowley sea la testigo estelar. La semana pasada, el republicano Charles Grassley, de Iowa, asegur¨® por escrito a Rowley que su trabajo no correr¨¢ peligro si coopera con las investigaciones del Senado. Grassley advirti¨® a Mueller de que se encargar¨¢ de que 'no se tomen represalias' contra ella.
EL PA?S ofrecer¨¢ ma?ana la segunda parte de este reportaje.
? Time
La carta de la agente Rowley
'Un d¨ªa o dos despu¨¦s del 11-S, usted, director Mueller, declar¨® que si el FBI hubiese sido alertado de los atentados habr¨ªamos sido capaces de actuar para prevenir la tragedia', escribe la agente Rowley en su memor¨¢ndum al m¨¢ximo responsable del FBI. 'Temiendo que esa declaraci¨®n pudiera volverse en contra del FBI al trascender la informaci¨®n sobre Moussaui recabada antes del 11-S, yo y otros colegas de la oficina de Minneapolis tratamos de ponernos en contacto con usted a trav¨¦s del cuartel general del FBI al m¨¢s alto nivel con la intenci¨®n de informarle sobre la investigaci¨®n de Moussaui, para que sus declaraciones p¨²blicas pudieran ser modificadas convenientemente. Al ver que usted y otros altos cargos del FBI segu¨ªan haciendo p¨²blicamente las mismas declaraciones, pensamos que tal vez no hab¨ªan recibido nuestro mensaje y lo intentamos de nuevo (...). Despu¨¦s de que comenzaran a salir a la luz los detalles de las investigaciones sobre Moussaui anteriores al 11-S, y de que se hiciera p¨²blico el memor¨¢ndum de Phoenix, sus declaraciones han cambiado. Ahora, la posici¨®n oficial es que aunque el FBI hubiera seguido las pistas de Phoenix que conduc¨ªan a las escuelas de vuelo y hubiera atendido la petici¨®n de Minneapolis de registrar los efectos personales y el ordenador port¨¢til de Moussaoui, nada hubiera sido diferente, y desde luego no se hubieran podido evitar los ataques terroristas y la consecuente p¨¦rdida de vidas. Con todos los respetos, ?esta versi¨®n es tan mala como la primera! (...) La verdad es que nadie sabr¨¢ nunca qu¨¦ impacto hubiera tenido una investigaci¨®n m¨¢s profunda del FBI sobre ambas cuestiones'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.